...Nueva
vida aparecida aguas arriba,
sobre
el inframundo...
Para
los inocentes...
Su
naturaleza y la respiración de algunos...
Para
seguir con sus vidas…
Kataklysm-Feeling
the Neverworld
En la actualidad Mari -como le llaman para abreviar- o Mariana York Martínez, no ha tenido una
vida que se podría denominar como “Fácil”, sí no, por el contrario.
Llegar a Silent Hill en apariencia era una
experiencia grata, los promocionales de las Agencias de Viajes parecen no hacer
publicidad fraudulenta y los paisajes, son tan bellos como dicen los trípticos,
ahora a lo que vino, lo confirmaba.
A pesar de lo malo que
pudiera parecer llegar a éste lugar “no se veía tan mal después de todo”. Era desagradable
saberse sola, en un país en que no conoces a nadie y en donde las personas como
tal, muestren cierta aversión a los extranjeros a pesar de vivir del turismo, esto
le permitía reafirmar los prejuicios y “dichos” que existen… por lo menos, conocía
el idioma.
Estaba pensando en ello,
cuando comenzó a oscurecer, así que decidió salir “a divertirse”.
.∙.
Después de beber algunas
copas y no encontrar un lugar afín a sus gustos, decidió tomar el camino de
regreso al hotel.
No estaba ebria, había
bebido tres copas de whisky y una soda de agua mineral, aparte de eso, las
calles se veían tranquilas, casi solitarias, si no que desérticas, ni siquiera
un perro o gato vagabundo deambulaba por las calles, recodó que no estaba “en
su zona” y de alguna manera, esto le relajo un poco los nervios, haciéndola
caminar más relajada. Algo que llamo su atención y a la vez la hizo recuperar
un poco el equilibrio, fue el sonido no lejano de “Alarmas Antiaéreas”, situación
extraña puesto que no se encontraba en una zona de guerra o cerca de alguna
instalación militar; una densa cortina de humo parecía levantarse a su
alrededor y todo el entorno le pareció más oscuro.
Aun así, continuó su
andar un tanto despreocupada pues a pesar de todo, conocía -tal vez, un poco
más- la forma de operar de los “Depredadores”, más aún de los urbanos. Continuó
caminando algunas calles notando también un ligero aroma “como a quemado”,
bastante sutil a ojos de una persona ordinaria, no sería nada, pero para el
delicado olfato de Mari, era un aroma notorio, aunque tampoco una situación
importante, si era lo suficiente para llamar su atención. -Tal vez estén
quemando algo cerca- pensó, tampoco era la primera ocasión en que se encontraba
a algún vagabundo quemando una llanta o cualquier otra cosa para intentar
calentarse.
A su percepción, no
estaba lejos del lugar, sería cuestión de caminar algunas calles más. Tomar un
pequeño atajo entre las breves callejuelas aledañas se le hizo factible a pesar
de la extraña neblina que se hizo presente en el lugar, la ventaja era que se
encontraba sola y al parecer, no había nadie más a su alrededor, sin embargo,
el entono en le resultaba extraño, a pesar de su casi sobrenatural capacidad de
observación y orientación, sentía “algo extraño en el ambiente”, se detuvo un
instante mirando los señalamientos de las calles que ahora le resultaban extrañas
y a la vez familiares.
Estaba en Crichton Street casi con esquina con Koontz Street, no debería quedar lejos
el Hotel Riverside en caso de quedar perdida,
así que decidió dar vuelta sobre sus pies e ir al hotel. Era raro, recordaba
haber recorrido ese breve tramo de avenida hacía apenas pocas horas y estaba
por completo segura de que dicha calle, se encontraba en buen estado y no con
el gigantesco socavón en la avenida limitando en forma extraña el tráfico de
personas, pensó en saltar al otro lado, pero la distancia era demasiado amplia,
por lo menos quince metros. Comenzó a caminar a paso relajado evadiendo dicha
“fisura” y también las emociones que le provocaban el mirar la tierra,
trayéndole recuerdos por decirlo de alguna forma “poco gratos”.
Pensó que lo mejor sería
caminar un poco hasta llegar a Cielo
Avenue y buscar el camino más corto, sin embargo, escasos metros adelante
se encontró un socavón más coartándole el camino y se dijo: -Que extraño, éstas
oquedades no estaban aquí.
Avanzó un poco en
dirección a lo que sería “cortar camino” y vio la silueta de un hombre que no
lejos de donde ella, estaba de pie.
Lo llamó alzando la voz y
haciendo señales con la mano. Al parecer el hombre tenía alguna lesión que le
dificultaba el movimiento pues parecía trastabillar demasiado, sin embargo, al
estar un poco más cerca, comenzó a correr en dirección de Mari desconcertándola
por completo: el individuo parecía estar atado o a primera vista eso aparentaba,
estaba sujeto de los brazos con una especie de camisa de fuerza que se extendía
hasta la cabeza dejándole los orificios necesarios para ver, comer o respirar,
no demostraba siquiera un poco de expresión por debajo de la tela que se
supone, debería reflejar un poco de la expresión de quien fuera el individuo
que la comenzaba a acechar, a cada paso que daba parecía que estaba a punto de
saltar encima de ella y sin siquiera pensarlo un poco, giro sobre sus pies y se
dispuso a correr pero una turba de individuos idénticos al que estaba bastante
cerca de alcanzarla parecían estar sobre ella, dispuestos a cazarla, sin saber
qué hacer y menos a quien recurrir, se enfiló a una calle cercana.
No podría asegurar cuánto
corrió, tenía la certeza que fueron bastantes calles y no se detuvo hasta
sentir que se había alejado del supuesto peligro que la acechaba y no estaba
dispuesta a caer bajo el acecho de nadie… nunca más.
.∙.
No sabía en donde estaba,
pues a pesar de la deplorable situación de infraestructura en su país de
origen, en las ciudades o zonas que había visitado, las calles mantenían un
cierto orden a excepción de algunas zonas como en Iztapalapa o Chalco, en
las cuales se acostumbra observar las calles en ese estado o por lo menos, demasiado
similar. Pareciera que el entorno había cambiado de un momento a otro. No
estaba llorando por el hecho de ser perseguida o sentirse desamparada, a decir
verdad, era el vago recuerdo que consideraba enterrado en lo más profundo de su
psique y que por alguna extraña razón, la carcomía por dentro haciéndola sentir
mal, por decirlo de alguna forma. Poco después de relajar un poco sus nervios y
también, intentando alejar sus pensamientos nocivos, continuó andando hasta
llegar al lugar llamado Alchemilla
Hospital, racionalizando que tal vez allí, encontraría un teléfono o “algún
nexo con el mundo exterior”… y si, entre comillas, no sobran pues a pesar de
ser considerada una mujer de “buen porte” -sí no maravilloso- formas
voluptuosas y cadencia exuberante en sus movimientos, era por completo de su
desagrado que algún hombre se acerca a ella, teniendo en cuenta que la mayoría
de los mismos mantenían sus objetivos lascivos incluso en la mirada, a
excepción de Martin, un joven bastante agraciado y cortes, a decir verdad si
ella hubiera estado en otras circunstancias -o él- hubiera intentado formar una
familia, tal vez…
Sonrió ante el
razonamiento un tanto cruel y continuó caminando a la zona donde ella suponía
se encontraba el hospital.
.∙.
Corrió con suerte.
No se encontró a nada ni
a nadie en su camino hasta llegar a una entrada de ambulancias, era extraño, a
pesar de todo, notarse en un estado funcional y en exceso limpio, el lugar
parecía abandonado y como lo comentaba con anterioridad, se veía limpio y en
servicio, a pesar de no verse un alma humana. Ella decidió entrar por donde se
supone, ingresaban los pacientes a La Sala de Urgencias, sin mirar nada. Una
cama cubierta con una sábana blanca como todas las demás, pero en esta ocasión,
con una gran mancha de lo que parecía ser sangre seca, despidiendo un aroma
desagradable que reconoció como orines y heces fecales secos debido al tiempo transcurrido.
Esta situación le revolvió el estómago, pero su también, entrenado sentido de
la vista vio también algo que relucía bajo la colcha y los residuos de
excremento, entonces miró al extremo del pasillo lo que parecía ser un garrafón
con agua de diez litros a la mitad; era obvio que no bebería dicho líquido,
pero si le serviría para quitar las muestras de lo que parecían ser residuos
humanos que nadie se había “tomado la molestia” de siquiera retirarlos por
higiene. Durante bastante tiempo. Avanzo algunos metros sobre el pasillo y
estando frente a lo que parecía ser la jefatura de enfermeras, vio una página
en la máquina de escribir que decía:
Paciente:
Arnold York.
Padecimiento:
Cirrosis, Delirium Tremens, Pancreatitis Aguda.
Numero
de Seguridad Social: 53579-97531
Traslado
al Cedar Grove Sanitarium, para tratamiento a la
brevedad.
Era extraño ver el nombre
del padre al que nunca conoció y sabia muerto, una breve llamada telefónica
durante su cumpleaños o alguna que otra ocasión incidental y esporádica, hasta
hace poco más de cinco años; hacía poco tiempo una mujer quien respondía al
nombre de Joanne York, quien alegaba
ser su tía y hermana de su padre, le llamó para notificar la muerte y que ella
misma, debía ir para cobrar la herencia que le habían dejado. En realidad, ella
en éste momento no tenía necesidad de recoger el dinero, fue a la ciudad en
donde se supone “vivía” por mera distracción, al final, sabia necesitar
vacaciones y parecía ser un buen lugar, alejado del bullicio cotidiano y
molesto de una ciudad como México o
zonas aledañas.
-Vaya mierda- pensó -Pareciera que estoy maldita, primero mi madre
fallece de un jodido Cáncer de ovarios y ahora, mi padre
parece ser, por borracho… espero no terminar igual. Lo que sí, debo controlar
mis pensamientos.
Se adentró en la sala de
espera, olvidándose un poco o dejando pasar de largo la situación que la llevó
al hospital, sonrió con ironía, tomó un bolígrafo de la mesa del escritorio y
comenzó también a anotar los datos, cuando escuchó un sonido extraño de nuevo,
era de lo que llaman “Ruido Blanco” proveniente de un pequeño radio portátil
que alguien había dejado en la superficie del escritorio. Cruzó algunas austeras
locaciones, hasta cerca de la zona de camas.
Extrañada comenzó a
buscar entre los documentos a la vista y justo lo encontró bajo un ligero
montón de papeles, a la vez que el sonido se hacía más fuerte y a pesar de la
luz baja de la habitación, logró ver a una de las criaturas que la habían estado
acechando en las calles con mayor nitidez: parecía una persona a simple vista,
pero los ojos no expresaban un vestigio de humanidad, por debajo de lo que
parecía ser una “Camisa de Fuerza” que continuaba su costura en una capucha del
mismo color marrón, cubriéndole el rostro por completo como se comentó, dejando
los espacios necesarios para ingerir alimento, ver y respirar, no tenía lugar a
donde ir a menos que decidiera regresar sobre sus pies y sabia también, que eso
sería enfrentarse a por lo menos veinte de éstas “bestias”.
Gracias a sus reflejos,
logró evadir un ataque del hombre, criatura o “lo que fuera”, momentos antes de
apresarla con sus piernas, cayendo al piso e incorporándose casi al instante de
haber caído en un movimiento demasiado ágil, contorsionando su cuerpo en
movimientos grotescos que ninguna persona podría lograr, de no estar por
completo dopado por alguna sustancia exótica o recibido algún rígido
entrenamiento. Ese hombre se notaba alterado, incluso al caminar se le podía
ver tambalearse, sin lograr impactar al piso y entonces, fue cuando Mari vio
por fin, a pesar de su escaso “Sentido de Humanidad”, que, en ningún aspecto,
podría siquiera asimilarse a un ser humano, era la burda apariencia, un
cascaron del cuerpo de un individuo y también, sabía que podría aniquilarlo sin
tener consecuencias legales, ni sentir remordimientos. Salió del breve refugio
que improvisó tras una cama del hospital y haciendo también uso de su ingenio,
azuzo a la criatura para que la atacara.
Pareciera que los ojos de
ambos se cruzaron por un instante ínfimo y a la vez prolongado, movida por el
instinto salvaje y a la vez metódico, saltó entre las camas como si de
superficies solidas se tratase hasta llegar a espaldas de la criatura;
aprovechando la notoria dificultad para desplazarse de su enemigo y que por
alguna razón, tenía movimiento limitado, haciendo gala de fuerza y técnica, lo
sujetó por la parte trasera de la camisa elevándolo a casi dos metros de un
empujón, haciéndolo caer sobre una de las protecciones de la cama, generando un
sonido como de un cerdo al matadero, a la vez que se retorció por algunos instantes
intentando liberarse de la estructura, quedando algunos segundos después inmóvil
y sin más, convertirse en ceniza.
Agradeció en ese momento
a su madre por haberla instigado a aprender a defenderse desde los seis años a
pesar de que no era una persona violenta y sobre todo, era una niña.