jueves, 24 de enero de 2019

Perdida Parte I (Silent Hill Fanfic)


...Nueva vida aparecida aguas arriba,
sobre el inframundo...
Para los inocentes...
Su naturaleza y la respiración de algunos...
Para seguir con sus vidas…

Kataklysm-Feeling the Neverworld

En la actualidad Mari -como le llaman para abreviar- o Mariana York Martínez, no ha tenido una vida que se podría denominar como “Fácil”, sí no, por el contrario.
Llegar a Silent Hill en apariencia era una experiencia grata, los promocionales de las Agencias de Viajes parecen no hacer publicidad fraudulenta y los paisajes, son tan bellos como dicen los trípticos, ahora a lo que vino, lo confirmaba.
A pesar de lo malo que pudiera parecer llegar a éste lugar “no se veía tan mal después de todo”. Era desagradable saberse sola, en un país en que no conoces a nadie y en donde las personas como tal, muestren cierta aversión a los extranjeros a pesar de vivir del turismo, esto le permitía reafirmar los prejuicios y “dichos” que existen… por lo menos, conocía el idioma.
Estaba pensando en ello, cuando comenzó a oscurecer, así que decidió salir “a divertirse”.
.∙.

Después de beber algunas copas y no encontrar un lugar afín a sus gustos, decidió tomar el camino de regreso al hotel.
No estaba ebria, había bebido tres copas de whisky y una soda de agua mineral, aparte de eso, las calles se veían tranquilas, casi solitarias, si no que desérticas, ni siquiera un perro o gato vagabundo deambulaba por las calles, recodó que no estaba “en su zona” y de alguna manera, esto le relajo un poco los nervios, haciéndola caminar más relajada. Algo que llamo su atención y a la vez la hizo recuperar un poco el equilibrio, fue el sonido no lejano de “Alarmas Antiaéreas”, situación extraña puesto que no se encontraba en una zona de guerra o cerca de alguna instalación militar; una densa cortina de humo parecía levantarse a su alrededor y todo el entorno le pareció más oscuro.
Aun así, continuó su andar un tanto despreocupada pues a pesar de todo, conocía -tal vez, un poco más- la forma de operar de los “Depredadores”, más aún de los urbanos. Continuó caminando algunas calles notando también un ligero aroma “como a quemado”, bastante sutil a ojos de una persona ordinaria, no sería nada, pero para el delicado olfato de Mari, era un aroma notorio, aunque tampoco una situación importante, si era lo suficiente para llamar su atención. -Tal vez estén quemando algo cerca- pensó, tampoco era la primera ocasión en que se encontraba a algún vagabundo quemando una llanta o cualquier otra cosa para intentar calentarse.
A su percepción, no estaba lejos del lugar, sería cuestión de caminar algunas calles más. Tomar un pequeño atajo entre las breves callejuelas aledañas se le hizo factible a pesar de la extraña neblina que se hizo presente en el lugar, la ventaja era que se encontraba sola y al parecer, no había nadie más a su alrededor, sin embargo, el entono en le resultaba extraño, a pesar de su casi sobrenatural capacidad de observación y orientación, sentía “algo extraño en el ambiente”, se detuvo un instante mirando los señalamientos de las calles que ahora le resultaban extrañas y a la vez familiares.
Estaba en Crichton Street casi con esquina con Koontz Street, no debería quedar lejos el Hotel Riverside en caso de quedar perdida, así que decidió dar vuelta sobre sus pies e ir al hotel. Era raro, recordaba haber recorrido ese breve tramo de avenida hacía apenas pocas horas y estaba por completo segura de que dicha calle, se encontraba en buen estado y no con el gigantesco socavón en la avenida limitando en forma extraña el tráfico de personas, pensó en saltar al otro lado, pero la distancia era demasiado amplia, por lo menos quince metros. Comenzó a caminar a paso relajado evadiendo dicha “fisura” y también las emociones que le provocaban el mirar la tierra, trayéndole recuerdos por decirlo de alguna forma “poco gratos”.
Pensó que lo mejor sería caminar un poco hasta llegar a Cielo Avenue y buscar el camino más corto, sin embargo, escasos metros adelante se encontró un socavón más coartándole el camino y se dijo: -Que extraño, éstas oquedades no estaban aquí.
Avanzó un poco en dirección a lo que sería “cortar camino” y vio la silueta de un hombre que no lejos de donde ella, estaba de pie.   
Lo llamó alzando la voz y haciendo señales con la mano. Al parecer el hombre tenía alguna lesión que le dificultaba el movimiento pues parecía trastabillar demasiado, sin embargo, al estar un poco más cerca, comenzó a correr en dirección de Mari desconcertándola por completo: el individuo parecía estar atado o a primera vista eso aparentaba, estaba sujeto de los brazos con una especie de camisa de fuerza que se extendía hasta la cabeza dejándole los orificios necesarios para ver, comer o respirar, no demostraba siquiera un poco de expresión por debajo de la tela que se supone, debería reflejar un poco de la expresión de quien fuera el individuo que la comenzaba a acechar, a cada paso que daba parecía que estaba a punto de saltar encima de ella y sin siquiera pensarlo un poco, giro sobre sus pies y se dispuso a correr pero una turba de individuos idénticos al que estaba bastante cerca de alcanzarla parecían estar sobre ella, dispuestos a cazarla, sin saber qué hacer y menos a quien recurrir, se enfiló a una calle cercana.
No podría asegurar cuánto corrió, tenía la certeza que fueron bastantes calles y no se detuvo hasta sentir que se había alejado del supuesto peligro que la acechaba y no estaba dispuesta a caer bajo el acecho de nadie… nunca más.
.∙.

No sabía en donde estaba, pues a pesar de la deplorable situación de infraestructura en su país de origen, en las ciudades o zonas que había visitado, las calles mantenían un cierto orden a excepción de algunas zonas como en Iztapalapa o Chalco, en las cuales se acostumbra observar las calles en ese estado o por lo menos, demasiado similar. Pareciera que el entorno había cambiado de un momento a otro. No estaba llorando por el hecho de ser perseguida o sentirse desamparada, a decir verdad, era el vago recuerdo que consideraba enterrado en lo más profundo de su psique y que por alguna extraña razón, la carcomía por dentro haciéndola sentir mal, por decirlo de alguna forma. Poco después de relajar un poco sus nervios y también, intentando alejar sus pensamientos nocivos, continuó andando hasta llegar al lugar llamado Alchemilla Hospital, racionalizando que tal vez allí, encontraría un teléfono o “algún nexo con el mundo exterior”… y si, entre comillas, no sobran pues a pesar de ser considerada una mujer de “buen porte” -sí no maravilloso- formas voluptuosas y cadencia exuberante en sus movimientos, era por completo de su desagrado que algún hombre se acerca a ella, teniendo en cuenta que la mayoría de los mismos mantenían sus objetivos lascivos incluso en la mirada, a excepción de Martin, un joven bastante agraciado y cortes, a decir verdad si ella hubiera estado en otras circunstancias -o él- hubiera intentado formar una familia, tal vez…
Sonrió ante el razonamiento un tanto cruel y continuó caminando a la zona donde ella suponía se encontraba el hospital.
.∙.

Corrió con suerte.
No se encontró a nada ni a nadie en su camino hasta llegar a una entrada de ambulancias, era extraño, a pesar de todo, notarse en un estado funcional y en exceso limpio, el lugar parecía abandonado y como lo comentaba con anterioridad, se veía limpio y en servicio, a pesar de no verse un alma humana. Ella decidió entrar por donde se supone, ingresaban los pacientes a La Sala de Urgencias, sin mirar nada. Una cama cubierta con una sábana blanca como todas las demás, pero en esta ocasión, con una gran mancha de lo que parecía ser sangre seca, despidiendo un aroma desagradable que reconoció como orines y heces fecales secos debido al tiempo transcurrido. Esta situación le revolvió el estómago, pero su también, entrenado sentido de la vista vio también algo que relucía bajo la colcha y los residuos de excremento, entonces miró al extremo del pasillo lo que parecía ser un garrafón con agua de diez litros a la mitad; era obvio que no bebería dicho líquido, pero si le serviría para quitar las muestras de lo que parecían ser residuos humanos que nadie se había “tomado la molestia” de siquiera retirarlos por higiene. Durante bastante tiempo. Avanzo algunos metros sobre el pasillo y estando frente a lo que parecía ser la jefatura de enfermeras, vio una página en la máquina de escribir que decía:

Paciente: Arnold York.
Padecimiento: Cirrosis, Delirium Tremens, Pancreatitis Aguda.
Numero de Seguridad Social: 53579-97531
Traslado al Cedar Grove Sanitarium, para tratamiento a la brevedad.

Era extraño ver el nombre del padre al que nunca conoció y sabia muerto, una breve llamada telefónica durante su cumpleaños o alguna que otra ocasión incidental y esporádica, hasta hace poco más de cinco años; hacía poco tiempo una mujer quien respondía al nombre de Joanne York, quien alegaba ser su tía y hermana de su padre, le llamó para notificar la muerte y que ella misma, debía ir para cobrar la herencia que le habían dejado. En realidad, ella en éste momento no tenía necesidad de recoger el dinero, fue a la ciudad en donde se supone “vivía” por mera distracción, al final, sabia necesitar vacaciones y parecía ser un buen lugar, alejado del bullicio cotidiano y molesto de una ciudad como México o zonas aledañas.
-Vaya mierda- pensó -Pareciera que estoy maldita, primero mi madre fallece de un jodido Cáncer de ovarios y ahora, mi padre parece ser, por borracho… espero no terminar igual. Lo que sí, debo controlar mis pensamientos.
Se adentró en la sala de espera, olvidándose un poco o dejando pasar de largo la situación que la llevó al hospital, sonrió con ironía, tomó un bolígrafo de la mesa del escritorio y comenzó también a anotar los datos, cuando escuchó un sonido extraño de nuevo, era de lo que llaman “Ruido Blanco” proveniente de un pequeño radio portátil que alguien había dejado en la superficie del escritorio. Cruzó algunas austeras locaciones, hasta cerca de la zona de camas.
Extrañada comenzó a buscar entre los documentos a la vista y justo lo encontró bajo un ligero montón de papeles, a la vez que el sonido se hacía más fuerte y a pesar de la luz baja de la habitación, logró ver a una de las criaturas que la habían estado acechando en las calles con mayor nitidez: parecía una persona a simple vista, pero los ojos no expresaban un vestigio de humanidad, por debajo de lo que parecía ser una “Camisa de Fuerza” que continuaba su costura en una capucha del mismo color marrón, cubriéndole el rostro por completo como se comentó, dejando los espacios necesarios para ingerir alimento, ver y respirar, no tenía lugar a donde ir a menos que decidiera regresar sobre sus pies y sabia también, que eso sería enfrentarse a por lo menos veinte de éstas “bestias”.
Gracias a sus reflejos, logró evadir un ataque del hombre, criatura o “lo que fuera”, momentos antes de apresarla con sus piernas, cayendo al piso e incorporándose casi al instante de haber caído en un movimiento demasiado ágil, contorsionando su cuerpo en movimientos grotescos que ninguna persona podría lograr, de no estar por completo dopado por alguna sustancia exótica o recibido algún rígido entrenamiento. Ese hombre se notaba alterado, incluso al caminar se le podía ver tambalearse, sin lograr impactar al piso y entonces, fue cuando Mari vio por fin, a pesar de su escaso “Sentido de Humanidad”, que, en ningún aspecto, podría siquiera asimilarse a un ser humano, era la burda apariencia, un cascaron del cuerpo de un individuo y también, sabía que podría aniquilarlo sin tener consecuencias legales, ni sentir remordimientos. Salió del breve refugio que improvisó tras una cama del hospital y haciendo también uso de su ingenio, azuzo a la criatura para que la atacara.
Pareciera que los ojos de ambos se cruzaron por un instante ínfimo y a la vez prolongado, movida por el instinto salvaje y a la vez metódico, saltó entre las camas como si de superficies solidas se tratase hasta llegar a espaldas de la criatura; aprovechando la notoria dificultad para desplazarse de su enemigo y que por alguna razón, tenía movimiento limitado, haciendo gala de fuerza y técnica, lo sujetó por la parte trasera de la camisa elevándolo a casi dos metros de un empujón, haciéndolo caer sobre una de las protecciones de la cama, generando un sonido como de un cerdo al matadero, a la vez que se retorció por algunos instantes intentando liberarse de la estructura, quedando algunos segundos después inmóvil y sin más, convertirse en ceniza.
Agradeció en ese momento a su madre por haberla instigado a aprender a defenderse desde los seis años a pesar de que no era una persona violenta y sobre todo, era una niña.