jueves, 25 de octubre de 2018

No me detengan ahora


*Relato publicado en la antología “La Sociedad de los Rockeros Muertos” por Editorial Café Literario.
¡Soy el Amo de los Juguetes!
Y todos los niños y niñas,
son bienvenidos a mi “País de las Maravillas”

Soy el ángel de la alegría
y estoy aquí para pintar el vacío,
¡Bienvenido a mi mundo!
A mi fábrica de juguetes.

Avantasia- The Toy Master

Era más de lo que Rogaciáno podía soportar. No hacía más de un mes que intentó colgarse por el cuello con una corbata en la regadera de su casa, pero el dolor había sido intolerable y cuando la vista se le nublo, sólo por instinto de supervivencia logró desatar el nudo en su cuello. Esa tarde no, lo tenía todo preparado y no había vuelta atrás. Rogaciáno Ruvalcaba era un Heavy, un Headbanger, un Metalhead, un Metalero de “hueso colorado” y mientras escuchaba la canción que consideraba como homónima: The Toy Master del tercer disco de Avantasia, rememoraba su vida antes de renunciar a ella. Una película larga y triste que corría en instantes mientras se inyectaba veinte mililitros de Novocaína pura en la vena cefálica. Ésta ocasión no permitiría que algo tan burdo como el dolor físico le impidiera cumplir su objetivo de desvanecerse de éste mundo.
Su vida sentimental había sido un fracaso al igual que todo lo que había hecho, pensado o tratado hacer: intentó ser músico cantando en una banda de Death Metal y todo fracasó por un problema de faldas, intentó de ser pintor y aunque tenía talento, es imposible “comer” de ese oficio en México. Se enamoró de Mari, ella era una mujer más joven que él, sólo tenía un defecto: era casada. También poco después se enamoró de Úrsula, de igual forma era más joven que él, tuvieron una pequeña niña, sólo que a medio periodo de gestación Gloria apareció en su vida. Ambos se enamoraron.
Cinco años de relación con Úrsula se habían vuelto insoportables y la pequeña Abigail llegó un poco tarde. Rogaciano abandonó a Úrsula y a la no-nata Abigail para amar a Gloria; todo estuvo bien los primeros dos años: pasión y miel derramada hacia todo el mundo: Sin embargo, a su perspectiva, Gloria resultó ser “como los frijoles, al primer hervor se arrugo”. No es que Rogaciáno fuera una “perita en dulce”: casi maníaco depresivo, celoso, inseguro y fumador compulsivo… pero sabía amar, con la pasión y la entrega de un autentico guerrero, un guerrero que se entregó a Gloria sin armadura. Sí hubiese sido Luchador Profesional, se pudo haber dicho que frente a ella perdió “Mascara y Cabellera”. El Karma se estaba cobrando con intereses dignos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en conjunto. Eso no importaba en lo absoluto pues mientras Rogaciáno estaba por quitarse la vida, Gloria bebía café con un hombre al cual conoció por Internet. La vida no le había ofrecido nada y no pensaba esperar a que ésta se dignara a retribuirle de alguna forma, tampoco a seguir recibiendo migajas de amor.
Escuchaba su amado Heavy Metal, la única cosa sobre el mundo que nunca lo había dejado solo. Mientras la Novocaína hacia efecto en él, escuchó canciones como Black Chamber de Blind Guardian, Heal Me Gamma Ray y Hazme un Sitio Entre tu Piel de El Mägo de Oz; estaba perdido y derrotado en el cuarto negro, no había quien lo sanara ni quien le hiciera un sitio entre su piel. A la vieja usanza Punk pensó -No hay futuro- Sólo le remordía la conciencia el no haber asistido nunca a un concierto de Blind Guardian y un poco el no llevar a Abigail hacia el altar.
Tambaleante llegó una vez más hasta la regadera, ambientó sus últimos minutos con Painkiller de Judas Priest, versión Death y al momento de sonar el ultimo riff, Rogaciáno dio también su último suspiro, ésta ocasión sin dolor alguno o remordimiento y satisfecho de morir como una estrella que nunca brillo.
.·.

Por alguna extraña razón abrió los ojos, se asustó un poco al mirar atrás y ver su cuerpo colgado por el cuello con la lengua de fuera, los ojos en blanco y una mancha viscosa en su pantalón a la altura de los genitales que se hacía más grande conforme pasaban los instantes eternos. Se contempló a sí mismo con curiosidad, el temor pasó y se convirtió en resignación, suspiró y se dijo en voz alta:
-Bien, a iniciar con el vagabundear eterno reservado para los suicidas.
Salió del baño, cruzó por la habitación y se dirigió hacia el patio de su casa, de alguna manera se sentía más ligero, aunque cansado. Abrió la puerta, era extraño, seguía todo igual, la jardinera, el Volks Wagen blanco modelo 97, hasta los cestos de basura, como sí nada hubiera ocurrido, sin embargo por la ventana podía ver con claridad su cuerpo inerte.
Sonó el timbre y Rogaciáno, sin razonar en que “No estaba allí”, respondió:
-¡Voy!
Llegó hasta la puerta, intentó abrir y su mano atravesó el cerrojo, se echó hacia atrás sonriente y lo que vio al voltear no le sorprendió en lo absoluto:
Cuatro siluetas encapuchadas de negro lo esperaban con paciencia, una recargada en el viejo “Vocho”, una sentada en las escaleras, otra en el piso y la última, la más delgada y baja en estatura, de pie en el centro del patio.
 -¿Crees que hiciste lo correcto?- preguntó ésta última con un suave y hermoso tono de voz.
-Hice lo que quería y sí fue mi voluntad, fue lo correcto.
El encapuchado que se encontraba sentado en las escaleras soltó una carcajada y respondió:
-Liber Al Vel Legis. La palabra de Aiwass no me es desconocida.
Todos se irguieron, caminaron hacia él y lo rodearon formando una cruz con Rogaciáno al centro.
-¡Venimos por ti! Para llevarte al lugar donde los de nuestra especie descansamos y somos libres por completo, lejos de las cadenas de la carne y de éste mundo regido por Sabaoth- dijo uno de los que se habían mantenido en silencio con una voz rasposa y disonante. El último, el más callado de todos, extendió la mano señalando hacia la pared.
El aplanado de cemento y la pintura comenzaron a despedir una tenue luz que se fue agrandando hasta el punto de cegarlo por completo.
.·.

Cuando Rogaciáno abrió de nuevo los ojos, se sentía descansado y relajado, pensaba en ello cuando una voz a su espalda dijo:
-Esa, buen amigo, es la inigualable sensación de desprenderse de la carne, yo también la busqué igual que tú, sólo que fui un poco más… “exhibicionista” y me arrojé a las vías del tren subterráneo en mi país.
Extrañado, Rogaciáno volteó y casi le da un paro cardíaco… de no ser por estar muerto; Ingo Schwichtenberg, el ex baterista de Helloween estaba sentado bajo la sombra de un árbol.
-¿Qué haces aquí?- preguntó el suicida al otro desequilibrado.
-Pues me sentía solo, no soporté la perdida de mi padre y tampoco el ser despedido de la Banda, así que decidí morir- respondió Ingo con tranquilidad -Sigue el sendero, alguien más te espera. Nos veremos después.
.·.

Sin dudar un momento de las palabras del legendario baterista y héroe suyo, Rogaciáno inició su camino en la dirección indicada. Era una senda de tierra removida y caliente en la cual se veían muchas huellas de botas pesadas. Miró hacia arriba y vio un grupo de nubes negras que se acercaban amenazantes. A un costado del sendero había un hombre de cabello negro y rizado, alto, delgado y con tatuajes en los brazos; vestía un chaleco de cuero, pantalón de mezclilla entubado y tenis desgastados, el estereotipo clásico de vago en la década de los 70’s en el siglo XX, conversaba con otro hombre, con aspecto de hippie, más regordete, de brazos anchos y fuertes.
Bon Scott y John “Bonzo” Bonham compartían una botella de Jack Daniels en una fraternal conversación cuando vieron a Rogaciáno y se dirigieron hacia él. Al toparse frente a ellos y reconocerlos Rogaciáno sonrió, volvió la vista por el sendero recorrido y dijo:
-Esto no puede ser, no me mate y sólo son efectos de la Novocaína provocándome “un mal viaje”.
-Éstas en un error, estás tan muerto como mi amigo Bonzo, Charles Baudelaire y yo.
No mames! Moriste antes de que yo naciera.
-Sí y él también- respondió Bonzo -Lo nuestro fue un accidente.
-Pero un accidente feliz que nos convirtió en leyendas- respondió Bon Scott con una sonrisa y dando un largo trago a la botella de whiskey -Nuestras tumbas ahora son patrimonio cultural; nuestros detractores se deben estar revolcando en sus nubes de algodón por el coraje.
-Sí aún pudieran cagar, padecerían de diarrea- comentó Jhon entre risas -Continúa tú camino, encontraras a alguien especial que te espera más adelante.
-¿Quién es?- preguntó Rogaciáno con curiosidad.
-Sólo te puedo decir que es alguien que cantaba en verdad, no como yo- respondió Bon Scott, dio otro trago profundo a la botella y la pasó a Bonzo. Rogaciáno suspiró al momento de despedirse de Bon Scott y John Bonham.
-Me gustaría platicar un poco más con ellos- pensó -Conocer sus perspectivas de la vida sería bastante interesante.
.·.

Rogaciáno continuó caminando largo rato bañándose en el agua de la tormenta. Lloró al no poder despedirse de las penas y dolores que lo habían acosado hasta el final de su vida, sin embargo, el ser recibido en la entrada del infierno por algunos de “Sus Héroes” había valido su sacrificio. No era un neófito en cuanto a Rock se refería y cuando llegó a la muralla que anunciaba la leyenda “Que abandone toda esperanza quien entre a éste lugar” asociándolo con la mitología de “El Pueblo Maldito” y por obviedad con La Divina Comedia. El encapuchado de complexión más delgada y el primero en hablarle cuando murió, lo esperaba a las puertas del abismo. Rogaciáno sonrió, no había duda alguna, sólo era cuestión de confirmarlo al escuchar la voz que jamás se igualaría ni en la tierra, ni en el cielo… ni en el infierno.
Hola Cariño!- dijo mientras se quitaba la capucha del rostro -¡Bienvenido!
Rogaciáno colocó su rodilla derecha en la tierra, bajó la mirada, con fuerza y solemnidad exclamando con un potente grito de batalla:
Dios salve a la Reina!
Freddy Mercury se veía joven y atlético, no quedaba en él señal alguna de su terrible enfermedad, estaba rasurado, el cabello largo y negro le llegaba a los hombros; se despojó por completo de la capucha que le cubría el cuerpo dejando ver un sencillo pantalón blanco ajustado y una playera de algodón negra. Se acercó al recién llegado y le extendió la larga y delicada mano para ayudarle a ponerse de pie.
-¿Sabes que podría tomarse como un comentario homofóbico?- respondió Freddy con su particular y carismática sonrisa.
 Rogaciáno se apoyó con timidez en la mano del astro del Rock y enrojecido de vergüenza dijo:
-¡Disculpe usted!... eso de “Ser políticamente correcto, se me hace una gran pendejada”…- bajó la mirada al percatarse de mirarle directo al rostro -Creo que es momento de cumplir lo que dije hace algún tiempo.
Extrañado, el magnífico cantante preguntó:
-¿Qué dijiste?
-Pues en una ocasión, mientras me emborrachaba con unos amigos escuchando a Queen dije: Sí hubiera conocido a Freddy Mercury “Le mamo la verga”, así que señor, bájese el zipper.
Freddy Mercury lanzó una fuerte carcajada y río largo rato mientras Rogaciáno guardaba solemne silencio y a pesar de todo dispuesto a cumplir su promesa al aire.
-No te preocupes cariño- respondió Freddy y sonrió con picardía -No me apetece en éste momento, tal vez después.
El suicida no pudo evitar hacer una mueca de desagrado a la vez que de alivio -¡Ni pedo! Una promesa, es una promesa- se dijo a sí mismo.
-Antes de llegar a tú morada final cuéntame ¿Por qué lo hiciste?- preguntó Freddy con el inigualable timbre de voz tranquilo y suave.
-Por qué soy cobarde y débil, no soporté el dolor de la vida, el dolor de amar y no ser correspondido, así como ser amado y no poder corresponder. El fracasar en todo, en lo material, en lo mental y sobre todo en lo espiritual.
-No es cobardía- respondió Freddy en tono afable y conciliador -Fue un lapso de locura y desesperación debido al dolor, instinto de supervivencia por paradójico que se escuche.
-Algo conozco de su vida y sé que me comprende.
-Sí, también sufrí demasiado por amor y de las dos formas que comentas. Mí bien amada Mary Austin soportó todo a mi lado, mi dolor de amor, de soledad, la máscara que debía sostener como una imagen pública ante una sociedad represiva e hipócrita. Esa hermosa mujer me toleró todo y jamás replicó. Ella me amaba como nunca nadie me amó pero tampoco pude corresponderle.
-Eso es terrible, duele horrible, más que sentir el cuello rompiéndose o morir por asfixia.
-Duele tanto como morir de Bronconeumonía- sonrió con amargura y continuó -Fui un hombre de excesos, mentiría sí niego haber abusado del alcohol y las drogas duras, también abusé del sexo. Pero ¿Sabes una cosa? No pretendía una promiscuidad deliberada, sólo un poco de amor sincero, tanto físico como de sentimientos.
-Comprendo- respondió Rogaciáno -Tal vez nuestras preferencias sean diferentes, pero como seres humanos buscamos lo mismo.
-¡He allí el problema!- interrumpió Mercury -Gente como tú y yo no encajamos dentro de la sociedad humana. Nuestra sensibilidad nos aleja de lo frio y vacío que infecta a la sociedad… es el S.I.D.A. colectivo del ser humano. Pareciera que toda la especie ésta infectada con el y con tristeza, la epidemia se está propagando en los nuestros, en “El Pueblo Maldito”.
-¿Existe una cura para esa enfermedad tan terrible?
-Puede que sí, cuando todos en realidad comprendan que amar no sólo es recibir, sí no también dar. Que llorar no representa debilidad, comprender que aunque la individualidad es esencial para la existencia, la felicidad consiste en compartir lo hermoso que existe dentro de cada quien, no el odio ni el orgullo, no la ambición ni la hipocresía, es la alegría de vivir y la sinceridad del individuo, tal cual lo dijo Jesús El Cristo, Krishna y otros tantos.
-Desechar la soberbia y el orgullo tonto… pensar que nadie te merece.
-O lo contrario, creer que no mereces a nadie. En algún momento me llegué a sentir así debido a los tabúes de la sociedad en la que viví, por fortuna los tiempos han cambiado bastante en cuestión de libertad sexual pero se desató la soberbia, la apatía y la indiferencia. La mujer se liberó de las cadenas el machismo y se volvió cruel.
-Pero eso no les quita la belleza- respondió Rogaciáno con melancolía.
-No juzgo a Ingo ni a ti por lo que hicieron, hicieron lo correcto para ustedes, su tiempo llegó en ese momento, sin embargo, sí hubiesen vivido un día más y se hubieran dado cuenta de que todavía amaban, aunque tuvieran el corazón roto y la mente destrozada, el simple hecho de saber que amaban a alguien pudo haber hecho que sus vidas grises se pintaran de colores.
-Créame, lo intenté pero al poco tiempo el dolor regresaba con mayor fuerza.
-Sí, lo entiendo- Freddy le dio un fuerte apretón en el hombro -Hay ocasiones en la vida en las cuales quedas destrozado por un sin fin de situaciones, decepcionas a todos porque parece que no puedes continuar y no eres lo que los demás piensan o suponen que eres.
-Es peor cuando lo piensa el ser que amas, tú pareja o de quien te enamoras con pasión desmedida- continuó Rogaciáno -Llueven lágrimas de tus ojos y no hay quien las seque, ni siquiera quien brindé un pañuelo, ni siquiera una palabra de consuelo.
-Es terrible querido. El hecho de sentirte lejos de casa, solo, aunque duermas en tú cama- Freddy bajó la cabeza entristecido, como sí recordara algo demasiado amargo -Te preguntas ¿Qué hice mal? y te das cuenta que demasiado amor te mata sí no despejas la mente y pones los pies sobre la tierra.
Rogaciáno levantó el rostro, respiró profundo y dio un abrazo fraternal a la leyenda.
-Hay quienes nunca encontramos la salida para eso. La pregunta es ¿Vale la pena dejar de amar sólo porque duele?
-Siendo honesto cariño, tengo la firme convicción de que por amor vale la pena perder el poder, arrastrarse, suplicar y gritar, sólo por una mirada o un beso… o por la simple razón de saber lo que es el amar.
 -Sí no duele no sirve, no es real.
-Acompáñame- dijo Freddy adelantándose unos pasos hasta llegar a unos cuantos metros de las negras y frías puertas del Infierno que Dante describió con excesivo detalle, señaló hacia arriba, hacia las torres que resguardaban la entrada -Cruzando éstas puertas no habrá quien te salve, adentro, no habrá quien te arrope, ni tendrás más lágrimas con las cuales llorar.
-Ahora estoy aquí, yo lo provoqué. Tal vez ni siquiera mis pesadillas se aproximen un poco a lo que me espera dentro pero estoy dispuesto a entrar, prefiero arder toda la eternidad en el infierno judeocristiano a seguir sufriendo hambre de amor.
-Cariño- Freddy se dirigió a Rogaciáno con ternura -¿Estarías dispuesto a borrar todo y comenzar de nuevo?
-Hoy no, hoy todo ese amor está perdido ¡No quiero vivir, no quiero libertad! No vale la pena vivir con el corazón roto. Sé que sólo yo tengo la culpa.
-No te sientas tan mal, pierdes o ganas, es el riesgo que debes tomar en el amor, la verdad es que le puede ocurrir a cualquiera; existe gente en todos lados buscándolo y no lo encuentra jamás.
-Parece que todo está decidido para la gente como nosotros.
Freddy sonrió, dio la espalda a Rogaciáno y empujó las puertas infernales mientras hacia sus últimos cuestionamientos:
-¿Quién se atreve a amar para siempre cuando el amor ha muerto?
-Yo me atrevo- respondió Rogaciáno con una firmeza que desconocía de él mismo.
-¿Estás dispuesto a secar tus lágrimas y las de otros con tus labios, a seguir amando y volverte a enamorar?- preguntó Freddy mientras la oscuridad era lo único visible al frente.
-Si lo estoy, siempre que mire hacia atrás y vea lo que he hecho, no me arrepentiré pues ¡Lo habré hecho por amor!
-¿Quién quiere vivir para siempre?
Rogaciáno avanzó hacia la oscuridad sin siquiera dudarlo y cuando pasó justó a un lado de Farrokh Bulsara, gritó con toda la fuerza de su espíritu:
-¡Sí es por amor, yo si quiero vivir para siempre!
.·.

Rogaciáno abrió los ojos, era un lugar oscuro y tibio, se sintió tranquilo y protegido, consolado; mientras cerca de él, sonaba la versión Blind Guardian de Spread Your Wings, olvidando todo el dolor en el vientre de Abigail, dispuesto y esperando con paciencia, lleno de tanto amor que algún día lo mataría otra vez, buscando quien lo salve, buscando alguien a quien amar, sin miedo, sin presión ni prisa pues el show debe continuar, siendo él un inmortal.