¡Oh!
Quiero vivir mi vida en un cuento de hadas,
donde
siempre exista un final feliz y nunca sea triste,
muéstrame
el camino hacia otro lugar,
donde
el sol siempre brille hasta el final.
Gamma
Ray- The Silence
Hugo contempló
su reflejo en el espejo y llegó a la conclusión de que el tiempo no pasaba sin
dejar rastro, seguía siendo una persona alta y robusta de “mala facha”, pero al
verse en el espejo sosteniendo entre sus brazos a su pequeña hija Juliana,
quien apenas comenzaba a decir sus primeras palabras y en el mismo reflejo a su
esposa Yara aseando la habitación, le hizo respirar tranquilo un momento
y saber que se encontraba en el camino correcto hacia la felicidad, sin
embargo, por una extraña razón, al ver en dicho cristal el reflejo colgado cual
trofeo en el muro, la trenzada cabellera de casi cincuenta centímetros que años
atrás cargara sobre su testa con el orgullo inigualable e inquebrantable de ser
un Metalhead de la auténtica Vieja
Guardia.
Había cortado su
larga y bien cuidada melena -envidia de muchas mujeres- debido a la calvicie
prematura y la necesidad de encontrar un empleo estable dentro de un Despacho
de Arquitectura, profesión para la cual estudió y la que disfrutaba ejercer
aunque no hubiese logrado concluir la carrera en su totalidad, sentía cierta
nostalgia de “aquellos tiempos de juventud”, pero no se arrepentía de las
decisiones tomadas y menos sintiendo su fruto entre los brazos aprendiendo a
decirle “Papá”. Continuaba tocando su
guitarra y ensayando con La Banda los
fines de semana, de vez en vez
aumentando su amplia colección de discos y gracias al buen entendimiento con su
pareja, asistiendo con recurrencia incidental a recitales o eventos en los
cuales participaba su potente grupo musical de Death Metal para el cual
tenía algunas composiciones elaboradas.
Dejó a la pequeña
Juliana sobre el colchón de la cama y sacó la cartera del bolsillo trasero de
su pantalón, extrajo una plumilla para tocar la guitarra y levantó el viejo
instrumento de madera pintado en negro acomodado en un rincón de la habitación,
pero afinado con exquisitez en su sonido. Tomó asiento en un sofá y comenzó a
tocar una melodía de su composición que ya había practicado con anterioridad,
complementándola con otro elaborado y complicado riff que le llegó al
cerebro en ese momento. Se sorprendió a sí mismo debido a la complejidad de la
melodía y al percatarse de cuánto había elevado su nivel de ejecución en unos
cuantos meses, a pesar de no haber practicado más que en las sesiones de ensayo
debido a su en ocasiones absorbente trabajo.
Yara conocía bien
la creatividad y calidad artística de su pareja, la cual valoraba y trataba de
dar impulso dentro de sus posibilidades. A pesar de eso, le sorprendió
escucharlo tocar de tal manera; dejó por un momento sus labores domésticas,
deteniéndose a escuchar con detalle y al momento en que Hugo terminó de tocar,
aplaudió y dijo:
-¡Órale! Te
llego la inspiración desde el Infierno-
-No sé sí es
inspiración Infernal, pero modestia y aparte ¡Se escucha Chingón!-
-Bastante… no lo
digo por elevar tu vanidad, pero sabes que en ocasiones admiro tu inventiva ¡Me
aparejé con un artista!-
Hugo sonrió
alegre, dejó la guitarra a un lado, se puso en pie de un salto tomando a su
pareja por la cintura y le dio un suave beso en los labios.
-Tengo que salir-
dijo él -Voy a casa de mi madre a revisar algunos papeles que tengo guardados
allá-
-¿Te podemos
acompañar Juliana y yo?-
-Me encantaría-
Por fortuna las
dos familias no tenían moral encontrada y gozaban de una plena relación entre
ellas; ninguno de los dos contaba con una suegra entrometida ni debía ofrecer
razones obligadas en cuanto a las decisiones tomadas en su vida personal. Ambos
comenzaron a prepararse para el no tan largo camino, pero meticuloso en cuanto
a lo correspondiente a viajar con un bebe; mientras realizaban los preparativos
Hugo encendió su equipo de sonido y extrajo de su preciada “Collection Box”,
el disco remasterizado Heading For Tomorrow de Gamma Ray para
ambientar las labores. Transcurrieron varios minutos amenos, pero cuando se
escuchó The Silence, él sintió una extraña opresión en el pecho que
desahogó con una escandalosa carcajada.
-¿Ahora qué
ocurre?- preguntó la joven y guapa madre ante la tempestiva reacción de su
pareja. Yara conocía bien a su compañero y sabía cuáles eran sus
manifestaciones de desasosiego.
-Nada fuera de lo
normal, sólo recordé algo…-
-¿Bueno o malo?-
-Debes continuar
tus estudios, serás una excelente abogada con ese ímpetu para interrogar-
respondió Hugo con el cínico sarcasmo que le salía a flote cuando se sentía
encasillado en alguna situación.
-Por el tono en
que respondes no son buenos recuerdos-
-Depende de las
perspectivas, aun así, sabes que no tengo nada que ocultarte-
-Entonces ¿Qué
ocurre? Siempre que escuchas esa canción tienes reacciones extrañas-
-Ya te lo he
comentado otras veces, no veo la necesidad de repetirlo-
-Pues me gusta
escuchar tus truculentas anécdotas; me haces recordar a mi abuelo. La
crónica de como llegó ese disco a tus manos la primera ocasión, es digna de
escucharse una y otra vez-
-Amor, lo que pasa
es que no te he platicado todo el trasfondo y situaciones que ocurrieron
después, por eso es qué escuchar ese álbum en particular me remueve
recuerdos y emociones-
-Excelente-
respondió Yara -Sí no existen escenas de depravación sexual explícitas, me lo
puedes relatar de camino a casa de tu madre ¿Listó para salir?-
Hugo sacó el CD de la bandeja del reproductor y lo
colocó con excesivo cuidado dentro del estuche para devolverlo a su “Preciada Joya”.
Varios minutos después salieron con rumbo a la casa materna de Hugo.
.·.
No era extraño y
si de esperar la posibilidad de un congestionado tráfico vehicular. Lo en
verdad chocante era el silencio de Hugo, quien sólo había mencionado algunas
cuantas palabras, sin más que las necesarias al cuidado de su pequeña hija. Él
nunca fue una persona expresiva o efusiva, sí no más bien sería y un tanto hosca
en ocasiones, lo bueno de su carácter siempre había salido en compañía de Yara
y más aún, después del nacimiento de su bien amada Juliana quien llevaba en el
pecho una pequeña playera para bebe con estampado de la portada del Reging
of Blood de Slayer, otro de los grupos a los que su padre seguía con
fervor casi religioso.
-¿Ya calculaste la
hora en que vas a relatarme lo que te ocurre?-
-¿Ahora la que no
está bien eres tú?- respondió Hugo con expresión de desagrado.
-La verdad es que
si me causa malestar cuando “éstas de malas”, aparte de que éste tráfico no
ayuda, el transporte va lleno “hasta el
tope” y comienza a hacer demasiado calor- respondió Yara con igual gesto.
-¿Yo tengo la
culpa?-
-“No te pongas en
ese plan”, sí nos pusiéramos “sangrones”,
tú eres responsable del peor dolor que he sufrido en la vida-
Hugo no pudo
evitar sonreír a pesar de que le costó esfuerzo; recordar todo lo vivido juntó
a ella le evitaba cualquier momento agrio y con mayor razón imaginando lo que
le deparaba el futuro de una vida en familia con ella. Su pareja no gozaba de
un carácter que se definiría como afable, al igual que él, en ocasiones podía
abusar de soberbia u otros defectos de carácter, habían pasado dulces y amargos
momentos juntos como todas las parejas, incluso contemplando la posibilidad de
separarse en definitiva, pero una realidad irrefutable entre los dos, es que
aún existía amor. Dentro de lo que un sinnúmero de individuos podrían
contemplar como “doblarse ante su vieja”, Hugo comenzó su relato.
.·.
¿Recuerdas mi
aspecto cuando nos conocimos? No me arrepiento de haberlo cambiado un poco,
pues aún puedo traer puesta mi playera de Iron Maiden, pantalón de
mezclilla y botas obreras cuando salimos juntos ¡Bendito sea el Dios de mi
madre y todas sus figuras de yeso por ello! A pesar de eso lo detesto, sí es
que existe, por haberme enviado la maldita calvicie. No me arrepiento de
haberla cortado pero extraño mi melena. En ese tiempo ni siquiera asomaba cerca
el quedarme sin cabello, estudiaba el bachillerato y tenía unos vigorosos
veinte o veintiún años. Ya era mayor para cursar ese nivel pero debido a
ciertas situaciones, dejaba de estudiar durante varios periodos de tiempo…
aparte de ser un vago “hecho y derecho”,
aunque trabajaba con un tío cercano que ejerce el oficio de “mascarero”. Siempre tuve la ambición de
tocar la guitarra, pero me ganaba el desmadre y en lugar de practicar,
me iba de borracho con mis amigos de entonces y me estaba haciendo adicto a la Cocaína. No recuerdo con certeza cual,
pero me encontraba cursando uno de los últimos semestres, iniciaba el periodo
escolar y para no alterar mi mala costumbre, llegué tarde a clases después de
faltar durante toda la primera semana. Como hasta hoy, parece que la vida me
sonríe en muchas ocasiones y así, no había llegado el profesor. Sí la vida no fuera
benevolente conmigo no te habría conocido y no estaríamos juntos; pero ya estoy
hablando dominado por el encanto de tu mirada…
Como te decía: el
profesor aún no llegaba, sin embargo el aula estaba repleta de alumnos y me
habían ganado mi asiento favorito al rincón más alejado del salón. El muchacho
que ocupaba mi lugar era un tipo chaparro,
panzón y prieto, de cabello corto y que vestía una playera de Pantera,
lo había visto en otras ocasiones pero sin prestarle demasiada atención, el
único pupitre disponible era el que estaba junto a él y me dirigí hacia allá.
También cabe destacar que siempre fui más alto que los compañeros de grupo y mi
aspecto era amenazador para ellos, con las arracadas y demás accesorios,
situación que en ocasiones no dudaba explotar para mi beneficio y como en aquel
entonces era todo un pelafustán, le dije en tono amenazador:
-¡Estás en mi
asiento!-
Ese cabrón ni
siquiera me prestó atención, situación que de alguna manera hirió mi vanidad
enfundada en una playera negra con estampado de Megadeth: Killing is my
Business… And Business is Good!,
botas obreras y barba larga. Por esos años se utilizaba casi como un lujo el Walkman,
yo traía el mío en el bolsillo del pantalón, el tipo ese también tenía
uno, aunque de modelo más viejo. Lo apagó, sin más lo colocó sobre la mesilla y
fue hasta entonces que reaccionó en mi presencia, sólo se hizo para atrás
permitiéndome el paso al otro asiento. Cuando me acomodé en la butaca me
preguntó con naturalidad casi familiar por no decir burlona:
-¿Me habías dicho
algo?-
No le respondí,
activé y subí el volumen de mi reproductor de cintas. Él se limitó a enseñarme
una afilada dentadura amarillenta y sacar una cajetilla de cigarros para
encender uno. Dijo algo pero no le presté atención, en parte por indiferencia,
en parte debido al alto volumen de mis audífonos, aunque tiempo después
confirmé que me ofreció uno de sus apestosos cigarros. Sabes que yo fumaba con
exageración, pero la marca que consumía ese güey se me hacía desagradable.
Al poco rato llegó el profesor e inició la clase, de vez en cuando echaba un
vistazo de reojo a ese chavo, extrañado por las cortadas frescas hechas
a navaja qué lucía en el brazo izquierdo.
.·.
-Mi amor, eras un mamón
de primera- interrumpió Yara.
-Pues si… cuando
estás chavo se es bastante pendejo y se tiene que guardar
cierta apariencia; aparte de que nuestra escuela era de terrible reputación por
esos años y ser “rudo” te permitía mantener el poco dinero que llevaras en el
bolsillo-
-Confiesa, tú
también le quitabas el dinero a los más chavitos o a los más dejados-
-Sin comentarios…
pero como te decía…-
.·.
Terminó la clase y
el güey ese encendió un cigarro otra vez a pesar de que el profesor aún
no salía del aula, éste sólo lo miró con gesto negativo. No pude evitar sonreír
ante tal osadía y todavía el cabrón volvió a ofrecerme uno, no me dijo
nada, sólo me pasó la cajetilla abierta. Lo medite un momento y por fin me
decidí a tomar uno, el cual me encendió con cortesía.
-Bonita playera-
dijo.
-Megadeth es
la neta- respondí con holgazanería.
-No me gusta, soy
más exigente, pero el diseño de Vic está chido-
Extrañado y molesto
por el cuestionamiento de mi criterio en cuanto a Metal pregunté con sorna y sarcasmo:
-¿Ah si, que escuchas en tu Walkman?-
-Gamma Ray ¿Y
tú?-
Me desconcertó el
nombre pues desconocía a la banda mencionada, pero sin hacer notar mi
ignorancia, respondí con aspereza:
-Sepultura-
-Son brasileños
¿No es así? Algo he leído en la Metalhammer sobre ellos, pero no tengo
la suerte de haberlos escuchado ¡Afloja!-
La última palabra
la dijo en un tono prepotente que me recordó a mí mismo hablándole momentos
antes, su estúpida sonrisa socarrona que en contraste, le quitaba cualquier
intento de intimidación.
-¿Tú me prestas el
tuyo?- pregunté serio.
-Sí no es albur
está bien, con la condición de que lo cuides porque es difícil de
conseguir-
-Cuido bien mis
cosas y las que me confían todavía más-
Sin decir otra palabra intercambiamos
las cintas. Fue entonces cuando descubrí que lo más cercano a Dios sobre la tierra se llama Kai
Hansen -después comprendí que el
único Dios Verdadero es Dio- No como cantante -pues en ese
disco aún cantaba Ralph Scheepers- o guitarrista, sí no como compositor,
tiempo después llegaron a mis manos los Keeper of the Seven Keys y lo
corroboré. Para mi mala suerte, la cinta de Chaos A.D. nunca regresó a
mis manos pues a ese pendejo se le enredó en las cabezas de su Walkman. Hasta después de casi dos semanas fue
que nos dijimos nuestros nombres y el de él era una “mentada de madre”: Rogaciáno.
.·.
-¿Sabes?- dijo
Yara en un momento que Hugo tomó para respirar y meterse una goma de mascar a
la boca -Esa parte de la historia ya la conozco, incluso la escuché el día que
lo conocí y no varía demasiado en su contenido, sólo en perspectivas-
-Esa noche fue de
una borrachera histórica- respondió él con una sonrisa por demás boba -Todos bebimos como locos-
-A pesar de ser un
desaliñado tenía unos modos desatinados y “especiales” para tratar a la gente-
-¡Fue un hijo
de puta!- Hugo empañó la mueca de alegría que mantenía mientras narraba la
anécdota, pues no era el tono de broma que por lo regular utilizaba para insultar
a sus amigos y más aun refiriéndose al individuo de quien se hablaba.
-Ya perdónalo-
dijo ella -Te estimó tanto como tú a él ¡Déjalo descansar en paz!-
-Ese cabrón no
está muerto, se fue a algún lugar… pero no ha muerto ¡Estoy seguro!-
-Hace más de un
año que nadie sabe de él y se le ha buscado por todos lados-
-Lo sé, lo que me
da coraje es que el hijo de la chingada no me dijo a donde se iba a
largar, ni cuando-
-Parece que
mantuvieras Lealtades Invisibles con él- el tono de Yara fue un tanto
preocupado.
-Aunque no lo
creas, existe una situación similar a eso- Hugo sonrió con aire de ironía.
-Eso me preocupa bastante
¿Por qué lo piensas de esa manera?-
-Eso es lo que no
te he contado-
-Entonces hazlo, a
pesar de que todo mundo escuche, nadie prestara verdadera atención-
-¿Prometes no
mandarme al manicomio después de escucharme?-
Yara lanzó una
indiscreta risotada no común en sus maneras y respondió:
-Sí terminaras en
un manicomio, ten la seguridad de que yo voy primero por el simple hecho de ser
tu pareja, no creas que es fácil vivir contigo-
-Gracias amor, yo
también te quiero-
-Lo sé y sabes que
es reciproco, tal vez sea invadir tu intimidad pero quiero saber más sobre ti,
una de las cosas que me agrada de tu compañía, es que siempre tienes algo de
que platicar-
.·.
No pasó demasiado
tiempo para que Rogaciáno y yo hiciéramos buena amistad, no sólo compartíamos
gusto y amor por el Heavy Metal, también por los videojuegos y los comics;
aunque en la escuela nuestros círculos sociales eran diferentes -el de él era
casi nulo- fuera del horario de clase y trabajo, nos dábamos el tiempo para
reunirnos en mi casa, escuchar música, ir de vez en cuando a El Tianguis del
Chopo o hacer cualquier pendejada como ver películas gore -que
por lo regular él conseguía- o sólo salir a comer Tacos. Por esos años
las cosas eran diferentes, conseguir un disco pirata era carísimo, la
novedad era el Play Station en su primera versión con juegos como el Resident
Evil, Silent Hill y Final Fantasy VII. Yo me daba ciertos
lujos gracias a mi trabajo y él tenía una joyería que le había dejado su papá, El
Roga siempre fue mal administrador, había días en que tenía dinero en
abundancia y otros en que no completaba ni para sus cigarros. Sí algo he de
reconocer en él, es que fue una persona que siempre andaba con un libro bajo el
brazo y gracias a sus sutiles persuasiones, retomé o tal vez desarrollé un
hábito de lectura constante. Un día lo vi llegar con la mochila repleta de
libros, algunos vistosos por las ilustraciones y otros en exceso perturbadores.
-¿Qué tantas chingaderas
traes hoy?- le pregunté.
-Libros de RPG,
Ciencias Ocultas y Filosofía Hermética para complementar
una buena Crónica y organizar una Partida- respondió mientras
vaciaba el contenido de su petaca sobre mi cama, dejando ver títulos tan
extraños como Vampire: The Masquerade, Historia de la Magia, Embrujamiento,
Un Mundo Feliz y un recopilado en fotocopias de escritos de Aleister
Crowley en su idioma original; conocía ese nombre gracias a canciones de Black
Sabbath y King Diamond pero no tenía idea de quién fue El Hombre más Perverso del Mundo.
-Varios de tus
libros están en inglés- dije burlón -No creo que le entiendas, tu español es bastante
malo ¿Y así pretendes comprender el inglés?-
-Chinga tu
madre, pendejo, mejor consíguete a otro güey y te enseño, en el transcurso
de la semana compro algunos dados-
Una semana después
nos reunimos Fausto, Jonathan, Rogaciáno y yo para nuestra
primera sesión de Rol; la mesa duró varios años pero nunca concluimos la
narración de El Roga. Fueron tardes y noches bastante chingonas, poco a
poco se fueron agregando varios amigos más, pero nosotros cuatro iniciamos la Partida.
Ese no es el tema, el punto al que quiero llegar es que esa tarde fue la
primera vez que tuve un acercamiento con lo desconocido, pues a pesar de que
los había visto en ciertas librerías, nunca había tenido un encuentro real con
un libro de Ciencias Ocultas a pesar de que dentro del Heavy Metal se habla de
éstas.
.·.
Después de un
tramo complicado de carretera, el tráfico se aligeró y avanzaron con mayor
fluidez, transcurrida casi una hora y media de camino llegaron a su destino en
la colonia Reforma de Ciudad Nezahualcoyotl, la casa de la
familia de Hugo en donde fueron recibidos con mucha cordialidad, sin mencionar
el gran cariño expresado por su madre a la pequeña Juliana, la menor de todos
sus nietos e hija de su primogénito. Mientras, compartían la mesa con el
delicioso Caldo Tlalpeño que cocinó con gran esmero su mamá, en compañía
de sus hermanas y sobrinos, recordaron con nostalgia algunos momentos tanto
amargos como alegres en la historia familiar.
Un rato después
Hugo se levantó de la mesa y solicitó permiso a su hermana menor -quien ahora
ocupaba lo que fue su habitación- para entrar a la recamara y buscar entre una
caja que había dejado allí con algunas pertenencias que en su momento considero
prescindibles pero que por diversas circunstancias, no quería deshacerse de
ellas. Subió la escalera metálica en forma de caracol hasta llegar a su viejo
refugio, su “Antigua Cueva”, El Viejo Chiquero. Como por reflejo
instintivo lo primero que hizo al entrar fue abrir la gran ventana que asomaba
hacia la calle y afloró la cabeza como en “Los Viejos Tiempos” cuando esperaba
visitas; desde la ventana verificaba cuando sus amigos llegaban a visitarlo
para “pasar el rato” con las actividades acostumbradas o en ocasiones, tomar
algunas cervezas a escondidas. Sabía que nunca engañó a su madre y sólo se
engañaba él mismo pensando que “no se enteraba” de lo que hacían hasta ver a
todos bajar con frecuencia al baño. Con inesperada sorpresa, le llegó un aroma
a tabaco quemado y se le antojó un cigarro, situación que al percatarse le
resulto extraña pues había dejado ese hábito desde que su pareja quedase
embarazada, sacó la caja de cartón con sus pertenencias guardadas bajo la cama
de su hermana. Antes de abrirla se detuvo y bajó de nuevo al comedor donde
todavía seguía la familia conviviendo.
-Voy a La Tienda ¿No necesitan nada?- preguntó
a todos en general.
Nadie respondió de
modo afirmativo; salió de casa a La Tienda de Abarrotes que se encontraba al
doblar la esquina, llegó y pidió una cerveza en lata, dos cigarros sueltos y un
encendedor, quien lo atendió era un viejo conocido de la infancia; después de
ponerse un poco al tanto de la vida de ambos, regresó, pasó de corrido frente a
todos y dijo en voz alta:
-Fumaré arriba, no
dejen subir a los niños-
No hubo mayor
reacción a su comentario y aun así, no prestó mucha atención enfilándose de
nuevo a su antigua recamara. Tomó asiento en el borde del marco de la ventana
abierta, destapó su lata de cerveza, dio un trago largo que le supo amargo y
encendió un cigarro. No pudo evitar toser al exhalar el humo, tiró a su espalda
el primer residuo de ceniza y comenzó a abrir la vieja caja de cartón; dentro
encontró cintas de audio cuyo contenido ya tenía en CD o MP3,
revisó algunas láminas de su periodo como estudiante de arquitectura, revistas
de Rock, tablaturas para
guitarra y varias libretas entre las cuales encontró con satisfacción lo que
estaba buscando. Verificó su contenido con alegría y dio otro trago a su
cerveza la cual casi escupe al contemplar a Yara quien lo miraba con atención,
recargada en el marco de la puerta.
-¡Se me antojó!-
la sangre le subió al rostro, apenado tiró el cigarro encendido por la ventana
-No llevó ni la
mitad, la acabó de abrir y…-
-¿Por qué me das
explicaciones?- dijo ella -No tiene nada de malo, no fumamos ni bebemos desde
mi embarazo; después de todo, siento que necesitamos “una noche para nosotros”
aunque a decir verdad, no se me antoja ni el alcohol ni el tabaco-
-Por lo regular a
mí tampoco, no comprendo que me ocurre el día de hoy-
-Yo tampoco, estás
demasiado extraño-
-¿Y Juliana?-
-Está dormida en
la cama de tu mamá-
Hugo sonrió,
guardó las cosas que sacó de la caja para regresarla a su lugar y preguntó
mirándola a los ojos:
-¿Quieres escuchar
lo más descabellado de mi historia?-
-Me gustaría bastante
y en verdad, pienso que nos haría bien caminar juntos los dos-
Hugo se acercó
para besarla pero se detuvo a unos centímetros dejándola esperando.
-¿Qué ocurre
ahora?- preguntó Yara extrañada.
-¿No te molesta
que huela a cerveza y cigarro?-
-Te conocí en una
borrachera-
Ambos cruzaron
miradas de complicidad y aprovechando que no había nadie más, se besaron con
pasión durante varios minutos tentados por instantes, a profanar la cama ajena;
consientes en que no era un lugar pertinente para desatar su entusiasmo,
respiraron profundo, relajando las hormonas y se decidieron a salir.
Las calles
aledañas no eran el mejor lugar para dar un paseo a media tarde, pues aún no
contaban con pavimentación y el viento o algún automóvil que pasara por allí,
levantaba una polvareda intensa. Varios años atrás, era considerado un barrio
conflictivo y violento, pero el tiempo no pasa en vano y las cosas se habían
relajado bastante pues los miembros de las viejas pandillas “sentaron cabeza” o se alejaron de la
zona, perseguidos por la ley o emigraron buscando “nuevos aires”. Avanzaron varias calles hasta llegar a una avenida
ancha sobre la cual se extendía al costado una larga muralla blanca, abarcando
más de cien metros hacia varias direcciones, formando un extenso cubo con
algunas entradas enmarcadas por rejas metálicas. Lucía un tanto tenebroso a
pesar de la luz del día y no estaba de más, pues era el conocido y extenso Panteón
de Los Rosales, rodeado por incontables leyendas turbias.
-Aquí comenzó lo
descabellado- dijo Hugo.
-Cuéntame tu
“historia de terror”-
-No es tanto como
una historia de terror, pero si hay fantasmas en el relato-
.·.
Durante las noches
ésta calle se siente fría sea cual sea la temporada del año. Como bien sabes,
tenía el hábito de irme de parranda con frecuencia; era una noche de treinta y
uno de octubre, asistí a una fiesta no lejos de aquí y ésta calle era transito
obligado para regresar a casa. Fue una festividad de Halloween de la
cual salí pasado de copas como era mi costumbre, pero no lo suficiente como para
perder la consciencia -aunque mi andar fuera tambaleante nunca tropecé al
caminar de noche en estado etílico, ni vomité en una peda- la calle
estaba solitaria y las puertas del cementerio abiertas, lo noté de un vistazo
rápido y deduje que era debido a la ancestral tradición de Día de Muertos, aunque siendo sincero me puso nervioso. Para
relajar el malestar encendí mi Walkman con el Serpents of the Light de
Deicide, las voces guturales de Glen Benton me produjeron esa
engreída confianza en mí mismo que por lo regular nos produce Nuestro Maldito Ruido a quienes amamos
el Metal y en ese momento me dije a mi mismo en voz alta:
-Aviéntenme al
Diablo empinado y sin calzones-
Varios metros
adelante vi a una mujer que caminaba a media calle, supuse que venía en un
estado similar al mío, sentí gacho al ver a una chava joven y
sola andando por la calle a esas horas -tenia “buen lejos”- aunque en
verdad no le presté mucha atención- Después de varios pasos, mi reproductor de
cintas comenzó a escucharse mal, detuve su funcionamiento y con molestia
verifique que la cinta se había enredado en las cabezas de la maquinaria, me
dio tanto coraje que saqué el casette rompiendo la cinta y furioso lo
arrojé contra el blanco muro de ese “camposanto”. Como bien sabes, ese es uno
de mis álbumes predilectos y tal fue mi molestia, que hasta la
borrachera se me cortó, respiré profundo y saqué mi cajetilla para fumar un
cigarro. Encendí el tabaco, la mujer ya estaba a unos cuantos pasos de mí, se
me hizo extraño que en lugar de cambiar la acera como es habitual en la gente
cuando ve a un Metalhead en una calle solitaria, se acercara hasta mí con
confianza y dijera:
-¿Puedes regalarme
un cigarro?-
Extrañado, le
ofrecí la cajetilla y cuando tomó el tabaco entre sus labios acerqué la flama
de mi encendedor para que lo prendiera, disimulé cualquier acercamiento o cruce
de miradas para no incomodarla; una vez creada la brasa, di un paso para continuar
mi camino, cuando escuché que me hablo otra vez:
-¿Ya te vas?
¿Entonces para que me llamaste?-
Me detuve y solté
una carcajada obvio reflejó de mis nervios alterados, por un momento dudé entre
la opción de mirarla con detalle o salir corriendo como “alma que lleva el diablo” -pocas personas llegan a ver o vivir algo
así- sin imaginar la realidad de aquella frase popular aplicada a mí en ese
momento y entonces recordé las Sesiones de Rol de cada viernes en mi
casa, tomando el papel de mi personaje vampiro Assamite de Séptima
Generación y sin volver la mirada, respondí con todo el valor que me daba mi
hoja de estadísticas y espíritu rebelde, inspirado en todas las canciones de
Heavy Metal que había escuchado hasta ese momento, repasando en un instante
cada letra, cada mensaje sobre satanismo y cosas similares, diciendo con una
sobriedad irreverente que nunca más he vuelto a manifestar:
-No me engañas, el
verdadero Lucifer no se tomaría a
pecho la provocación de un borracho trasnochado-
-Tú no dijiste
Lucifer, dijiste Diablo, ofreciendo una noche de pasión en tu limitado
vocabulario ¿No es así?- la respuesta de lo que había supuesto era sólo una
joven trasnochada, fue por demás sarcástica y burlona.
-Regodéate en mi
impertinencia sí es lo que te satisface, pues no obtendrás otra cosa de mí- por
un instante sentí que mis esfínteres iban a ceder.
-Me llamaste y no
pienso regresar al Infierno con las manos vacías, vendrás conmigo aunque tenga
que llevarte arrastrando de los huevos-
-Inténtalo- dije
apretando los dientes, al hacerlo se me escapó un estruendoso gas y un
chisguete de orina.
“Esa cosa” soltó
una carcajada escandalosa que comenzó a triturarme los tímpanos haciéndome
perder el equilibrio y tambalearme, evité caer por completo pero quedé postrado
de rodillas, lo que vi después de eso nunca podré olvidarlo: todas las sombras
alrededor parecían tomar conciencia y se desgarraban formando de sus despojos,
siluetas con apariencia humana demasiado burda, a algunas de tales formas les
sobraban extremidades, ya fueran brazos o piernas, en otras distinguí dos
cabezas pegadas a un solo cuerpo, con delgadas colas largas o gruesas y
primitivas que me recordaron por un instante de fuga mental, los documentales
sobre dinosaurios exhibidos en las clases de biología; en ese momento deseche
todas mis clases sobre ciencia, la ciencia que nunca podría darme una
explicación a lo que estaba viendo a menos que fuera diagnosticado con un mal
mental agudo, situación que no estaba lejos de ocurrir, pues muchas de las
cosas que Roga narró en
sus historias y yo viví en mi fantasía, se estaban manifestando en mi realidad
objetiva, cimentada en todo lo que me habían enseñado en la escuela y se
contraponían incluso, a lo demostrado por la geometría descriptiva, al notar como
detrás de éstas figuras o a través de ellas, los edificios, en su mayoría
constituidos por ángulos básicos de noventa grados, se contorsionaban de tal
manera que alcanzaban mediciones que jamás hubiera podido siquiera imaginar
para realizar algún proyecto, ni siquiera el más descabellado. Perdí la
consciencia en un momento que como ya comenté, era una fuga mental instigada
por mi instinto de auto conservación, haciéndome dudar de todas las acciones
realizadas con el afán de ofender y cuestionar las creencias de mi familia, iniciando
con mi madre; pedí a su Virgen de Guadalupe, así como a todas las
figurillas de yeso escupidas y orinadas en el pasado, que me librasen de todo
aquello.
.·.
-Ya comprendo un
poco más tú personalidad “un poco” trastornada- dijo Yara con una sonrisa
burlona -Ya es un poco tarde y queda un camino largo para regresar a casa-
-Tienes razón,
regresemos a casa de mi Jefa-
Ambos volvieron al
antiguo hogar de Hugo sujetados de la mano, no tardaron demasiado en salir de
allí; Yara tomó a su hija en brazos, él empacó las cosas de Juliana y la vieja
libreta. El clima estaba un poco frio y nublado, apuraron el paso para no
arriesgar a la pequeña niña a una gripe.
Una vez acomodados
en el transporte, Yara preguntó:
-¿Qué ocurrió
después? ¿Como saliste de eso?-
Y así, Hugo
continuó con su relato…
.·.
Desperté en mi
cama, no sé en verdad qué ocurrió después de mi encuentro con esa “cosa”,
entidad, espíritu, demonio o sea lo que sea. Mi mamá me platicó que me
encontraron tirado, perdido de borracho en la esquina de la calle donde estaba
mí casa, situación de la que dudo, pues me había puesto pedas peores y
nunca terminé en el suelo, menos en la calle. A partir de esa noche, comencé a
tener unas pesadillas bastante perturbadoras al igual que mis hermanas; incluso,
debido a esos sueños, llegué a despertar con el calzón orinado. No es grato
recordarlo, “hacerte en la cama” a
esa edad es un tanto vergonzoso.
Al viernes
siguiente, teníamos reunión para jugar y Roga me llamó por teléfono para avisar
que llegaría un poco más temprano, para enseñarme algunos discos raros y comics
que había conseguido; quedamos de vernos a las cinco de la tarde ya que todos
los demás estaban citados hasta las siete. Por alguna razón, para aquel
entonces, pareciera que yo sentía su arribo y siempre me asomaba por la ventana
justó cuando cruzaba la calle: asomé la cabeza y él ya estaba en la puerta, el cabrón
me arrojó la piedra que tenía preparada para lanzar contra el cristal
golpeándome en plena frente, yo le enseñé el codo y él me respondió
presumiéndome el dedo medio.
Bajé para abrirle
la puerta y recibirlo con unos “raquetazos”
en el pecho al puro estilo de Lucha Libre como lo hacía El Maestro Pierrot
Jr. y una patada entre las piernas, señal de bienvenida y agradecimiento
por el golpe que recibí en la cabeza.
-Pinche culero ¿Por
qué me “pegas”?- me preguntó entre gimoteos mientras se revolcaba en el suelo
debido al dolor del golpe que impactó en sus partes blandas.
-Eso es por la
piedra que me arrojaste- le di una patada más en el pecho con bastante fuerza
-Y esto es por gusto-
Después lo ayudé a
ponerse en pie y sacudirse el polvo de la ropa, entró trastabillando a la casa
y cuando mi mamá nos vio pasar, ella dijo:
-¡Sí continúan
golpeándose entre las piernas no tendrán hijos!-
Mi Jefa conocía
nuestras “expresiones afectivas” y ya estaba acostumbrada a ello… aunque obvio
que no estaba de acuerdo. Subimos a mi habitación y nos “desparramamos”, yo en la cama y él en un viejo sillón que no
recuerdo de donde había salido, pero servía para tomar asiento. Roga vació su
mochila sobre mi cama y me mostró el Carving a Crimsson Carrier de Brimstone,
Supreme Art of War de Storm Lord y lo más nuevo de ese tiempo que
era Awaking the Centuries de Haggard, Fatal Atractions en
inglés, así como The Return of the Dark Knigth escrito por Frank
Miller y algunos números de Sandman y Death: The High Cost of
Living. Había escuchado hablar de algunos, pero en esos años internet era
de difícil acceso y conseguir esas joyas aún más. Comencé a ojear los comics
de Neil Gaiman y puse en el reproductor de discos el de Brimstone.
-¿A quién
robaste?- pregunté sarcástico.
-A nadie, voy a
inaugurar una tienda de comics en los locales donde tenía la joyería, “ya troné”. Quiero vender artículos de
colección, no sólo esas puterias de animación japonesa que en unos
cuantos años serán la onda. Quiero promover el arte-
-Está cabrón,
de cualquier modo te deseo fortuna. No te lo digo por “mala leche”, pero sabes que en éste país no se aprecia el arte-
-Si, estoy
consciente de eso. En éste país no se aprovechan los cerebros y talentos, se
explotan o denigran… pero cambiando de tema ¿Dónde conociste a tu nueva novia?-
La pregunta me
tomó por sorpresa, no pensaba comentar lo que estaba ocurriendo a nadie pues
sabía que “me tirarían de loco” o
algo similar. Las cosas ocurrieron con velocidad vertiginosa, las pesadillas
perturbadoras que atacaban a toda la familia, aparatos electrodomésticos
encendiéndose o apagándose sin motivo, golpes en los cristales, sombras que se
movían, psicofonías en los ductos de agua y gas, reflejos en los espejos, mis
pantalones mojados de orines, objetos moviéndose… mi madre y hermanas estaban
aterradas y por llamar a un sacerdote, a lo cual me oponía pero no refuté, pues
aunque me avergüenza un poco decirlo, estaba atemorizado. Aun así, era un
problema familiar.
-¿Cuál novia?-
pregunté con disimulo.
-¿Como que cual?
Ese demonio femenino menor que está deambulando por tu casa. Bueno, los
demonios, al igual que los ángeles, no tienen género, pero éste toma aspecto de
mujer y se acaba de ir a “dar una vuelta”;
hace un momento trataba de ocultarse tras la puerta pero cuando lo saludé huyó
despavorido, como supongo también está toda tu familia-
-¿Te estás
burlando de mí?-
-Siempre he
cuestionado tú inteligencia ¿Qué te extraña? Malo que lo hiciera a tu espalda,
pero siempre lo hago de frente- respondió Rogaciáno con sorna -Te propongo
deshacernos de esta entidad-
Solté una
carcajada escandalosa, más que por el inadecuado y descabellado comentario,
debido al nerviosismo que me causaba abordar ese tema. El Roga con frecuencia,
me platicaba de sus aventuras con cosas sobrenaturales, pero siempre pensé que
eran anécdotas distorsionadas de los lugares en donde acostumbraba jugar RPG.
-¿Como haremos
algo así, pendejo?- pregunté incrédulo y a la vez divertido.
-¡No tengo idea!-
-No me jodas,
conociéndote, lo único que lograras es hacerla enojar-
-Tal vez tengas
razón- respondió Roga encendiendo un cigarro -Pero cualquier cosa sería mejor
que tener a tu familia asustada o llorando de miedo-
-Es verdad- dije -Aunque
no soy cercano a mis hermanas, no es grato escucharlas gritar o saber que se
despiertan llorando por la noche-
-¿Entonces a que
le temes?-
-A que esa “cosa”
sea más fuerte que nosotros. Aunque sigo sin comprender por qué no molesta a mi
mamá-
-No es tan difícil
deducirlo, es porque tu mamá tiene una fe
firme. No puedo afirmar sí el dios judeocristiano es falso, pero en ocasiones,
la gente que deposita su fe en él es capaz de hacer milagros, aunque tengo una
teoría de porque es así. Te lo comentaría sí no fuera algo disparatado-
-¡No mames!
¿Qué puede ser más disparatado que cualquiera de tus anécdotas mafufas y
más aún, cualquier cosa que planees para sacar a esa chingadera de
aquí?-
-Eso no me
preocupa, puedes burlarte-
-¿Por qué dices eso?-
-Por qué yo no voy
a hacer nada, lo harás tú, yo sólo te diré que hay que hacer-
-En ocasiones me
das miedo-
Los demás amigos
llegaron en punto de las siete de la tarde, aunque mi habitación estaba llena
de “roleros” y estábamos a medio verano, toda la casa se percibía fría;
algunos se quejaron pero no cerramos la ventana debido al humo de cigarro.
.·.
-¿Y qué pensaba
hacer el psicótico de tu amigo?- preguntó Yara con una sonrisa burlona.
-Supongo que yo
tenía la misma expresión que tú los dos días antes de nuestro viaje al Mundo Subterráneo- la respuesta de Hugo
fue con el mismo matiz casi solemne que había utilizado todo el día ignorando
las insinuaciones de burla.
-¿No se te hace un
nombre pretencioso?-
-En definitiva,
no-
.·.
Dos días después,
a eso de las cinco de la tarde, Roga llegó a casa; extraño en él, no llevaba
una playera con estampado, sí no una vestimenta negra en su totalidad, sin
adornos, colgantes o cosas similares. Saludó a mi mamá al entrar y nos
dirigimos a mi habitación; al ingresar en ella, lo primero que hizo fue colocar
el espejo que utilizaba para arreglarme sobre una silla de madera al pie de mi
cama y encendió tres veladoras blancas, las cuales acomodó en posición
triangular.
-¿Para qué son
esas pendejadas?- le pregunté con una sonrisa, más que de burla o miedo,
era de nervios alterados.
-Pondrás en
práctica al pie de la letra el sabio proverbio de mi papá: “Cállate, no la
hagas de pedo y haz lo que te digo”- dijo con una expresión por de más
seria que no le conocía -Acuéstate en la cama y cierra los ojos-
-¡De pendejo!
¿Qué tal sí me violas?-
-No te preocupes
por eso, no me atraes en lo más mínimo, estás obeso, peludo y tienes un “cachito” de carne colgando entre las
piernas que me causa repugnancia, sin contar sus diminutas dimensiones- a pesar
de que la respuesta fue con obvio tono de mofa, su rostro no se ablando sólo un
poco.
Nunca dudé de la
palabra de mi amigo a pesar de todas las bromas soeces a las que nos sometíamos
uno a otro, así que me recosté sobre la cama mientras terminaba de encender las
velas y una rama de copal que sacó de su bolsillo mientras fumaba un
cigarro.
-¿No es
contraproducente que fumes mientras haces todo esto?- pregunté extrañado.
-El cigarro
también produce enfisema pulmonar, disfunción eréctil y varios males más, pero
los muertos no fuman y ningún ente extracorpóreo se pondrá rejego por el
humo- respondió.
-¿Es sarcasmo o es
verdad?-
-No lo sé, lo
investigaremos en poco tiempo-
A partir de ese momento,
todo fue más extraño pues nada encajaba con los conceptos que tenía sobre la
realidad, al igual que en aquella noche de octubre unas semanas antes, sin
embargo en esa ocasión no sentí más que un leve golpe en la frente y a pesar de
la certeza de mantener los parpados cerrados siguiendo las indicaciones de
Rogaciáno, mis ojos se mantenían observando todo aquello:
Lo que recuerdo,
aunque un tanto distante y borroso, fue haberme puesto en pie y observado mi
cuerpo tendido sobre la cama con las manos cruzadas sobre el pecho y Roga
acercarse para acomodarme la pierna derecha flexionada, dejando el pie sobre la
espinilla de la otra pierna; al volver la vista hacia el frente y distinguir
que el espejo ya no me reflejaba fue traumático, se convirtió en una especie de
ventana hacia el infierno o un lugar similar, pues a través del cristal, se
veían edificios derruidos, flamas consumiéndolo todo y sombras tan negras como
el éter o como sea que llamen a la inmensa negrura que constituye el espacio
exterior. Rogaciáno me miró un instante para después tomar asiento sobre otra
vieja silla, hacer lo mismo y cerrar los ojos, instantes después, ya había dos
Rogaciános también, uno sentado, dormido o en trance y otro de pie juntó a mí.
Recuerdo haber caminado hacia el espejo, cruzar a través del reflejante cristal
y tener la sensación de “sumergirme en agua sin mojarme” e instantes después,
caminar a través de una calle en la cual se levantaba una increíble polvareda
con grandes charcos de agua estancada y pútrida, construcciones viejas o
recientes en ambos lados de la calle… todas me eran familiares.
-¿Dónde estamos?-
le pregunté en voz baja, casi en un susurro.
-Ya casi llegamos,
no te preocupes- me respondió con tranquilidad.
No sentí miedo, sí
no aquella sensación de alerta que se experimenta cuando se cae en cuenta de
que estás en un lugar nuevo y extraño, donde se huele el peligro en todo, como
en una zona de guerra declarada. La verdad es que en cualquier momento esperaba
escuchar la alarma que nos pusiera al tanto de un ataque aéreo -pues por ese
entonces era aficionado al cine bélico y estaba un poco paranoico-
-¿Ya no estamos en
Kansas verdad?- pregunté con una sonrisa más falsa que los billetes de
trescientos pesos con la figura de Pancho Villa al frente.
-No, no hay Camino
Amarillo, aquí no hay nada, ni vida ni muerte- dijo Roga mientras caminaba
unos pasos adelante de mi -Sólo dolor y almas torturadas, observa el lugar
donde llegamos-
Estábamos al pie
de mi ventana, la fachada era la misma así como toda la estructura pero los
cristales estaban opacos y empañados, ya fuera por el polvo o el paso del
tiempo que se manifestaba en ese lugar; eso era en la planta baja, en el nivel
superior aunque lucía el mismo aspecto de abandono, parecía que las grietas
albergaban alguna especie de vida -sí se le puede llamar de ésta manera- al
igual que los empañados y sucios cristales, los cueles me daban la impresión de
algún rostro vigilando nuestras acciones. Fue una sensación difícil de explicar
la que tuve al contemplar mi casa en un estado tan deplorable, al igual tiempo
que sentirme extraño en el lugar en donde había transcurrido toda mi vida.
Caminé hasta la puerta de acero que hacía de zaguán y me detuve un instante al
sentir en la palma de mi mano tanto la sensación del polvo, como las costras de
pintura adherirse o deshacerse ante mi tacto. Miré hacia atrás para ver a Roga
y solicitarle indicaciones; él sólo sacó un cigarro de su bolsillo, lo encendió
y me indicó que entrara con un movimiento de cabeza un tanto desganado.
Me cuesta bastante
trabajo aceptarlo, pero la verdad es que sí hubiera estado yo solo, me hubiera
“rajado” y salido corriendo de allí gritando como una fanática de Menudo
eufórica por completo, pero saber que contaba con alguien de mi confianza para
“cubrirme la espalda”, inyectó en mí una confianza que analizo hoy como
absurda.
Antes de abrir la
puerta en su totalidad, comencé a cantar con voces guturales:
Face, the enemy, stare inside you,
control, your thoughts.
Destroy, destroy'em all.
You censor what we breathe,
prejudice with no belief,
senseless violence all around,
who is it, that keeps us down.
Slave new world
de Sepultura fue lo primero que se me vino al cerebro y me regresó al
recuerdo de mi cinta del Chaos A.D, entonces volví el rostro molesto y
le dije:
-¡Ni te hagas güey, por qué todavía me debes mi
cinta!-
-Ni estar en éste
mundo te quita lo miserable… mejor pon atención a lo que estás haciendo- me
respondió más como una reprimenda cínica, que pretendiendo una evasión a la
deuda.
Lo que ocurrió
después fue en exceso rápido, no podría precisar el tiempo exacto pero para mí
fueron en unos cuantos minutos, tal vez cinco o unos pocos más.
La puerta se abrió
como sí alguien me estuviese cediendo la entrada, en ese momento se me erizaron
los cabellos de la nuca y la piel se me “enchino”,
pues antes de dar el primer paso hacia adentro, sentí como sí alguien entrara con
escabrosa urgencia, pasando a mi lado dándome un leve empellón, pero no era más
que una corriente de aire frio o eso me pareció; miré a Rogaciáno y éste soltó
una carcajada escandalosa, de esas que sólo daba cuando se contaban “chistes” crueles o de humor negro,
después de tomar aire, me invitó a entrar a “mi casa” con un gesto de manos
bastante condescendiente que me hizo sentir como un niño tímido. No alegué nada
y di mis primeros pasos con inseguridad dentro de la construcción, la cual me
provocó cierta nostalgia, pues recordé los años en los cuales mi padre comenzó
la construcción de la casa y ésta se encontraba en “Obra Negra”. No fue una
mala época, durante ese periodo de tiempo iniciábamos una vida familiar y
armónica. Los muros lucían su superficie original de ladrillo sin recubrimiento
y la instalación eléctrica se exponía fuera de sus ranuras soltando chispas que
de haber algún material inflamable a su alcance, hubiera provocado un incendio.
Ciertos detalles me devolvieron la conciencia sobre el lugar en el que estaba,
pues a lo largo de la cochera y el patio, había castillos de concreto en
lugares en los que por lógica, no los debería de haber y no se tenía planeado
construir allí, conocía la planeación de la casa desde que mi padre compró el
terreno, aunque yo era pequeño en ese entonces; recuerdo con claridad como él
me paseaba por el terreno, intentando explicarme su proyecto de como debería
concluirse la estructura, tal vez allí comenzó a gestarse mi gusto por la
arquitectura.
Recorrí la cochera
y el patio mirando las habitaciones desde afuera, sintiendo una gran tristeza
al imaginar que en un determinado momento, la casa de mis padres llegaría a
quedar en tan lastimero estado: los vidrios de las ventanas continuaban en su
lugar, aunque rotos y empañados de mugre, las puertas colgaban sobre sus goznes
y los muebles estaban destrozados, las sillas rotas, los recubrimientos de los
sillones desgarrados, algunos trastes aún reposaban sobre la mesa con vestigios
de comida putrefacta, albergando en su interior un nuevo caldo de cultivo, una
vieja televisión de bulbos con el cinescopio reventado y arañas o cucarachas
vagando libres por todos lados; no tuve el valor suficiente para aventurarme al
interior.
-¡Órale que no
traigo itacate!- me gritó El Roga.
Aún hoy en día,
cuando recuerdo esa situación, no logro explicarme como Rogaciáno entró a la
casa y pasar juntó a mí sin qué notara su presencia, está de más redundar en como
era la estructura de la estancia en esa extraña visión, ya fuese en ese mundo
irreal o en el nuestro, era imposible que pasara a mi lado sin que notara su
presencia. A pesar de mi estado emocional en ese momento, omití cualquier
pregunta y sólo hice un gestó de manos que supongo también se dibujó en mi
rostro, preguntando qué hacer. Me señaló hacia arriba con una mueca divertida y
pensé -Éste cabrón se está burlando de mí-
Miré en la
dirección en que se encontraba mi habitación, el camino hacia allá estaba en la
misma colocación al igual que en “la realidad”, lo perturbador para mí en ese
momento, era el lamentable estado de decadencia que mostraba todo. La escalera
metálica con forma de caracol estaba corroída por el óxido y en el
recubrimiento de pintura -igual que en el zaguán- se vislumbraban costras de
pintura vieja que se desprendían de la superficie al mínimo tacto o se
convertían en polvo al sujetarlas; el deterioro debido a los efectos del óxido
llegaba a tal punto que volvía frágil incluso el acero, no quebradizo, más bien
maleable. La sensación de subir las escaleras fue extraña pues a mis pies
sentía los escalones ceder a mi paso, contorsionándose bajo el peso de mis
botas como sí fuese goma de mascar y en varias ocasiones, tuve la impresión de
caer al doblarse por completo la desvencijada escalera, aún a pesar de su
estructura blanda, mis pasos resonaban como objetos metálicos sólidos al choque
de mis pies.
Llegué hasta la
marquesina en la cual se sostenía la escalera y el cabrón de Rogaciáno
ya estaba allí, sentado en el borde, con los pies al aire y fumando tranquilo,
mientras yo estaba siendo agobiado por una serie de sentimientos no demasiado
positivos que me destrozaban los nervios y la escasa cordura que mantenía
-hasta hoy, continuó cuestionando el como llegó él hasta allí-
-Dame un cigarro-
le dije con tono carente de cortesía y respeto, nunca volví a utilizar ese tono
para hablar con él en ocasiones posteriores.
-¿Sólo por tus huevos?-
fue la respuesta prepotente que recibí, la cual no me desconcertó, me pasó el
cigarro encendido que tenía en la mano y sonriente completó su reproche burlón
cuál era su costumbre -¡Sólo una fumada! Puede hacerte daño en los pulmones y
más aún con lo que viene-
-No veo coherencia
en eso, sí tú mueres, será por enfisema pulmonar o de “la madriza que te daré
cuando regresemos a la casa”- le di una profunda calada al cigarro -Eres la
persona menos adecuada para hablarme sobre los riesgos del tabaquismo ¿Como
hiciste para traer cigarros a éste lugar?-
-Ya ves, uno que tiene sus mañas. Mejor termina
con esto, ya tengo hambre y tú pagaras la cena-
-¿Qué te asegura
eso, pendejo?-
-Que sí ésta
entidad te rompe la madre, pueden ocurrir dos cosas: te quedas en éste
lugar por toda la eternidad o va a estar chingando a tu familia hasta
que mueran todos, incluso tus nietos, así que la decisión es tuya; puedes hacer
una oración, sí lo consideras prudente, antes de entrar a “tú habitación”-
-¿Otra vez te
estás burlando de mí?-
-No, esto es en
serio, sé que no eres demasiado espiritual, yo tampoco, pero hacerlo tal vez
calme tus nervios y toma en cuenta que va el bien estar de tu familia de por
medio, gracias a ser tan “hocicón” e
impertinente-
-“El burro hablando de orejas”-
-Estoy de acuerdo-
respondió Roga -Si soy hocicón,
impertinente, burlón, sarcástico, vulgar y tengo “muchas virtudes” más, pero
con el pequeño detalle de que mi familia más cercana se encuentra a más de tres
mil kilómetros de distancia, puedo negociar con almas, espíritus y demonios sin
excesivo riesgo-
-Tendrás familia
algún día-
-Es probable, pero
sí tengo hijos…- sonrió con una alegría real y extraña en él, hacía ver su
rostro como el de una persona normal -También tendrán las mismas capacidades y
conexión que yo, podrán ver y hablar con las cosas No Visibles, eso no me preocupa. Sí es que algún día llego siquiera
a perder la virginidad… hasta hoy, no he encontrado a la mujer adecuada, tal
vez si tenga hijos…-
-No mames Roga,
tienes diez y nueve años ¿Aún eres virgen?-
-¡Eso te vale madre!- respondió
molestó -Ocúpate en lo tuyo-
-¡Huy! Que susceptible- no ahondé en el
tema y di la vuelta para seguir avanzando.
El paisaje era
parecido a lo que había abajo y eso no me extraño, la única variación era en el
mobiliario de esa estancia que algunos años atrás había ocupado como estudio
antes de que una de mis hermanas se mudara allí después de casarse; donde hoy
en día está su cocina, antes se encontraba mi mesa de dibujo y en esa bizarra
realidad seguía allí, sólo que con la superficie de la tabla principal
astillada y el banco para sentarse, corroídos tanto por el tiempo como por lo
que supuse, eran polillas. Esparcidas por el piso, se encontraban las muñecas
de mi hermana más chica y por un momento me dio la impresión de que éstas
figuritas femeninas de plástico, se pondrían de pie y se lanzarían sobre mí como
en alguna escena de película de terror, de esas producciones pésimas de los
años ochenta en el siglo pasado -aunque a decir verdad, en pleno siglo
veintiuno, esto no ha mejorado en demasía, una situación lamentable para
quienes disfrutamos de ese género cinematográfico-
.·.
-Tan interesante
que va tú cuento- dijo Yara con sarcasmo no bien disimulado -Bajamos en la
próxima calle, carga a Juliana mientras pago el transporte-
-Tengo la
impresión de que “me estás dando por mi lado”- respondió Hugo
un tanto molestó y triste.
-¿Esto no fue una
historia loca de sus juegos RPG?-
-No, no tengo por
qué mentirte-
-También sé que no
tienes nada que ocultar… hasta conocí la anécdota de tú Gas Atómico-
-¡Yo no te
platiqué eso!- respondió Hugo extrañado mientras le subía la sangre al rostro.
Bajaron del
transporte y tomaron un taxi para llegar hasta su casa, la cual no quedaba
lejos de la parada pero el clima comenzó a tornarse frio y esto podía
representar un riesgo para la salud de la pequeña Juliana.
En menos de diez
minutos ya estaban en casa, Juliana dormida en su cuna, Hugo preparando lo
necesario para ir a trabajar al día siguiente y Yara calentando agua para café
en una tetera. Mientras comenzaba a silbar el traste, tomaron un breve reposo
del viaje, ocuparon dos asientos en las sillas del comedor, lanzaron un suspiro
profundo y él regresó al tema que era notable, ya había fastidiado a su pareja.
-Algunos años
antes de lo que te relaté, Rogaciáno y yo escribimos un poema entre los dos-
sacó la libreta de entre la maleta donde transportaron los pañales y biberones
de Juliana -La idea principal fue mía, pero todo el trabajo de redacción lo
realizó él, esos versos los pasamos a idioma inglés y compusimos una canción
bastante chida aunque le cambiamos gran parte de “las líneas” y algunas
palabras debido al estilo de la banda en aquel entonces. Por esto y
gracias a que él conservaba los manuscritos originales, los arregló de tal
manera, que lo adaptó a su sentir en ciertas situaciones relacionadas con su
entonces novia dedicándoselo a ella; no lo culpo, la idea original me agradó
bastante aunque la manera en que definía sus emociones y sentimientos era cursi
a mi parecer-
-¿Me lo vas a
mostrar?- preguntó Yara con una expresión difícil de definir entre fastidiado
sarcasmo y compromiso de cortesía.
-Sé que no te
importa y todo el día he estado hablando de lo mismo sin llegar a ningún punto-
continuó Hugo -También tengo presente el hecho de que no me crees una puta palabra
de lo que te he dicho-
-En eso último,
tienes razón- respondió ella al momento que se ponía de pie para quitar la
tetera del fuego pues ya comenzaba a silbar -Sí no te conociera bien, juraría
que estaban drogados por algún psicotrópico-
Hugo sonrió con
soltura:
-Nosotros nunca
necesitamos alguna sustancia ajena a nuestro cuerpo para fugarnos de la
realidad-
-Eso siempre me ha
quedado claro-
-Bueno, antes de
continuar dime ¿Quién te platicó lo del Gas Atómico?-
-Rogaciáno en una
de las pocas borracheras en que nos acompañó-
-¿Ya entiendes
porque siempre digo que es un hijo de puta?-
-No te enojes,
termina de platicar tu alucine y comparamos versiones sobre esa flatulencia-
-No sé por qué,
pero puedo anticipar que no podre evadir el hablar de mis problemas digestivos-
-Antes de que
continúes, necesitó saber algo…-
-¿Qué?-
-¿Como diablos
lograban cambiar o desviar las conversaciones a simples trivialidades, estando
en situaciones que se podrían definir como “De Alto Riesgo”?-
-Aún no lo
comprendo- respondió Hugo un tanto confundido -Nunca lo había pensado; tal vez
se deba a una perspectiva absurda de la vida en la cual nada importa, ni
siquiera la vida misma y aunque se escuche estúpido, dentro de mí, en el fondo
sigo pensando igual, todos moriremos algún día y no nos llevaremos nada, la
muerte o los riesgos no tienen por qué causarnos temor, al final todos
moriremos, pienso que lo mejor que se puede hacer es verlo desde una perspectiva
divertida mientras estés vivo, aunque cada persona tiene su propio sentido del
humor. No te ofendas, sabes que te amo y no cambiaría nada, ni por todo el oro
del mundo- hizo una pausa meditando lo que estaba diciendo para no herir la
susceptibilidad de su pareja -Sí tú no hubieras llegado a mi vida, continuaría
llevándola con ese estandarte al frente y en alto; después llegó nuestra
Juliana y eso no se comparara jamás con nada que pueda llegar a pensar, ustedes
dos están por encima de todo-
Sin decir o
protestar algo más al respecto, Yara sacó un frasco de café soluble, sirvió el
agua y tomó asiento para escuchar lo que consideró -y consideraría por siempre-
a partir de ese día, una terrible alucinación de su pareja, confirmando sus
sospechas sobre algunos trastornos mentales en él.
.·.
Como te lo dije
por la tarde, aunque he dado muchas vueltas al asunto, el tiempo pasó demasiado
rápido para mí, tal vez he sido en extremo descriptivo -pido disculpas por eso-
sólo espero comprendas un poco en cuanto a mi sentir en ese momento; por descabellado
que se escuche todo, estoy consciente de esa situación.
Después de
terminar de fumarme el cigarro que le quité a Rogaciáno y recorrer la estancia
anterior a mi habitación, decidí continuar el camino, no sin sentir temor,
incluso el impulsó de alejarme de allí corriendo, pero lo recapacité a
sabiendas de que, aunque decidiera hacerlo, no llegaría a ningún lado. Caminé
hasta la puerta de madera que marcaba la entrada a la habitación -que desde
siempre ha estado bastante desgastada- e intenté abrir.
-Está cerrado-
dije en voz alta sin voltear a ver a mi amigo.
-No seas pendejo,
dale un madrazo, nadie te reclamara en éste lugar- me dijo con fastidio,
su expresión debió haber sido de molestia o tedio puro. No volví el rostro y
sólo me alejé algunos pasos para tomar un poco de impulso y dar una fuerte
patada.
La puerta comenzó
a abrirse con lentitud, incluso con el tétrico rechinido que me hacía despertar
asustado por las noches cuando la dejaba abierta, detuve mi embestida y decidí
entrar a la habitación “por las buenas”
aunque esperaba un encuentro desagradable, esto se manifestó al ver lo que
había adentro, pues todo el lugar parecía una pintura de Salvador Dalí:
los primeros cuatro metros de la recamara eran tal cual los recordaba, incluso
al momento de hacer “el viaje”, la cama, la mesa en donde estaban colocados mis
trofeos de futbol, los posters de Heavy Metal en el muro, las máscaras de Lucha
Libre, la computadora, todo en ese pequeño espacio. Más adelante se ampliaba el
lugar; en donde debería ubicarse el mueble para la televisión, había un escalón
formado de lo que debería ser la continuación de la construcción, como sí la
hubieran roto a golpe de mazo, continuando en otra habitación más amplia y
elegante, con piso de loseta negra y pulida que a pesar de su color reflejaba
todo lo cercano a su superficie, iluminado por velas colocadas sobre
candelabros empotrados en los muros, los cuales estaban distribuidos con
estrategia para lograr que la iluminación fuera precisa y amplia. Sin embargo,
a pesar de que se veía el desgaste y constante cambio de las velas, en el techo
se formaban delgadas columnas de cera blanca debido a que las gotas derretidas
caían hacia arriba en un firme desafío a las leyes de la gravedad, haciendo
parecer el techo como parte de una cueva de estalactitas de cera solidificada,
dejando ver en la parte central el pulcro blanco del color original. Los muros
estaban pintados de un color rosado, similar a lo que llaman “color salmón”, con zoclo blanco que de
extraña manera no lo hacía desagradable a la vista, tal vez debido a la finura
de los materiales, tal vez gracias a mi percepción alterada o a estar
consciente de la situación por la que atravesaba. En el centro de aquella
enorme habitación, en el techo había un gigantesco candelabro metálico pulido
repleto de velas que seguían el patrón de las anteriores, tanto otorgando gran
luminiscencia como dejando caer sus residuos hacia el techo y justó bajo éste,
una cama grande con soportes para mantener un velo, el cual se divisaba de una
tela delgada, blanca y traslucida que permitía ver una silueta femenina
recostada sobre la superficie del colchón.
El instinto me
anunciaba peligro y titubee al acercarme, se escuchaba una risa maliciosa proveniente
de allí, no me acerqué rápido, observando las posibilidades de escapar y mi
temor se transmuto en terror, al momento de ver que la puerta por donde había
ingresado ya no era más que un muro; habiéndome acercado un poco más, alcancé a
distinguir al otro extremo del amplio cuarto, una chimenea empotrada en la
pared opuesta, la cual se encendió de improviso con una flama verde, haciéndome
notar que no era positivo el origen de dicho fuego y entonces “Eso” hablo desde la cama:
-¿Vienes a cumplir
tú promesa?- era una voz femenina, una voz de mujer joven, dulce y melódica,
casi cautivadora -¿O tendré que someterte por fuerza bruta?-
-No puedo creer
que sigas con esa idea- respondí con temor -Sólo quiero que salgas de mi casa y
dejes en paz a mi familia-
-Tú me llamaste ¡Debes
de cumplir!- gritó con tono imponente y a la vez furioso.
Reaccioné al
sentir que salía sangre de mi nariz y verme alejado casi cinco metros del lugar
en el que estaba de pie instantes antes, ya derribado en el suelo y con un
agudo dolor en el pecho, como sí me hubieran golpeado fuerte con algo grande.
Tenía un leve mareo y sacudí la cabeza para intentar ubicarme, entonces vi como
aquel velo se levantó como movido por un fuerte viento que no percibí, aquella
entidad se puso en pie y de repente, la tuve frente a mí para repetir esa
acción otra vez, sentí el crujir de mis costillas y subir a mi boca el ácido
sabor de mis jugos gástricos mezclados con sangre y vomito. No tenía nada que
hacer, sin siquiera mover un dedo ya me había inutilizado dejándome a su
completa merced.
-¡Pobre alma en
pena!- escuché la voz de Rogaciáno con tono de burla y compasión -No puedo
creer que no me hayas visto ni percibido- entonces mi amigo salió de entre las
sombras blandiendo el aberrante bate de beisbol pintado de negro, forrado con
alambre de púas que siempre mencionaba y que tanto admiraba de las Luchas de Cactus Jack en la
entrañable era Attitude; a pesar del dolor que me agobiaba, no pude
evitar sonreír -¿Por qué no te mides con alguien que sepa como pelear aquí?-
-Esto no te
incumbe- respondió la entidad distrayendo su atención sobre mí, haciendo que
cediera la presión que sentía en el pecho -¡Él me llamó!-
-No te adjudiques
posiciones que no te corresponden- dijo Roga con burla -No eres un demonio,
eres un simple espectro y sabes que te puedo expulsar de éste lugar con un
pestañeo-
Intimidada, la
entidad que ahora sabia era un espectro, dio un paso hacia atrás, dejando de
hacerme sentir cualquier dolor intenso y aunque estaba adolorido, ya no era la
misma sensación. Confundido, el fantasma me miró dudoso por un momento y
regresó la vista hacia Roga.
-Tú no puedes
vencerme, eres un simple humano-
-Humano si lo soy…
por mala suerte- mi amigo dio dos pasos hacia donde estábamos -Simple
no, ni lo seré nunca. Huele mi sangre y lo sabrás-
Pareciera que esa
creatura con forma humana hiciera el gesto de respirar profundo, para tomar
fuerza y descargar su furia en un grito desgarrador cargado de impotencia:
-¡Maldito
charlatán!-
-Si- respondió él
con esa sonrisa cínica que siempre lo había caracterizado -Te engañe… güey,
rómpele su madre-
No lo dudé un
instante, me puse en pie de un salto y embestí contra ella con toda mi fuerza
recobrada, haciéndole caer al piso sin permitirle la más mínima reacción, me
sentí mal un instante al sentir la fragilidad de esa creatura, pero no dudé en
comenzar a descargar toda mi anterior impotencia y miedo sobre su rostro,
canalizado en mis puños. Al primer impacto fue como sí le rompiera la nariz,
haciéndola sangrar, después los labios, al tercero ya le había abierto la
frente. Instantes después el líquido carmesí se volvió un fluido verde y
viscoso que hacía sentir pegajosos mis puños, eso no evitó que continuara
golpeándole el rostro como en una pelea callejera contra mi peor enemigo. Su
cara no se deformaba, sólo se laceraba ante mis brutales impactos; continúe sin
asco hasta escuchar que comenzaba a suplicar que me detuviera, a lo cual no
pensaba acceder hasta que mis puños se rompieran, no sólo estaba desquitando
los sustos y malas pasadas que me había provocado, también las sufridas por mis
hermanas. Entonces sentí la mano de mi amigo en el hombro, por reacción y
debido a la adrenalina, estuve a punto de darle un golpe en el rostro a él
también.
-No seas culero, vas a destruirla-
me dijo con expresión preocupada y el nunca haberle visto una mueca semejante
me hizo detenerme.
Entonces reaccioné
de mi condición en ese momento, estaba sentado sobre el pecho de una mujer
guapa y delgada, golpeada con saña y belicosidad, sometida bajo mi peso, mis
manos y ropas estaban empapadas de ese líquido verde que poco después supe era ectoplasma, el equivalente a la sangre
de los “Descarnados”.
-Te pasaste de
verga- me dijo Rogaciáno -¡Le acabas de dar la madriza de su No-Vida!- me indicó que me quitara y
colocó sus manos sobre ella.
-Hice lo que tú me
dijiste- respondí confundido -Aparte de eso, ella también me lastimó, no sé qué
hizo, pero me dolió bastante-
Lo que vi en ese
momento no lo hubiera creído sí no lo hubiera hecho otra vez en la realidad,
sus manos comenzaron a emitir un destello como de luz blanca y tenue que apenas
iluminaba sus palmas, todo lo que debería ser el resplandor se manifestó como
una onda de calor -similar a lo que se ve salir del asfalto en un día caluroso-
los ojos se le aclararon alcanzando un color grisáceo, a la vez que su piel
también palidecía, dándole un aspecto terregoso debido a ser moreno, pero
descolorido al evitar la luz del sol. Entonces la mujer abrió los ojos y se
incorporó sobre sus posaderas, echándose para atrás, cubriéndose el rostro
desencajado por el miedo y la angustia de recibir otro golpe en cualquier
momento; el ectoplasma perdió su
color y se transformó en sal al momento que Rogaciáno se tambaleó agotado y
tomó asiento en el suelo.
-Ya se terminó
todo- dijo Roga dirigiéndose a ella -Nadie te lastimara sí tú no haces nada
hostil-
Desconcertada, la
espectro femenino rompió en llanto; en ese momento mi corazón se hizo pedazos
pues nunca he soportado ver a una mujer llorar y menos aún, una mujer hermosa.
Esa imagen no era la de una top model, pero si la de una mujer agraciada
y joven que ocultaba un terrible pesar bajo la máscara de los finos rasgos de
su rostro que poco a poco se distorsionaban a su verdadera forma, situación que
ya para ese momento no me causo ningún sobresalto: lo primero fue ver como su
cuerpo perdía volumen y unos grilletes aparecían en sus tobillos de la nada,
formados de un metal negruzco u oxidado, las lágrimas que manaban de sus ojos
color miel se convertían en costras blancas y frágiles, mientras uno de ellos
se sumía dentro de la misma cuenca ocular hasta desaparecer juntó con el
parpado que dejó el aspecto de haber sido cortado por navaja; los pómulos poco
a poco quedaron más marcados al desaparecer las antes blancas mejillas, el ojo
que seguía visible se hizo cristalino y el tabique nasal se abrió paso entre la
piel hasta exhibir el cartílago astillado. El labio inferior parecía haber sido
arrancado a mordidas dejando ver parte de la dentadura destrozada a golpes y
ambos brazos estaban cubiertos de innumerables quemaduras -tal vez de cigarro o
un cautín-
-¿Y ahora qué
ocurre?- pregunté desconcertado.
-Nada extraño-
respondió él con respiración agitada -Acaba de pasar por sus ojos todo su
pesar-
-¿Pues qué le
hiciste?-
-La engañé para
que gastara su energía en tú contra- me dijo con una sonrisa de satisfacción a
pesar de que estaba agotado -Sí no hubiera visto la posibilidad de que pudieras
ganarle, hubiera interferido, ésta pobre mujer es sólo una alma en pena bastante
lastimada- dijo -La he sanado un poco, la ayudare a resolver sus pendientes y
desaparecer sus “Ataduras”-
-¿Y como harás
eso?-
-Aún no lo sé,
pero ya se me ocurrirá algo- esbozó una sonrisa bobalicona mientras se ponía en
pie -Debemos de regresar o no alcanzaré transporte para llegar a casa-
-No seas culero, estás viendo lo
que acabó de pasar ésta noche ¿Y ya te quieres ir?-
-Tienes razón ¡Soy
un desconsiderado! Regresando a nuestra realidad iremos por unos Tacos-
-¿Tú vas a pagar?-
-Pendejo,
hasta crees…- respondió mientras llegaba frente a mí y sin algún aviso, me dio
una patada entre las piernas con toda la brutalidad de sus botas con casquillo.
Caí al piso con un
intenso dolor en los huevos como nunca lo había sentido y espero no
volver a sentir. Abrí los ojos y estaba en mi habitación “verdadera”,
revolcándome en el piso debido al dolor, tanto que sentí arcadas y casi vomito;
El Roga se levantó de la silla y otra vez caminó hacia a mí y me dijo:
-¡Ya levántate, no
seas chillón!- entonces el cabrón me
dio otros dos punta pies en las costillas sacándome el aire de los pulmones,
soltó una escandalosa carcajada y entre las risotadas completó -¡Siempre quise
hacer eso!-
Después de que
logré incorporarme, salimos de la casa a comprar algo para comer: unos grasosos
Tacos de suadero en la esquina de la
calle -que yo tuve que pagar- Los pedimos “para
llevar” y regresamos a comerlos en mi casa; fue hasta entonces que
verifiqué el reloj, no había transcurrido tan siquiera una hora desde que Roga
llegó a la casa, el cristal del espejo estaba roto aún dentro del marco y la
temperatura había vuelto a la normalidad, las velas que él encendió ya se
habían consumido en su totalidad pero lo desconcertante, era que el pabilo no
estaba siquiera chamuscado más que en las puntas, mientras la cera estaba
derretida y esparcida sobre la madera de la silla. Él se apresuró a limpiar
todo haciéndome un comentario sobre la reacción de mi madre sí se enterara de
lo que ocurrió allí. Después de comer y que todo regresara a la normalidad,
pasamos un largo rato más escuchando música y platicando sobre comics hasta
que decidió ir a su casa. Cuando se dirigía a la calle lo “encaminé”, se despidió de mi madre diciendo:
-No se preocupe Jefa,
ya se solucionaron los problemas. Su hijo se rifo-
Recuerdo verlo
alejarse caminando tranquilo, fumando un cigarro y hablando solo; aunque tengo
la seguridad de haber visto una sombra proyectada junto a él al pasar bajo un
poste de luz y volver la mirada para “pintarme cremas”.
No lo vi otra vez
hasta dos semanas después, él no había asistido a clases y en repetidas
ocasiones llamarón sus tías a mi casa preguntando sí no estaba conmigo, situación
que no hubiera negado sí supiera que andaba de borracho o algo así. Regresó a
la escuela bañado y afeitado aunque bastante más delgado, se podría decir que
bajo diez kilos en esas dos semanas; también tenía nuevas cicatrices en los
brazos, está vez más marcadas al igual que algunos arañazos bastante profundos
en el rostro.
-¿Qué te paso güey?-
le pregunté; no me respondió, sólo hurgó entre sus pertenencias y sacó una daga
para mostrarla y volver a guardarla de inmediato. Después de eso, nunca se
volvió a tocar el tema.
Llegó el verano y
terminó el semestre en la escuela, recibimos calificaciones y él comentó que
estaría ausente durante las vacaciones pero no dijo a donde iría de viaje.
Cuando regresó y volvimos a vernos antes de regresar a clases, en una reunión
en casa de Fausto, Rogaciáno se notaba drogado o ebrio, aunque no olía a
alcohol, yo sabía que bebía en ocasiones pero no tenía el hábito de hacerlo con
frecuencia.
-¿Ahora qué
tienes?- le preguntó uno de los amigos que asistimos ese día.
Roga se metió la
mano al bolsillo, sacó una cajetilla de cigarros, veinte pesos en monedas, dos
billetes de a cincuenta, su encendedor, un juego de llaves, un pequeño frasco
de plástico y una caja de pastillas, los vació sobre su mano, tomó un vaso con
cerveza y las tragó de un bocado. Media hora después estábamos en la sala de
urgencias en el hospital regional y sus familiares tardaron más de dos horas en
llegar con una expresión de fastidio total; después de estabilizarlo, lo
trasladaron al hospital psiquiátrico.
Después de aquella
situación, toda la banda le “cargaba carrilla” con ese tema y
aunque yo tenía una idea de que era lo que en verdad ocurría con él, también
colaboraba de vez en vez con las bromas. Como ahora sabes, la combinación de
los problemas psicológicos, emocionales, sobrenaturales y una mala actitud,
terminó por reventar y Roga se perdió en algún lugar de éste mundo o cualquiera
de los que existen.
.·.
-¿Qué se tragó
Rogaciáno esa noche?- preguntó Yara un tanto adormilada.
-Varias pastillas
de Diasepam y seis de Prozac, no lo suficiente para morir- respondió
Hugo con una sonrisa, como sí recordara una anécdota divertida.
-Ya es hora de
dormir, mañana tienes que ir a trabajar-
-Tienes razón,
mañana debo levantarme temprano-
De ésta manera,
Hugo y Yara fueron a dormir teniendo una noche reparadora, no sin antes
verificar que la pequeña Juliana estuviese tranquila.
.·.
Una semana
después, Hugo tuvo que salir a provincia para verificar una construcción a
cargo del despacho de arquitectos donde trabajaba, provocando que se ausentara
de casa durante varias semanas, llevó en su equipaje sólo lo necesario y entre
estos artefactos, el teléfono celular con mucha música en formato digital y la
vieja guitarra de madera pintada de negro, algo extraño, pues nunca la llevaba
a ningún sitio.
El día en que
regresó, a pesar de estar agotado tanto por el viaje como por las extensas
jornadas bajo el sol en el ambiente “albañilesco”, lo primero que hizo
fue abrazar a Juliana y pasar una ardiente noche de pasión con su pareja quien
ya también lo extrañaba bastante, no sin avisar antes vía telefónica a su madre
de que todo había salido bien y ya estaba en casa. Poco a poco comenzó a
retomar el ritmo de su vida cotidiana en la ciudad, a pesar de todo, le rompía
la rutina estar ausente aunque fuera por periodos breves de tiempo.
.·.
Una mañana de
domingo, Hugo se dirigió al ensayo con el grupo de Death Metal donde
tocaba la guitarra principal y componía su “Maldito Ruido”, con una idea en la
cabeza y la vieja libreta que hacía algunas semanas atrás, sacó de una caja de
cartón en donde encontró también varias cintas de audio viejas y sin darse
cuenta, refrescó un poco sus conocimientos básicos de arquitectura al revisar
los viejos planos, lo cual le permitió desarrollar su trabajo con mayor eficacia.
De camino al local
de ensayo, escuchó en su dispositivo móvil The Silence de Gamma Ray y
una vez más, los recuerdos se removieron en su él, trayéndole emociones ignoradas
por su corazón, otorgando la inspiración necesaria para complementar una
creación casi sublime dentro del género que había decidido ejecutar desde que
aprendió a tocar la guitarra.
Tiempo después,
cuando la canción quedó lista para exhibirla en público, se lamentó de saber
que tal vez esa pieza nunca llegaría a un estudio de grabación pues el Heavy
Metal y sus diversos estilos o sub-géneros, no son aceptados por la gran
mayoría en México; recordó que
Rogaciáno se dirigía a la gente normal como Eloi en tono despectivo. Esa
misma tarde, recibió una llamada telefónica para invitar al grupo a tocar en un
Bar no lejos de su casa, la cual
confirmaron de inmediato.
Esa misma noche,
Hugo regresó a casa con una amplia sonrisa en el rostro y al ver a Yara le
dijo:
-Mi amor, la
próxima semana tenemos “tocada” cerca
de aquí y escucharas la nueva canción que compuse con la letra del poema de
Roga-
La semana
siguiente, se presentaron a la hora acordada en un Bar de mala muerte en el barrio más peligroso de la zona, pero con
la seguridad garantizada por la lealtad incondicional que se ofrecen entre sí,
aquellos que aman el Metal; aunque a decir verdad, nunca falta el acomplejado “mala copa” que pretende llamar la
atención o desquitar su frustración de alguna manera. Ocurrieron algunos
percances con el equipo de sonido y la luz se fue en cuatro ocasiones, pero al
poco rato, todo continuó a buen ritmo hasta el turno de la banda de Hugo
quienes se apresuraron a conectar los instrumentos y ecualizar su sonido lo más
adecuado posible. Antes de iniciar con su repertorio, Hugo bajó del
rudimentario escenario de madera para acercarse hasta Yara y decirle:
-Te amo y lo
sabes, sólo te pido que escuches la letra de la canción con la cual cerraremos
la presentación-
-Y tú sabes que
siento lo mismo, lo que me extraña es que me pidas eso, siempre que te veo
sobre un escenario, es para escucharte- sin decir más, ambos se dieron un tierno
beso que provocó el revuelo de los presentes.
-¡Que tiernos!-
gritó alguien.
-Yo quiero que mi vieja me apapache así-
se escuchó otra voz seguida de escandalosas carcajadas y alguien bastante pasado
de copas se subió sobre una mesa, levantó su tarro de cerveza y gritó:
-¡Que vivan los
novios!-
-¡Que vivan!-
respondió la muchedumbre de greñudos
en su mayoría.
Sonrojado, Hugo
regresó al escenario para comenzar su actuación, la cual fue un éxito, dejando
un excelente sabor de boca entre el público quienes organizaron un brutal Mosh,
haciendo volar por los aires algunos dientes y chisguetes de sangre emanados de
alguna nariz delicada cuando tocaron algunos covers de Slayer, Sepultura
y Cannibal Corpse pero el público tomaba un respiro cuando iniciaban
con sus composiciones originales y sólo hacían Headbanging.
La melodía con la
cual cerraron su presentación fue épica por no decir sublime -sí éste término
pudiera aplicarse a la brutalidad del Death Metal- pero a nadie de
quienes asistieron a ese Bar de mala reputación, olvidaría la manera de tocar
de aquella banda “Mundialmente Desconocida”,
de la cual no recordaban su nombre pero si la destreza de su guitarrista
principal, la calidad de sus composiciones y nivel de ejecución, comparable sin
recelo con aquellas leyendas de quienes hicieron tributos personales y potentes
esa noche.
Yara regresó a
casa sorprendida pues nunca había escuchado tocar la guitarra a Hugo de esa
manera, a tal punto que ella también participó en la fiesta agitando su cabello
con euforia aún en contra de su moral, mientras hacia una traducción mental de
la letra de aquella canción titulada Vestida de Rojo:
Grita piedad a
un cielo que no ves,
entre los
callejones decadentes,
de una ciudad
gris, negra de ti,
en la cual
gobierna mi odio.
¡Tengo algo mejor!
Tus ojos en una
caja de terciopelo
y tu hermosa
sonrisa eternizada,
libre, reposada
sobre mi pecho.
Vivirás un
momento más,
sólo mientras
recorro tu garganta
y la sangre
surque el altar
[de Isis desvelada,
que da consuelo
a las bestias
[desatadas.
Y otra vez eres
mía.
¡Aquí estoy!
Sumergido en
los recuerdos,
del amor, la
vida y mi agonía.
Soñando con
mejores tiempos,
felicidad
compartida por un abrazo,
pasión y
lujuria fusionados,
sin conocer la
raíz del miedo.
Te llevaste los
sueños compartidos,
te llevaste la
vida que en mí nacía,
despertaste a
la máquina negra y fría,
que añora tú
piel con toda ira.
Tú carne se
abre bajo mis pies.
¡Como uvas en
vendimia!
¿Por qué me
llama esa voz
reclamando
cosas mías?
¿Por qué me
vuelca el corazón
ante la
frialdad de tus caricias?
¡El rojo te
sienta bien!
Estoy atado con
acero,
a los reinos
del maligno sometido,
siempre estoy
rabiando,
cual bestia en
la selva del asfalto.
Te vi sola y en
celo,
guerreando con
el instinto infame,
que de los dos
en una
[bestia inmunda,
la conciencia
humana
[en rencor transmuta.
¡Pero tengo
algo mejor¡
Nuestra sangre
corriendo
a raudales de
pasión y deseo,
tus costillas
atravesando mi pecho
y el dolor,
elevándome
[a la cima de los cielos.
La furia que a
mí has otorgado,
el instinto
dentro del hombre arraigado
y por Ares en
ofrenda reclamando,
¡Dolor
y muerte para el ser amado!