martes, 20 de enero de 2015

El Hermano Que Nunca Tuve y Nunca Quise Tener (Corregido)

"Hace bastante tiempo que pretendía compartirles éste relato y por fin pude subirlo aqui"
¡Oh! Quiero vivir mi vida en un cuento de hadas,
donde siempre exista un final feliz y nunca sea triste,
muéstrame el camino hacia otro lugar,
donde el sol siempre brille hasta el final.

Gamma Ray- The Silence

Hugo contempló su reflejo en el espejo y llegó a la conclusión de que el tiempo no pasaba sin dejar rastro, seguía siendo una persona alta y robusta de mala facha”, pero al verse en el espejo sosteniendo entre sus brazos a su pequeña hija Juliana, quien apenas comenzaba a decir sus primeras palabras y en el mismo reflejo a su esposa Yara aseando la habitación, le hizo respirar tranquilo un momento y saber que se encontraba en el camino correcto hacia la felicidad, sin embargo, por una extraña razón, al ver en dicho cristal el reflejo colgado cual trofeo en el muro, la trenzada cabellera de casi cincuenta centímetros que años atrás cargara sobre su testa con el orgullo inigualable e inquebrantable de ser un Metalhead de la auténtica Vieja Guardia.

Había cortado su larga y bien cuidada melena -envidia de muchas mujeres- debido a la calvicie prematura y la necesidad de encontrar un empleo estable dentro de un Despacho de Arquitectura, profesión para la cual estudió y la que disfrutaba ejercer aunque no hubiese logrado concluir la carrera en su totalidad, sentía cierta nostalgia de “aquellos tiempos de juventud”, pero no se arrepentía de las decisiones tomadas y menos sintiendo su fruto entre los brazos aprendiendo a decirle “Papá”. Continuaba tocando su guitarra y ensayando con La Banda los fines de semana, de vez en vez aumentando su amplia colección de discos y gracias al buen entendimiento con su pareja, asistiendo con recurrencia incidental a recitales o eventos en los cuales participaba su potente grupo musical de Death Metal para el cual tenía algunas composiciones elaboradas.

Dejó a la pequeña Juliana sobre el colchón de la cama y sacó la cartera del bolsillo trasero de su pantalón, extrajo una plumilla para tocar la guitarra y levantó el viejo instrumento de madera pintado en negro acomodado en un rincón de la habitación, pero afinado con exquisitez en su sonido. Tomó asiento en un sofá y comenzó a tocar una melodía de su composición que ya había practicado con anterioridad, complementándola con otro elaborado y complicado riff que le llegó al cerebro en ese momento. Se sorprendió a sí mismo debido a la complejidad de la melodía y al percatarse de cuánto había elevado su nivel de ejecución en unos cuantos meses, a pesar de no haber practicado más que en las sesiones de ensayo debido a su en ocasiones absorbente trabajo.

Yara conocía bien la creatividad y calidad artística de su pareja, la cual valoraba y trataba de dar impulso dentro de sus posibilidades. A pesar de eso, le sorprendió escucharlo tocar de tal manera; dejó por un momento sus labores domésticas, deteniéndose a escuchar con detalle y al momento en que Hugo terminó de tocar, aplaudió y dijo:

Órale! Te llego la inspiración desde el Infierno-

-No sé sí es inspiración Infernal, pero modestia y aparte ¡Se escucha Chingón!-

-Bastante… no lo digo por elevar tu vanidad, pero sabes que en ocasiones admiro tu inventiva ¡Me aparejé con un artista!-

Hugo sonrió alegre, dejó la guitarra a un lado, se puso en pie de un salto tomando a su pareja por la cintura y le dio un suave beso en los labios.

-Tengo que salir- dijo él -Voy a casa de mi madre a revisar algunos papeles que tengo guardados allá-

-¿Te podemos acompañar Juliana y yo?-
-Me encantaría-

Por fortuna las dos familias no tenían moral encontrada y gozaban de una plena relación entre ellas; ninguno de los dos contaba con una suegra entrometida ni debía ofrecer razones obligadas en cuanto a las decisiones tomadas en su vida personal. Ambos comenzaron a prepararse para el no tan largo camino, pero meticuloso en cuanto a lo correspondiente a viajar con un bebe; mientras realizaban los preparativos Hugo encendió su equipo de sonido y extrajo de su preciada “Collection Box”, el disco remasterizado Heading For Tomorrow de Gamma Ray para ambientar las labores. Transcurrieron varios minutos amenos, pero cuando se escuchó The Silence, él sintió una extraña opresión en el pecho que desahogó con una escandalosa carcajada.

-¿Ahora qué ocurre?- preguntó la joven y guapa madre ante la tempestiva reacción de su pareja. Yara conocía bien a su compañero y sabía cuáles eran sus manifestaciones de desasosiego.

-Nada fuera de lo normal, sólo recordé algo…-

-¿Bueno o malo?-

-Debes continuar tus estudios, serás una excelente abogada con ese ímpetu para interrogar- respondió Hugo con el cínico sarcasmo que le salía a flote cuando se sentía encasillado en alguna situación.

-Por el tono en que respondes no son buenos recuerdos-

-Depende de las perspectivas, aun así, sabes que no tengo nada que ocultarte-

-Entonces ¿Qué ocurre? Siempre que escuchas esa canción tienes reacciones extrañas-
-Ya te lo he comentado otras veces, no veo la necesidad de repetirlo-

-Pues me gusta escuchar tus truculentas anécdotas; me haces recordar a mi abuelo. La crónica de como llegó ese disco a tus manos la primera ocasión, es digna de escucharse una y otra vez-

-Amor, lo que pasa es que no te he platicado todo el trasfondo y situaciones que ocurrieron después, por eso es qué escuchar ese álbum en particular me remueve recuerdos y emociones-

-Excelente- respondió Yara -Sí no existen escenas de depravación sexual explícitas, me lo puedes relatar de camino a casa de tu madre ¿Listó para salir?-

Hugo sacó el CD de la bandeja del reproductor y lo colocó con excesivo cuidado dentro del estuche para devolverlo a su “Preciada Joya”. Varios minutos después salieron con rumbo a la casa materna de Hugo.

.·.

No era extraño y si de esperar la posibilidad de un congestionado tráfico vehicular. Lo en verdad chocante era el silencio de Hugo, quien sólo había mencionado algunas cuantas palabras, sin más que las necesarias al cuidado de su pequeña hija. Él nunca fue una persona expresiva o efusiva, sí no más bien sería y un tanto hosca en ocasiones, lo bueno de su carácter siempre había salido en compañía de Yara y más aún, después del nacimiento de su bien amada Juliana quien llevaba en el pecho una pequeña playera para bebe con estampado de la portada del Reging of Blood de Slayer, otro de los grupos a los que su padre seguía con fervor casi religioso.

-¿Ya calculaste la hora en que vas a relatarme lo que te ocurre?-
-¿Ahora la que no está bien eres tú?- respondió Hugo con expresión de desagrado.

-La verdad es que si me causa malestar cuando “éstas de malas”, aparte de que éste tráfico no ayuda, el transporte va lleno “hasta el tope” y comienza a hacer demasiado calor- respondió Yara con igual gesto.

-¿Yo tengo la culpa?-

-“No te pongas en ese plan”, sí nos pusiéramos “sangrones”, tú eres responsable del peor dolor que he sufrido en la vida-

Hugo no pudo evitar sonreír a pesar de que le costó esfuerzo; recordar todo lo vivido juntó a ella le evitaba cualquier momento agrio y con mayor razón imaginando lo que le deparaba el futuro de una vida en familia con ella. Su pareja no gozaba de un carácter que se definiría como afable, al igual que él, en ocasiones podía abusar de soberbia u otros defectos de carácter, habían pasado dulces y amargos momentos juntos como todas las parejas, incluso contemplando la posibilidad de separarse en definitiva, pero una realidad irrefutable entre los dos, es que aún existía amor. Dentro de lo que un sinnúmero de individuos podrían contemplar como “doblarse ante su vieja”, Hugo comenzó su relato.

.·.

¿Recuerdas mi aspecto cuando nos conocimos? No me arrepiento de haberlo cambiado un poco, pues aún puedo traer puesta mi playera de Iron Maiden, pantalón de mezclilla y botas obreras cuando salimos juntos ¡Bendito sea el Dios de mi madre y todas sus figuras de yeso por ello! A pesar de eso lo detesto, sí es que existe, por haberme enviado la maldita calvicie. No me arrepiento de haberla cortado pero extraño mi melena. En ese tiempo ni siquiera asomaba cerca el quedarme sin cabello, estudiaba el bachillerato y tenía unos vigorosos veinte o veintiún años. Ya era mayor para cursar ese nivel pero debido a ciertas situaciones, dejaba de estudiar durante varios periodos de tiempo… aparte de ser un vago “hecho y derecho”, aunque trabajaba con un tío cercano que ejerce el oficio de “mascarero”. Siempre tuve la ambición de tocar la guitarra, pero me ganaba el desmadre y en lugar de practicar, me iba de borracho con mis amigos de entonces y me estaba haciendo adicto a la Cocaína. No recuerdo con certeza cual, pero me encontraba cursando uno de los últimos semestres, iniciaba el periodo escolar y para no alterar mi mala costumbre, llegué tarde a clases después de faltar durante toda la primera semana. Como hasta hoy, parece que la vida me sonríe en muchas ocasiones y así, no había llegado el profesor. Sí la vida no fuera benevolente conmigo no te habría conocido y no estaríamos juntos; pero ya estoy hablando dominado por el encanto de tu mirada…

Como te decía: el profesor aún no llegaba, sin embargo el aula estaba repleta de alumnos y me habían ganado mi asiento favorito al rincón más alejado del salón. El muchacho que ocupaba mi lugar era un tipo chaparro, panzón y prieto, de cabello corto y que vestía una playera de Pantera, lo había visto en otras ocasiones pero sin prestarle demasiada atención, el único pupitre disponible era el que estaba junto a él y me dirigí hacia allá. También cabe destacar que siempre fui más alto que los compañeros de grupo y mi aspecto era amenazador para ellos, con las arracadas y demás accesorios, situación que en ocasiones no dudaba explotar para mi beneficio y como en aquel entonces era todo un pelafustán, le dije en tono amenazador:

-¡Estás en mi asiento!-

Ese cabrón ni siquiera me prestó atención, situación que de alguna manera hirió mi vanidad enfundada en una playera negra con estampado de Megadeth: Killing is my Business… And Business is Good!, botas obreras y barba larga. Por esos años se utilizaba casi como un lujo el Walkman, yo traía el mío en el bolsillo del pantalón, el tipo ese también tenía uno, aunque de modelo más viejo. Lo apagó, sin más lo colocó sobre la mesilla y fue hasta entonces que reaccionó en mi presencia, sólo se hizo para atrás permitiéndome el paso al otro asiento. Cuando me acomodé en la butaca me preguntó con naturalidad casi familiar por no decir burlona:

-¿Me habías dicho algo?-

No le respondí, activé y subí el volumen de mi reproductor de cintas. Él se limitó a enseñarme una afilada dentadura amarillenta y sacar una cajetilla de cigarros para encender uno. Dijo algo pero no le presté atención, en parte por indiferencia, en parte debido al alto volumen de mis audífonos, aunque tiempo después confirmé que me ofreció uno de sus apestosos cigarros. Sabes que yo fumaba con exageración, pero la marca que consumía ese güey se me hacía desagradable. Al poco rato llegó el profesor e inició la clase, de vez en cuando echaba un vistazo de reojo a ese chavo, extrañado por las cortadas frescas hechas a navaja qué lucía en el brazo izquierdo.

.·.

-Mi amor, eras un mamón de primera- interrumpió Yara.

-Pues si… cuando estás chavo se es bastante pendejo y se tiene que guardar cierta apariencia; aparte de que nuestra escuela era de terrible reputación por esos años y ser “rudo” te permitía mantener el poco dinero que llevaras en el bolsillo-

-Confiesa, tú también le quitabas el dinero a los más chavitos o a los más dejados-

-Sin comentarios… pero como te decía…-

.·.

Terminó la clase y el güey ese encendió un cigarro otra vez a pesar de que el profesor aún no salía del aula, éste sólo lo miró con gesto negativo. No pude evitar sonreír ante tal osadía y todavía el cabrón volvió a ofrecerme uno, no me dijo nada, sólo me pasó la cajetilla abierta. Lo medite un momento y por fin me decidí a tomar uno, el cual me encendió con cortesía.

-Bonita playera- dijo.

-Megadeth es la neta- respondí con holgazanería.

-No me gusta, soy más exigente, pero el diseño de Vic está chido-

Extrañado y molesto por el cuestionamiento de mi criterio en cuanto a Metal pregunté con sorna y sarcasmo:

-¿Ah si, que escuchas en tu Walkman?-

-Gamma Ray ¿Y tú?-

Me desconcertó el nombre pues desconocía a la banda mencionada, pero sin hacer notar mi ignorancia, respondí con aspereza:

-Sepultura-

-Son brasileños ¿No es así? Algo he leído en la Metalhammer sobre ellos, pero no tengo la suerte de haberlos escuchado ¡Afloja!-

La última palabra la dijo en un tono prepotente que me recordó a mí mismo hablándole momentos antes, su estúpida sonrisa socarrona que en contraste, le quitaba cualquier intento de intimidación.

-¿Tú me prestas el tuyo?- pregunté serio.

-Sí no es albur está bien, con la condición de que lo cuides porque es difícil de conseguir-

-Cuido bien mis cosas y las que me confían todavía más-

Sin decir otra palabra intercambiamos las cintas. Fue entonces cuando descubrí que lo más cercano a Dios sobre la tierra se llama Kai Hansen­ -después comprendí que el único Dios Verdadero es Dio- No como cantante -pues en ese disco aún cantaba Ralph Scheepers- o guitarrista, sí no como compositor, tiempo después llegaron a mis manos los Keeper of the Seven Keys y lo corroboré. Para mi mala suerte, la cinta de Chaos A.D. nunca regresó a mis manos pues a ese pendejo se le enredó en las cabezas de su Walkman. Hasta después de casi dos semanas fue que nos dijimos nuestros nombres y el de él era una “mentada de madre”: Rogaciáno.

.·.

-¿Sabes?- dijo Yara en un momento que Hugo tomó para respirar y meterse una goma de mascar a la boca -Esa parte de la historia ya la conozco, incluso la escuché el día que lo conocí y no varía demasiado en su contenido, sólo en perspectivas-

-Esa noche fue de una borrachera histórica- respondió él con una sonrisa por demás boba    -Todos bebimos como locos-

-A pesar de ser un desaliñado tenía unos modos desatinados y “especiales” para tratar a la gente-

-¡Fue un hijo de puta!- Hugo empañó la mueca de alegría que mantenía mientras narraba la anécdota, pues no era el tono de broma que por lo regular utilizaba para insultar a sus amigos y más aun refiriéndose al individuo de quien se hablaba.

-Ya perdónalo- dijo ella -Te estimó tanto como tú a él ¡Déjalo descansar en paz!-

-Ese cabrón no está muerto, se fue a algún lugar… pero no ha muerto ¡Estoy seguro!-

-Hace más de un año que nadie sabe de él y se le ha buscado por todos lados-

-Lo sé, lo que me da coraje es que el hijo de la chingada no me dijo a donde se iba a largar, ni cuando-

-Parece que mantuvieras Lealtades Invisibles con él- el tono de Yara fue un tanto preocupado.

-Aunque no lo creas, existe una situación similar a eso- Hugo sonrió con aire de ironía.

-Eso me preocupa bastante ¿Por qué lo piensas de esa manera?-

-Eso es lo que no te he contado-

-Entonces hazlo, a pesar de que todo mundo escuche, nadie prestara verdadera atención-

-¿Prometes no mandarme al manicomio después de escucharme?-

Yara lanzó una indiscreta risotada no común en sus maneras y respondió:

-Sí terminaras en un manicomio, ten la seguridad de que yo voy primero por el simple hecho de ser tu pareja, no creas que es fácil vivir contigo-

-Gracias amor, yo también te quiero-

-Lo sé y sabes que es reciproco, tal vez sea invadir tu intimidad pero quiero saber más sobre ti, una de las cosas que me agrada de tu compañía, es que siempre tienes algo de que platicar-

.·.

No pasó demasiado tiempo para que Rogaciáno y yo hiciéramos buena amistad, no sólo compartíamos gusto y amor por el Heavy Metal, también por los videojuegos y los comics; aunque en la escuela nuestros círculos sociales eran diferentes -el de él era casi nulo- fuera del horario de clase y trabajo, nos dábamos el tiempo para reunirnos en mi casa, escuchar música, ir de vez en cuando a El Tianguis del Chopo o hacer cualquier pendejada como ver películas gore -que por lo regular él conseguía- o sólo salir a comer Tacos. Por esos años las cosas eran diferentes, conseguir un disco pirata era carísimo, la novedad era el Play Station en su primera versión con juegos como el Resident Evil, Silent Hill y Final Fantasy VII. Yo me daba ciertos lujos gracias a mi trabajo y él tenía una joyería que le había dejado su papá, El Roga siempre fue mal administrador, había días en que tenía dinero en abundancia y otros en que no completaba ni para sus cigarros. Sí algo he de reconocer en él, es que fue una persona que siempre andaba con un libro bajo el brazo y gracias a sus sutiles persuasiones, retomé o tal vez desarrollé un hábito de lectura constante. Un día lo vi llegar con la mochila repleta de libros, algunos vistosos por las ilustraciones y otros en exceso perturbadores.

-¿Qué tantas chingaderas traes hoy?- le pregunté.

-Libros de RPG, Ciencias Ocultas y Filosofía Hermética para complementar una buena Crónica y organizar una Partida- respondió mientras vaciaba el contenido de su petaca sobre mi cama, dejando ver títulos tan extraños como Vampire: The Masquerade, Historia de la Magia, Embrujamiento, Un Mundo Feliz y un recopilado en fotocopias de escritos de Aleister Crowley en su idioma original; conocía ese nombre gracias a canciones de Black Sabbath y King Diamond pero no tenía idea de quién fue El Hombre más Perverso del Mundo.

-Varios de tus libros están en inglés- dije burlón -No creo que le entiendas, tu español es bastante malo ¿Y así pretendes comprender el inglés?-

-Chinga tu madre, pendejo, mejor consíguete a otro güey y te enseño, en el transcurso de la semana compro algunos dados-

Una semana después nos reunimos Fausto, Jonathan, Rogaciáno y yo para nuestra primera sesión de Rol; la mesa duró varios años pero nunca concluimos la narración de El Roga. Fueron tardes y noches bastante chingonas, poco a poco se fueron agregando varios amigos más, pero nosotros cuatro iniciamos la Partida. Ese no es el tema, el punto al que quiero llegar es que esa tarde fue la primera vez que tuve un acercamiento con lo desconocido, pues a pesar de que los había visto en ciertas librerías, nunca había tenido un encuentro real con un libro de Ciencias Ocultas a pesar de que dentro del Heavy Metal se habla de éstas.

.·.

Después de un tramo complicado de carretera, el tráfico se aligeró y avanzaron con mayor fluidez, transcurrida casi una hora y media de camino llegaron a su destino en la colonia Reforma de Ciudad Nezahualcoyotl, la casa de la familia de Hugo en donde fueron recibidos con mucha cordialidad, sin mencionar el gran cariño expresado por su madre a la pequeña Juliana, la menor de todos sus nietos e hija de su primogénito. Mientras, compartían la mesa con el delicioso Caldo Tlalpeño que cocinó con gran esmero su mamá, en compañía de sus hermanas y sobrinos, recordaron con nostalgia algunos momentos tanto amargos como alegres en la historia familiar.

Un rato después Hugo se levantó de la mesa y solicitó permiso a su hermana menor -quien ahora ocupaba lo que fue su habitación- para entrar a la recamara y buscar entre una caja que había dejado allí con algunas pertenencias que en su momento considero prescindibles pero que por diversas circunstancias, no quería deshacerse de ellas. Subió la escalera metálica en forma de caracol hasta llegar a su viejo refugio, su “Antigua Cueva”, El Viejo Chiquero. Como por reflejo instintivo lo primero que hizo al entrar fue abrir la gran ventana que asomaba hacia la calle y afloró la cabeza como en “Los Viejos Tiempos” cuando esperaba visitas; desde la ventana verificaba cuando sus amigos llegaban a visitarlo para “pasar el rato” con las actividades acostumbradas o en ocasiones, tomar algunas cervezas a escondidas. Sabía que nunca engañó a su madre y sólo se engañaba él mismo pensando que “no se enteraba” de lo que hacían hasta ver a todos bajar con frecuencia al baño. Con inesperada sorpresa, le llegó un aroma a tabaco quemado y se le antojó un cigarro, situación que al percatarse le resulto extraña pues había dejado ese hábito desde que su pareja quedase embarazada, sacó la caja de cartón con sus pertenencias guardadas bajo la cama de su hermana. Antes de abrirla se detuvo y bajó de nuevo al comedor donde todavía seguía la familia conviviendo.

-Voy a La Tienda ¿No necesitan nada?- preguntó a todos en general.

Nadie respondió de modo afirmativo; salió de casa a La Tienda de Abarrotes que se encontraba al doblar la esquina, llegó y pidió una cerveza en lata, dos cigarros sueltos y un encendedor, quien lo atendió era un viejo conocido de la infancia; después de ponerse un poco al tanto de la vida de ambos, regresó, pasó de corrido frente a todos y dijo en voz alta:

-Fumaré arriba, no dejen subir a los niños-

No hubo mayor reacción a su comentario y aun así, no prestó mucha atención enfilándose de nuevo a su antigua recamara. Tomó asiento en el borde del marco de la ventana abierta, destapó su lata de cerveza, dio un trago largo que le supo amargo y encendió un cigarro. No pudo evitar toser al exhalar el humo, tiró a su espalda el primer residuo de ceniza y comenzó a abrir la vieja caja de cartón; dentro encontró cintas de audio cuyo contenido ya tenía en CD o MP3, revisó algunas láminas de su periodo como estudiante de arquitectura, revistas de Rock, tablaturas para guitarra y varias libretas entre las cuales encontró con satisfacción lo que estaba buscando. Verificó su contenido con alegría y dio otro trago a su cerveza la cual casi escupe al contemplar a Yara quien lo miraba con atención, recargada en el marco de la puerta.

-¡Se me antojó!- la sangre le subió al rostro, apenado tiró el cigarro encendido por la ventana

-No llevó ni la mitad, la acabó de abrir y…-

-¿Por qué me das explicaciones?- dijo ella -No tiene nada de malo, no fumamos ni bebemos desde mi embarazo; después de todo, siento que necesitamos “una noche para nosotros” aunque a decir verdad, no se me antoja ni el alcohol ni el tabaco-

-Por lo regular a mí tampoco, no comprendo que me ocurre el día de hoy-

-Yo tampoco, estás demasiado extraño-

-¿Y Juliana?-

-Está dormida en la cama de tu mamá-

Hugo sonrió, guardó las cosas que sacó de la caja para regresarla a su lugar y preguntó mirándola a los ojos:

-¿Quieres escuchar lo más descabellado de mi historia?-

-Me gustaría bastante y en verdad, pienso que nos haría bien caminar juntos los dos-

Hugo se acercó para besarla pero se detuvo a unos centímetros dejándola esperando.

-¿Qué ocurre ahora?- preguntó Yara extrañada.

-¿No te molesta que huela a cerveza y cigarro?-

-Te conocí en una borrachera-

Ambos cruzaron miradas de complicidad y aprovechando que no había nadie más, se besaron con pasión durante varios minutos tentados por instantes, a profanar la cama ajena; consientes en que no era un lugar pertinente para desatar su entusiasmo, respiraron profundo, relajando las hormonas y se decidieron a salir.

Las calles aledañas no eran el mejor lugar para dar un paseo a media tarde, pues aún no contaban con pavimentación y el viento o algún automóvil que pasara por allí, levantaba una polvareda intensa. Varios años atrás, era considerado un barrio conflictivo y violento, pero el tiempo no pasa en vano y las cosas se habían relajado bastante pues los miembros de las viejas pandillas “sentaron cabeza” o se alejaron de la zona, perseguidos por la ley o emigraron buscando “nuevos aires”. Avanzaron varias calles hasta llegar a una avenida ancha sobre la cual se extendía al costado una larga muralla blanca, abarcando más de cien metros hacia varias direcciones, formando un extenso cubo con algunas entradas enmarcadas por rejas metálicas. Lucía un tanto tenebroso a pesar de la luz del día y no estaba de más, pues era el conocido y extenso Panteón de Los Rosales, rodeado por incontables leyendas turbias.

-Aquí comenzó lo descabellado- dijo Hugo.

-Cuéntame tu “historia de terror”-

-No es tanto como una historia de terror, pero si hay fantasmas en el relato-

.·.

Durante las noches ésta calle se siente fría sea cual sea la temporada del año. Como bien sabes, tenía el hábito de irme de parranda con frecuencia; era una noche de treinta y uno de octubre, asistí a una fiesta no lejos de aquí y ésta calle era transito obligado para regresar a casa. Fue una festividad de Halloween de la cual salí pasado de copas como era mi costumbre, pero no lo suficiente como para perder la consciencia -aunque mi andar fuera tambaleante nunca tropecé al caminar de noche en estado etílico, ni vomité en una peda- la calle estaba solitaria y las puertas del cementerio abiertas, lo noté de un vistazo rápido y deduje que era debido a la ancestral tradición de Día de Muertos, aunque siendo sincero me puso nervioso. Para relajar el malestar encendí mi Walkman con el Serpents of the Light de Deicide, las voces guturales de Glen Benton me produjeron esa engreída confianza en mí mismo que por lo regular nos produce Nuestro Maldito Ruido a quienes amamos el Metal y en ese momento me dije a mi mismo en voz alta:

-Aviéntenme al Diablo empinado y sin calzones-

Varios metros adelante vi a una mujer que caminaba a media calle, supuse que venía en un estado similar al mío, sentí gacho al ver a una chava joven y sola andando por la calle a esas horas -tenia “buen lejos”- aunque en verdad no le presté mucha atención- Después de varios pasos, mi reproductor de cintas comenzó a escucharse mal, detuve su funcionamiento y con molestia verifique que la cinta se había enredado en las cabezas de la maquinaria, me dio tanto coraje que saqué el casette rompiendo la cinta y furioso lo arrojé contra el blanco muro de ese “camposanto”. Como bien sabes, ese es uno de mis álbumes predilectos y tal fue mi molestia, que hasta la borrachera se me cortó, respiré profundo y saqué mi cajetilla para fumar un cigarro. Encendí el tabaco, la mujer ya estaba a unos cuantos pasos de mí, se me hizo extraño que en lugar de cambiar la acera como es habitual en la gente cuando ve a un Metalhead en una calle solitaria, se acercara hasta mí con confianza y dijera:

-¿Puedes regalarme un cigarro?-

Extrañado, le ofrecí la cajetilla y cuando tomó el tabaco entre sus labios acerqué la flama de mi encendedor para que lo prendiera, disimulé cualquier acercamiento o cruce de miradas para no incomodarla; una vez creada la brasa, di un paso para continuar mi camino, cuando escuché que me hablo otra vez:

-¿Ya te vas? ¿Entonces para que me llamaste?-

Me detuve y solté una carcajada obvio reflejó de mis nervios alterados, por un momento dudé entre la opción de mirarla con detalle o salir corriendo como “alma que lleva el diablo” -pocas personas llegan a ver o vivir algo así- sin imaginar la realidad de aquella frase popular aplicada a mí en ese momento y entonces recordé las Sesiones de Rol de cada viernes en mi casa, tomando el papel de mi personaje vampiro Assamite de Séptima Generación y sin volver la mirada, respondí con todo el valor que me daba mi hoja de estadísticas y espíritu rebelde, inspirado en todas las canciones de Heavy Metal que había escuchado hasta ese momento, repasando en un instante cada letra, cada mensaje sobre satanismo y cosas similares, diciendo con una sobriedad irreverente que nunca más he vuelto a manifestar:
-No me engañas, el verdadero Lucifer no se tomaría a pecho la provocación de un borracho trasnochado-

-Tú no dijiste Lucifer, dijiste Diablo, ofreciendo una noche de pasión en tu limitado vocabulario ¿No es así?- la respuesta de lo que había supuesto era sólo una joven trasnochada, fue por demás sarcástica y burlona.

-Regodéate en mi impertinencia sí es lo que te satisface, pues no obtendrás otra cosa de mí- por un instante sentí que mis esfínteres iban a ceder.

-Me llamaste y no pienso regresar al Infierno con las manos vacías, vendrás conmigo aunque tenga que llevarte arrastrando de los huevos-

-Inténtalo- dije apretando los dientes, al hacerlo se me escapó un estruendoso gas y un chisguete de orina.

“Esa cosa” soltó una carcajada escandalosa que comenzó a triturarme los tímpanos haciéndome perder el equilibrio y tambalearme, evité caer por completo pero quedé postrado de rodillas, lo que vi después de eso nunca podré olvidarlo: todas las sombras alrededor parecían tomar conciencia y se desgarraban formando de sus despojos, siluetas con apariencia humana demasiado burda, a algunas de tales formas les sobraban extremidades, ya fueran brazos o piernas, en otras distinguí dos cabezas pegadas a un solo cuerpo, con delgadas colas largas o gruesas y primitivas que me recordaron por un instante de fuga mental, los documentales sobre dinosaurios exhibidos en las clases de biología; en ese momento deseche todas mis clases sobre ciencia, la ciencia que nunca podría darme una explicación a lo que estaba viendo a menos que fuera diagnosticado con un mal mental agudo, situación que no estaba lejos de ocurrir, pues muchas de las cosas que Roga narró en sus historias y yo viví en mi fantasía, se estaban manifestando en mi realidad objetiva, cimentada en todo lo que me habían enseñado en la escuela y se contraponían incluso, a lo demostrado por la geometría descriptiva, al notar como detrás de éstas figuras o a través de ellas, los edificios, en su mayoría constituidos por ángulos básicos de noventa grados, se contorsionaban de tal manera que alcanzaban mediciones que jamás hubiera podido siquiera imaginar para realizar algún proyecto, ni siquiera el más descabellado. Perdí la consciencia en un momento que como ya comenté, era una fuga mental instigada por mi instinto de auto conservación, haciéndome dudar de todas las acciones realizadas con el afán de ofender y cuestionar las creencias de mi familia, iniciando con mi madre; pedí a su Virgen de Guadalupe, así como a todas las figurillas de yeso escupidas y orinadas en el pasado, que me librasen de todo aquello.

.·.

-Ya comprendo un poco más tú personalidad “un poco” trastornada- dijo Yara con una sonrisa burlona -Ya es un poco tarde y queda un camino largo para regresar a casa-

-Tienes razón, regresemos a casa de mi Jefa-

Ambos volvieron al antiguo hogar de Hugo sujetados de la mano, no tardaron demasiado en salir de allí; Yara tomó a su hija en brazos, él empacó las cosas de Juliana y la vieja libreta. El clima estaba un poco frio y nublado, apuraron el paso para no arriesgar a la pequeña niña a una gripe.

Una vez acomodados en el transporte, Yara preguntó:

-¿Qué ocurrió después? ¿Como saliste de eso?-

Y así, Hugo continuó con su relato…

.·.

Desperté en mi cama, no sé en verdad qué ocurrió después de mi encuentro con esa “cosa”, entidad, espíritu, demonio o sea lo que sea. Mi mamá me platicó que me encontraron tirado, perdido de borracho en la esquina de la calle donde estaba mí casa, situación de la que dudo, pues me había puesto pedas peores y nunca terminé en el suelo, menos en la calle. A partir de esa noche, comencé a tener unas pesadillas bastante perturbadoras al igual que mis hermanas; incluso, debido a esos sueños, llegué a despertar con el calzón orinado. No es grato recordarlo, “hacerte en la cama” a esa edad es un tanto vergonzoso.

Al viernes siguiente, teníamos reunión para jugar y Roga me llamó por teléfono para avisar que llegaría un poco más temprano, para enseñarme algunos discos raros y comics que había conseguido; quedamos de vernos a las cinco de la tarde ya que todos los demás estaban citados hasta las siete. Por alguna razón, para aquel entonces, pareciera que yo sentía su arribo y siempre me asomaba por la ventana justó cuando cruzaba la calle: asomé la cabeza y él ya estaba en la puerta, el cabrón me arrojó la piedra que tenía preparada para lanzar contra el cristal golpeándome en plena frente, yo le enseñé el codo y él me respondió presumiéndome el dedo medio.

Bajé para abrirle la puerta y recibirlo con unos “raquetazos” en el pecho al puro estilo de Lucha Libre como lo hacía El Maestro Pierrot Jr. y una patada entre las piernas, señal de bienvenida y agradecimiento por el golpe que recibí en la cabeza.

-Pinche culero ¿Por qué me “pegas”?- me preguntó entre gimoteos mientras se revolcaba en el suelo debido al dolor del golpe que impactó en sus partes blandas.

-Eso es por la piedra que me arrojaste- le di una patada más en el pecho con bastante fuerza -Y esto es por gusto-

Después lo ayudé a ponerse en pie y sacudirse el polvo de la ropa, entró trastabillando a la casa y cuando mi mamá nos vio pasar, ella dijo:
-¡Sí continúan golpeándose entre las piernas no tendrán hijos!-

Mi Jefa conocía nuestras “expresiones afectivas” y ya estaba acostumbrada a ello… aunque obvio que no estaba de acuerdo. Subimos a mi habitación y nos “desparramamos”, yo en la cama y él en un viejo sillón que no recuerdo de donde había salido, pero servía para tomar asiento. Roga vació su mochila sobre mi cama y me mostró el Carving a Crimsson Carrier de Brimstone, Supreme Art of War de Storm Lord y lo más nuevo de ese tiempo que era Awaking the Centuries de Haggard, Fatal Atractions en inglés, así como The Return of the Dark Knigth escrito por Frank Miller y algunos números de Sandman y Death: The High Cost of Living. Había escuchado hablar de algunos, pero en esos años internet era de difícil acceso y conseguir esas joyas aún más. Comencé a ojear los comics de Neil Gaiman y puse en el reproductor de discos el de Brimstone.

-¿A quién robaste?- pregunté sarcástico.

-A nadie, voy a inaugurar una tienda de comics en los locales donde tenía la joyería, “ya troné”. Quiero vender artículos de colección, no sólo esas puterias de animación japonesa que en unos cuantos años serán la onda. Quiero promover el arte-

-Está cabrón, de cualquier modo te deseo fortuna. No te lo digo por “mala leche”, pero sabes que en éste país no se aprecia el arte-

-Si, estoy consciente de eso. En éste país no se aprovechan los cerebros y talentos, se explotan o denigran… pero cambiando de tema ¿Dónde conociste a tu nueva novia?-

La pregunta me tomó por sorpresa, no pensaba comentar lo que estaba ocurriendo a nadie pues sabía que “me tirarían de loco” o algo similar. Las cosas ocurrieron con velocidad vertiginosa, las pesadillas perturbadoras que atacaban a toda la familia, aparatos electrodomésticos encendiéndose o apagándose sin motivo, golpes en los cristales, sombras que se movían, psicofonías en los ductos de agua y gas, reflejos en los espejos, mis pantalones mojados de orines, objetos moviéndose… mi madre y hermanas estaban aterradas y por llamar a un sacerdote, a lo cual me oponía pero no refuté, pues aunque me avergüenza un poco decirlo, estaba atemorizado. Aun así, era un problema familiar.

-¿Cuál novia?- pregunté con disimulo.

-¿Como que cual? Ese demonio femenino menor que está deambulando por tu casa. Bueno, los demonios, al igual que los ángeles, no tienen género, pero éste toma aspecto de mujer y se acaba de ir a “dar una vuelta”; hace un momento trataba de ocultarse tras la puerta pero cuando lo saludé huyó despavorido, como supongo también está toda tu familia-

-¿Te estás burlando de mí?-

-Siempre he cuestionado tú inteligencia ¿Qué te extraña? Malo que lo hiciera a tu espalda, pero siempre lo hago de frente- respondió Rogaciáno con sorna -Te propongo deshacernos de esta entidad-

Solté una carcajada escandalosa, más que por el inadecuado y descabellado comentario, debido al nerviosismo que me causaba abordar ese tema. El Roga con frecuencia, me platicaba de sus aventuras con cosas sobrenaturales, pero siempre pensé que eran anécdotas distorsionadas de los lugares en donde acostumbraba jugar RPG.

-¿Como haremos algo así, pendejo?- pregunté incrédulo y a la vez divertido.

-¡No tengo idea!-

-No me jodas, conociéndote, lo único que lograras es hacerla enojar-

-Tal vez tengas razón- respondió Roga encendiendo un cigarro -Pero cualquier cosa sería mejor que tener a tu familia asustada o llorando de miedo-

-Es verdad- dije -Aunque no soy cercano a mis hermanas, no es grato escucharlas gritar o saber que se despiertan llorando por la noche-

-¿Entonces a que le temes?-

-A que esa “cosa” sea más fuerte que nosotros. Aunque sigo sin comprender por qué no molesta a mi mamá-

-No es tan difícil deducirlo, es porque tu mamá tiene una fe firme. No puedo afirmar sí el dios judeocristiano es falso, pero en ocasiones, la gente que deposita su fe en él es capaz de hacer milagros, aunque tengo una teoría de porque es así. Te lo comentaría sí no fuera algo disparatado-

No mames! ¿Qué puede ser más disparatado que cualquiera de tus anécdotas mafufas y más aún, cualquier cosa que planees para sacar a esa chingadera de aquí?-

-Eso no me preocupa, puedes burlarte-

-¿Por qué dices eso?-

-Por qué yo no voy a hacer nada, lo harás tú, yo sólo te diré que hay que hacer-

-En ocasiones me das miedo-

Los demás amigos llegaron en punto de las siete de la tarde, aunque mi habitación estaba llena de “roleros” y estábamos a medio verano, toda la casa se percibía fría; algunos se quejaron pero no cerramos la ventana debido al humo de cigarro.

.·.
-¿Y qué pensaba hacer el psicótico de tu amigo?- preguntó Yara con una sonrisa burlona.

-Supongo que yo tenía la misma expresión que tú los dos días antes de nuestro viaje al Mundo Subterráneo- la respuesta de Hugo fue con el mismo matiz casi solemne que había utilizado todo el día ignorando las insinuaciones de burla.

-¿No se te hace un nombre pretencioso?-

-En definitiva, no-

.·.

Dos días después, a eso de las cinco de la tarde, Roga llegó a casa; extraño en él, no llevaba una playera con estampado, sí no una vestimenta negra en su totalidad, sin adornos, colgantes o cosas similares. Saludó a mi mamá al entrar y nos dirigimos a mi habitación; al ingresar en ella, lo primero que hizo fue colocar el espejo que utilizaba para arreglarme sobre una silla de madera al pie de mi cama y encendió tres veladoras blancas, las cuales acomodó en posición triangular.

-¿Para qué son esas pendejadas?- le pregunté con una sonrisa, más que de burla o miedo, era de nervios alterados.

-Pondrás en práctica al pie de la letra el sabio proverbio de mi papá: “Cállate, no la hagas de pedo y haz lo que te digo”- dijo con una expresión por de más seria que no le conocía -Acuéstate en la cama y cierra los ojos-

-¡De pendejo! ¿Qué tal sí me violas?-

-No te preocupes por eso, no me atraes en lo más mínimo, estás obeso, peludo y tienes un “cachito” de carne colgando entre las piernas que me causa repugnancia, sin contar sus diminutas dimensiones- a pesar de que la respuesta fue con obvio tono de mofa, su rostro no se ablando sólo un poco.

Nunca dudé de la palabra de mi amigo a pesar de todas las bromas soeces a las que nos sometíamos uno a otro, así que me recosté sobre la cama mientras terminaba de encender las velas y una rama de copal que sacó de su bolsillo mientras fumaba un cigarro.

-¿No es contraproducente que fumes mientras haces todo esto?- pregunté extrañado.

-El cigarro también produce enfisema pulmonar, disfunción eréctil y varios males más, pero los muertos no fuman y ningún ente extracorpóreo se pondrá rejego por el humo- respondió.

-¿Es sarcasmo o es verdad?-

-No lo sé, lo investigaremos en poco tiempo-

A partir de ese momento, todo fue más extraño pues nada encajaba con los conceptos que tenía sobre la realidad, al igual que en aquella noche de octubre unas semanas antes, sin embargo en esa ocasión no sentí más que un leve golpe en la frente y a pesar de la certeza de mantener los parpados cerrados siguiendo las indicaciones de Rogaciáno, mis ojos se mantenían observando todo aquello:

Lo que recuerdo, aunque un tanto distante y borroso, fue haberme puesto en pie y observado mi cuerpo tendido sobre la cama con las manos cruzadas sobre el pecho y Roga acercarse para acomodarme la pierna derecha flexionada, dejando el pie sobre la espinilla de la otra pierna; al volver la vista hacia el frente y distinguir que el espejo ya no me reflejaba fue traumático, se convirtió en una especie de ventana hacia el infierno o un lugar similar, pues a través del cristal, se veían edificios derruidos, flamas consumiéndolo todo y sombras tan negras como el éter o como sea que llamen a la inmensa negrura que constituye el espacio exterior. Rogaciáno me miró un instante para después tomar asiento sobre otra vieja silla, hacer lo mismo y cerrar los ojos, instantes después, ya había dos Rogaciános también, uno sentado, dormido o en trance y otro de pie juntó a mí. Recuerdo haber caminado hacia el espejo, cruzar a través del reflejante cristal y tener la sensación de “sumergirme en agua sin mojarme” e instantes después, caminar a través de una calle en la cual se levantaba una increíble polvareda con grandes charcos de agua estancada y pútrida, construcciones viejas o recientes en ambos lados de la calle… todas me eran familiares.

-¿Dónde estamos?- le pregunté en voz baja, casi en un susurro.

-Ya casi llegamos, no te preocupes- me respondió con tranquilidad.

No sentí miedo, sí no aquella sensación de alerta que se experimenta cuando se cae en cuenta de que estás en un lugar nuevo y extraño, donde se huele el peligro en todo, como en una zona de guerra declarada. La verdad es que en cualquier momento esperaba escuchar la alarma que nos pusiera al tanto de un ataque aéreo -pues por ese entonces era aficionado al cine bélico y estaba un poco paranoico-

-¿Ya no estamos en Kansas verdad?- pregunté con una sonrisa más falsa que los billetes de trescientos pesos con la figura de Pancho Villa al frente.

-No, no hay Camino Amarillo, aquí no hay nada, ni vida ni muerte- dijo Roga mientras caminaba unos pasos adelante de mi -Sólo dolor y almas torturadas, observa el lugar donde llegamos-

Estábamos al pie de mi ventana, la fachada era la misma así como toda la estructura pero los cristales estaban opacos y empañados, ya fuera por el polvo o el paso del tiempo que se manifestaba en ese lugar; eso era en la planta baja, en el nivel superior aunque lucía el mismo aspecto de abandono, parecía que las grietas albergaban alguna especie de vida -sí se le puede llamar de ésta manera- al igual que los empañados y sucios cristales, los cueles me daban la impresión de algún rostro vigilando nuestras acciones. Fue una sensación difícil de explicar la que tuve al contemplar mi casa en un estado tan deplorable, al igual tiempo que sentirme extraño en el lugar en donde había transcurrido toda mi vida. Caminé hasta la puerta de acero que hacía de zaguán y me detuve un instante al sentir en la palma de mi mano tanto la sensación del polvo, como las costras de pintura adherirse o deshacerse ante mi tacto. Miré hacia atrás para ver a Roga y solicitarle indicaciones; él sólo sacó un cigarro de su bolsillo, lo encendió y me indicó que entrara con un movimiento de cabeza un tanto desganado.

Me cuesta bastante trabajo aceptarlo, pero la verdad es que sí hubiera estado yo solo, me hubiera “rajado” y salido corriendo de allí gritando como una fanática de Menudo eufórica por completo, pero saber que contaba con alguien de mi confianza para “cubrirme la espalda”, inyectó en mí una confianza que analizo hoy como absurda.

Antes de abrir la puerta en su totalidad, comencé a cantar con voces guturales:

Face, the enemy, stare inside you,
control, your thoughts.
Destroy, destroy'em all.

You censor what we breathe,
prejudice with no belief,
senseless violence all around,
who is it, that keeps us down.

Slave new world de Sepultura fue lo primero que se me vino al cerebro y me regresó al recuerdo de mi cinta del Chaos A.D, entonces volví el rostro molesto y le dije:

-¡Ni te hagas güey, por qué todavía me debes mi cinta!-

-Ni estar en éste mundo te quita lo miserable… mejor pon atención a lo que estás haciendo- me respondió más como una reprimenda cínica, que pretendiendo una evasión a la deuda.

Lo que ocurrió después fue en exceso rápido, no podría precisar el tiempo exacto pero para mí fueron en unos cuantos minutos, tal vez cinco o unos pocos más.

La puerta se abrió como sí alguien me estuviese cediendo la entrada, en ese momento se me erizaron los cabellos de la nuca y la piel se me “enchino”, pues antes de dar el primer paso hacia adentro, sentí como sí alguien entrara con escabrosa urgencia, pasando a mi lado dándome un leve empellón, pero no era más que una corriente de aire frio o eso me pareció; miré a Rogaciáno y éste soltó una carcajada escandalosa, de esas que sólo daba cuando se contaban “chistes crueles o de humor negro, después de tomar aire, me invitó a entrar a “mi casa” con un gesto de manos bastante condescendiente que me hizo sentir como un niño tímido. No alegué nada y di mis primeros pasos con inseguridad dentro de la construcción, la cual me provocó cierta nostalgia, pues recordé los años en los cuales mi padre comenzó la construcción de la casa y ésta se encontraba en “Obra Negra”. No fue una mala época, durante ese periodo de tiempo iniciábamos una vida familiar y armónica. Los muros lucían su superficie original de ladrillo sin recubrimiento y la instalación eléctrica se exponía fuera de sus ranuras soltando chispas que de haber algún material inflamable a su alcance, hubiera provocado un incendio. Ciertos detalles me devolvieron la conciencia sobre el lugar en el que estaba, pues a lo largo de la cochera y el patio, había castillos de concreto en lugares en los que por lógica, no los debería de haber y no se tenía planeado construir allí, conocía la planeación de la casa desde que mi padre compró el terreno, aunque yo era pequeño en ese entonces; recuerdo con claridad como él me paseaba por el terreno, intentando explicarme su proyecto de como debería concluirse la estructura, tal vez allí comenzó a gestarse mi gusto por la arquitectura.

Recorrí la cochera y el patio mirando las habitaciones desde afuera, sintiendo una gran tristeza al imaginar que en un determinado momento, la casa de mis padres llegaría a quedar en tan lastimero estado: los vidrios de las ventanas continuaban en su lugar, aunque rotos y empañados de mugre, las puertas colgaban sobre sus goznes y los muebles estaban destrozados, las sillas rotas, los recubrimientos de los sillones desgarrados, algunos trastes aún reposaban sobre la mesa con vestigios de comida putrefacta, albergando en su interior un nuevo caldo de cultivo, una vieja televisión de bulbos con el cinescopio reventado y arañas o cucarachas vagando libres por todos lados; no tuve el valor suficiente para aventurarme al interior.

Órale que no traigo itacate!- me gritó El Roga.

Aún hoy en día, cuando recuerdo esa situación, no logro explicarme como Rogaciáno entró a la casa y pasar juntó a mí sin qué notara su presencia, está de más redundar en como era la estructura de la estancia en esa extraña visión, ya fuese en ese mundo irreal o en el nuestro, era imposible que pasara a mi lado sin que notara su presencia. A pesar de mi estado emocional en ese momento, omití cualquier pregunta y sólo hice un gestó de manos que supongo también se dibujó en mi rostro, preguntando qué hacer. Me señaló hacia arriba con una mueca divertida y pensé -Éste cabrón se está burlando de mí-

Miré en la dirección en que se encontraba mi habitación, el camino hacia allá estaba en la misma colocación al igual que en “la realidad”, lo perturbador para mí en ese momento, era el lamentable estado de decadencia que mostraba todo. La escalera metálica con forma de caracol estaba corroída por el óxido y en el recubrimiento de pintura -igual que en el zaguán- se vislumbraban costras de pintura vieja que se desprendían de la superficie al mínimo tacto o se convertían en polvo al sujetarlas; el deterioro debido a los efectos del óxido llegaba a tal punto que volvía frágil incluso el acero, no quebradizo, más bien maleable. La sensación de subir las escaleras fue extraña pues a mis pies sentía los escalones ceder a mi paso, contorsionándose bajo el peso de mis botas como sí fuese goma de mascar y en varias ocasiones, tuve la impresión de caer al doblarse por completo la desvencijada escalera, aún a pesar de su estructura blanda, mis pasos resonaban como objetos metálicos sólidos al choque de mis pies.

Llegué hasta la marquesina en la cual se sostenía la escalera y el cabrón de Rogaciáno ya estaba allí, sentado en el borde, con los pies al aire y fumando tranquilo, mientras yo estaba siendo agobiado por una serie de sentimientos no demasiado positivos que me destrozaban los nervios y la escasa cordura que mantenía -hasta hoy, continuó cuestionando el como llegó él hasta allí-

-Dame un cigarro- le dije con tono carente de cortesía y respeto, nunca volví a utilizar ese tono para hablar con él en ocasiones posteriores.

-¿Sólo por tus huevos?- fue la respuesta prepotente que recibí, la cual no me desconcertó, me pasó el cigarro encendido que tenía en la mano y sonriente completó su reproche burlón cuál era su costumbre -¡Sólo una fumada! Puede hacerte daño en los pulmones y más aún con lo que viene-  

-No veo coherencia en eso, sí tú mueres, será por enfisema pulmonar o de “la madriza que te daré cuando regresemos a la casa”- le di una profunda calada al cigarro -Eres la persona menos adecuada para hablarme sobre los riesgos del tabaquismo ¿Como hiciste para traer cigarros a éste lugar?-

-Ya ves, uno que tiene sus mañas. Mejor termina con esto, ya tengo hambre y tú pagaras la cena-

-¿Qué te asegura eso, pendejo?-

-Que sí ésta entidad te rompe la madre, pueden ocurrir dos cosas: te quedas en éste lugar por toda la eternidad o va a estar chingando a tu familia hasta que mueran todos, incluso tus nietos, así que la decisión es tuya; puedes hacer una oración, sí lo consideras prudente, antes de entrar a “tú habitación”-

-¿Otra vez te estás burlando de mí?-

-No, esto es en serio, sé que no eres demasiado espiritual, yo tampoco, pero hacerlo tal vez calme tus nervios y toma en cuenta que va el bien estar de tu familia de por medio, gracias a ser tan “hocicón” e impertinente-

-“El burro hablando de orejas”-

-Estoy de acuerdo- respondió Roga -Si soy hocicón, impertinente, burlón, sarcástico, vulgar y tengo “muchas virtudes” más, pero con el pequeño detalle de que mi familia más cercana se encuentra a más de tres mil kilómetros de distancia, puedo negociar con almas, espíritus y demonios sin excesivo riesgo-

-Tendrás familia algún día-

-Es probable, pero sí tengo hijos…- sonrió con una alegría real y extraña en él, hacía ver su rostro como el de una persona normal -También tendrán las mismas capacidades y conexión que yo, podrán ver y hablar con las cosas No Visibles, eso no me preocupa. Sí es que algún día llego siquiera a perder la virginidad… hasta hoy, no he encontrado a la mujer adecuada, tal vez si tenga hijos…-

-No mames Roga, tienes diez y nueve años ¿Aún eres virgen?-
-¡Eso te vale madre!- respondió molestó -Ocúpate en lo tuyo-

Huy! Que susceptible- no ahondé en el tema y di la vuelta para seguir avanzando.

El paisaje era parecido a lo que había abajo y eso no me extraño, la única variación era en el mobiliario de esa estancia que algunos años atrás había ocupado como estudio antes de que una de mis hermanas se mudara allí después de casarse; donde hoy en día está su cocina, antes se encontraba mi mesa de dibujo y en esa bizarra realidad seguía allí, sólo que con la superficie de la tabla principal astillada y el banco para sentarse, corroídos tanto por el tiempo como por lo que supuse, eran polillas. Esparcidas por el piso, se encontraban las muñecas de mi hermana más chica y por un momento me dio la impresión de que éstas figuritas femeninas de plástico, se pondrían de pie y se lanzarían sobre mí como en alguna escena de película de terror, de esas producciones pésimas de los años ochenta en el siglo pasado -aunque a decir verdad, en pleno siglo veintiuno, esto no ha mejorado en demasía, una situación lamentable para quienes disfrutamos de ese género cinematográfico-

.·.

-Tan interesante que va tú cuento- dijo Yara con sarcasmo no bien disimulado -Bajamos en la próxima calle, carga a Juliana mientras pago el transporte-

-Tengo la impresión de que “me estás dando por mi lado”- respondió Hugo un tanto molestó y triste.

-¿Esto no fue una historia loca de sus juegos RPG?-

-No, no tengo por qué mentirte-

-También sé que no tienes nada que ocultar… hasta conocí la anécdota de tú Gas Atómico-
-¡Yo no te platiqué eso!- respondió Hugo extrañado mientras le subía la sangre al rostro.

Bajaron del transporte y tomaron un taxi para llegar hasta su casa, la cual no quedaba lejos de la parada pero el clima comenzó a tornarse frio y esto podía representar un riesgo para la salud de la pequeña Juliana.

En menos de diez minutos ya estaban en casa, Juliana dormida en su cuna, Hugo preparando lo necesario para ir a trabajar al día siguiente y Yara calentando agua para café en una tetera. Mientras comenzaba a silbar el traste, tomaron un breve reposo del viaje, ocuparon dos asientos en las sillas del comedor, lanzaron un suspiro profundo y él regresó al tema que era notable, ya había fastidiado a su pareja.

-Algunos años antes de lo que te relaté, Rogaciáno y yo escribimos un poema entre los dos- sacó la libreta de entre la maleta donde transportaron los pañales y biberones de Juliana -La idea principal fue mía, pero todo el trabajo de redacción lo realizó él, esos versos los pasamos a idioma inglés y compusimos una canción bastante chida aunque le cambiamos gran parte de “las líneas” y algunas palabras debido al estilo de la banda en aquel entonces. Por esto y gracias a que él conservaba los manuscritos originales, los arregló de tal manera, que lo adaptó a su sentir en ciertas situaciones relacionadas con su entonces novia dedicándoselo a ella; no lo culpo, la idea original me agradó bastante aunque la manera en que definía sus emociones y sentimientos era cursi a mi parecer-

-¿Me lo vas a mostrar?- preguntó Yara con una expresión difícil de definir entre fastidiado sarcasmo y compromiso de cortesía.

-Sé que no te importa y todo el día he estado hablando de lo mismo sin llegar a ningún punto- continuó Hugo -También tengo presente el hecho de que no me crees una puta palabra de lo que te he dicho-

-En eso último, tienes razón- respondió ella al momento que se ponía de pie para quitar la tetera del fuego pues ya comenzaba a silbar -Sí no te conociera bien, juraría que estaban drogados por algún psicotrópico-

Hugo sonrió con soltura:

-Nosotros nunca necesitamos alguna sustancia ajena a nuestro cuerpo para fugarnos de la realidad-

-Eso siempre me ha quedado claro-

-Bueno, antes de continuar dime ¿Quién te platicó lo del Gas Atómico?-

-Rogaciáno en una de las pocas borracheras en que nos acompañó-

-¿Ya entiendes porque siempre digo que es un hijo de puta?-

-No te enojes, termina de platicar tu alucine y comparamos versiones sobre esa flatulencia-

-No sé por qué, pero puedo anticipar que no podre evadir el hablar de mis problemas digestivos-

-Antes de que continúes, necesitó saber algo…-

-¿Qué?-

-¿Como diablos lograban cambiar o desviar las conversaciones a simples trivialidades, estando en situaciones que se podrían definir como “De Alto Riesgo”?-

-Aún no lo comprendo- respondió Hugo un tanto confundido -Nunca lo había pensado; tal vez se deba a una perspectiva absurda de la vida en la cual nada importa, ni siquiera la vida misma y aunque se escuche estúpido, dentro de mí, en el fondo sigo pensando igual, todos moriremos algún día y no nos llevaremos nada, la muerte o los riesgos no tienen por qué causarnos temor, al final todos moriremos, pienso que lo mejor que se puede hacer es verlo desde una perspectiva divertida mientras estés vivo, aunque cada persona tiene su propio sentido del humor. No te ofendas, sabes que te amo y no cambiaría nada, ni por todo el oro del mundo- hizo una pausa meditando lo que estaba diciendo para no herir la susceptibilidad de su pareja -Sí tú no hubieras llegado a mi vida, continuaría llevándola con ese estandarte al frente y en alto; después llegó nuestra Juliana y eso no se comparara jamás con nada que pueda llegar a pensar, ustedes dos están por encima de todo-

Sin decir o protestar algo más al respecto, Yara sacó un frasco de café soluble, sirvió el agua y tomó asiento para escuchar lo que consideró -y consideraría por siempre- a partir de ese día, una terrible alucinación de su pareja, confirmando sus sospechas sobre algunos trastornos mentales en él.

.·.

Como te lo dije por la tarde, aunque he dado muchas vueltas al asunto, el tiempo pasó demasiado rápido para mí, tal vez he sido en extremo descriptivo -pido disculpas por eso- sólo espero comprendas un poco en cuanto a mi sentir en ese momento; por descabellado que se escuche todo, estoy consciente de esa situación.

Después de terminar de fumarme el cigarro que le quité a Rogaciáno y recorrer la estancia anterior a mi habitación, decidí continuar el camino, no sin sentir temor, incluso el impulsó de alejarme de allí corriendo, pero lo recapacité a sabiendas de que, aunque decidiera hacerlo, no llegaría a ningún lado. Caminé hasta la puerta de madera que marcaba la entrada a la habitación -que desde siempre ha estado bastante desgastada- e intenté abrir.

-Está cerrado- dije en voz alta sin voltear a ver a mi amigo.

-No seas pendejo, dale un madrazo, nadie te reclamara en éste lugar- me dijo con fastidio, su expresión debió haber sido de molestia o tedio puro. No volví el rostro y sólo me alejé algunos pasos para tomar un poco de impulso y dar una fuerte patada.

La puerta comenzó a abrirse con lentitud, incluso con el tétrico rechinido que me hacía despertar asustado por las noches cuando la dejaba abierta, detuve mi embestida y decidí entrar a la habitación “por las buenas” aunque esperaba un encuentro desagradable, esto se manifestó al ver lo que había adentro, pues todo el lugar parecía una pintura de Salvador Dalí: los primeros cuatro metros de la recamara eran tal cual los recordaba, incluso al momento de hacer “el viaje”, la cama, la mesa en donde estaban colocados mis trofeos de futbol, los posters de Heavy Metal en el muro, las máscaras de Lucha Libre, la computadora, todo en ese pequeño espacio. Más adelante se ampliaba el lugar; en donde debería ubicarse el mueble para la televisión, había un escalón formado de lo que debería ser la continuación de la construcción, como sí la hubieran roto a golpe de mazo, continuando en otra habitación más amplia y elegante, con piso de loseta negra y pulida que a pesar de su color reflejaba todo lo cercano a su superficie, iluminado por velas colocadas sobre candelabros empotrados en los muros, los cuales estaban distribuidos con estrategia para lograr que la iluminación fuera precisa y amplia. Sin embargo, a pesar de que se veía el desgaste y constante cambio de las velas, en el techo se formaban delgadas columnas de cera blanca debido a que las gotas derretidas caían hacia arriba en un firme desafío a las leyes de la gravedad, haciendo parecer el techo como parte de una cueva de estalactitas de cera solidificada, dejando ver en la parte central el pulcro blanco del color original. Los muros estaban pintados de un color rosado, similar a lo que llaman “color salmón”, con zoclo blanco que de extraña manera no lo hacía desagradable a la vista, tal vez debido a la finura de los materiales, tal vez gracias a mi percepción alterada o a estar consciente de la situación por la que atravesaba. En el centro de aquella enorme habitación, en el techo había un gigantesco candelabro metálico pulido repleto de velas que seguían el patrón de las anteriores, tanto otorgando gran luminiscencia como dejando caer sus residuos hacia el techo y justó bajo éste, una cama grande con soportes para mantener un velo, el cual se divisaba de una tela delgada, blanca y traslucida que permitía ver una silueta femenina recostada sobre la superficie del colchón.

El instinto me anunciaba peligro y titubee al acercarme, se escuchaba una risa maliciosa proveniente de allí, no me acerqué rápido, observando las posibilidades de escapar y mi temor se transmuto en terror, al momento de ver que la puerta por donde había ingresado ya no era más que un muro; habiéndome acercado un poco más, alcancé a distinguir al otro extremo del amplio cuarto, una chimenea empotrada en la pared opuesta, la cual se encendió de improviso con una flama verde, haciéndome notar que no era positivo el origen de dicho fuego y entonces “Eso” hablo desde la cama:

-¿Vienes a cumplir tú promesa?- era una voz femenina, una voz de mujer joven, dulce y melódica, casi cautivadora -¿O tendré que someterte por fuerza bruta?-

-No puedo creer que sigas con esa idea- respondí con temor -Sólo quiero que salgas de mi casa y dejes en paz a mi familia-

-Tú me llamaste ¡Debes de cumplir!- gritó con tono imponente y a la vez furioso.

Reaccioné al sentir que salía sangre de mi nariz y verme alejado casi cinco metros del lugar en el que estaba de pie instantes antes, ya derribado en el suelo y con un agudo dolor en el pecho, como sí me hubieran golpeado fuerte con algo grande. Tenía un leve mareo y sacudí la cabeza para intentar ubicarme, entonces vi como aquel velo se levantó como movido por un fuerte viento que no percibí, aquella entidad se puso en pie y de repente, la tuve frente a mí para repetir esa acción otra vez, sentí el crujir de mis costillas y subir a mi boca el ácido sabor de mis jugos gástricos mezclados con sangre y vomito. No tenía nada que hacer, sin siquiera mover un dedo ya me había inutilizado dejándome a su completa merced.

-¡Pobre alma en pena!- escuché la voz de Rogaciáno con tono de burla y compasión -No puedo creer que no me hayas visto ni percibido- entonces mi amigo salió de entre las sombras blandiendo el aberrante bate de beisbol pintado de negro, forrado con alambre de púas que siempre mencionaba y que tanto admiraba de las Luchas de Cactus Jack en la entrañable era Attitude; a pesar del dolor que me agobiaba, no pude evitar sonreír -¿Por qué no te mides con alguien que sepa como pelear aquí?-

-Esto no te incumbe- respondió la entidad distrayendo su atención sobre mí, haciendo que cediera la presión que sentía en el pecho -¡Él me llamó!-

-No te adjudiques posiciones que no te corresponden- dijo Roga con burla -No eres un demonio, eres un simple espectro y sabes que te puedo expulsar de éste lugar con un pestañeo-

Intimidada, la entidad que ahora sabia era un espectro, dio un paso hacia atrás, dejando de hacerme sentir cualquier dolor intenso y aunque estaba adolorido, ya no era la misma sensación. Confundido, el fantasma me miró dudoso por un momento y regresó la vista hacia Roga.

-Tú no puedes vencerme, eres un simple humano-

-Humano si lo soy… por mala suerte- mi amigo dio dos pasos hacia donde estábamos         -Simple no, ni lo seré nunca. Huele mi sangre y lo sabrás-

Pareciera que esa creatura con forma humana hiciera el gesto de respirar profundo, para tomar fuerza y descargar su furia en un grito desgarrador cargado de impotencia:

-¡Maldito charlatán!-

-Si- respondió él con esa sonrisa cínica que siempre lo había caracterizado -Te engañe… güey, rómpele su madre-

No lo dudé un instante, me puse en pie de un salto y embestí contra ella con toda mi fuerza recobrada, haciéndole caer al piso sin permitirle la más mínima reacción, me sentí mal un instante al sentir la fragilidad de esa creatura, pero no dudé en comenzar a descargar toda mi anterior impotencia y miedo sobre su rostro, canalizado en mis puños. Al primer impacto fue como sí le rompiera la nariz, haciéndola sangrar, después los labios, al tercero ya le había abierto la frente. Instantes después el líquido carmesí se volvió un fluido verde y viscoso que hacía sentir pegajosos mis puños, eso no evitó que continuara golpeándole el rostro como en una pelea callejera contra mi peor enemigo. Su cara no se deformaba, sólo se laceraba ante mis brutales impactos; continúe sin asco hasta escuchar que comenzaba a suplicar que me detuviera, a lo cual no pensaba acceder hasta que mis puños se rompieran, no sólo estaba desquitando los sustos y malas pasadas que me había provocado, también las sufridas por mis hermanas. Entonces sentí la mano de mi amigo en el hombro, por reacción y debido a la adrenalina, estuve a punto de darle un golpe en el rostro a él también.

-No seas culero, vas a destruirla- me dijo con expresión preocupada y el nunca haberle visto una mueca semejante me hizo detenerme.

Entonces reaccioné de mi condición en ese momento, estaba sentado sobre el pecho de una mujer guapa y delgada, golpeada con saña y belicosidad, sometida bajo mi peso, mis manos y ropas estaban empapadas de ese líquido verde que poco después supe era ectoplasma, el equivalente a la sangre de los “Descarnados”.

-Te pasaste de verga- me dijo Rogaciáno -¡Le acabas de dar la madriza de su No-Vida!- me indicó que me quitara y colocó sus manos sobre ella.

-Hice lo que tú me dijiste- respondí confundido -Aparte de eso, ella también me lastimó, no sé qué hizo, pero me dolió bastante-

Lo que vi en ese momento no lo hubiera creído sí no lo hubiera hecho otra vez en la realidad, sus manos comenzaron a emitir un destello como de luz blanca y tenue que apenas iluminaba sus palmas, todo lo que debería ser el resplandor se manifestó como una onda de calor -similar a lo que se ve salir del asfalto en un día caluroso- los ojos se le aclararon alcanzando un color grisáceo, a la vez que su piel también palidecía, dándole un aspecto terregoso debido a ser moreno, pero descolorido al evitar la luz del sol. Entonces la mujer abrió los ojos y se incorporó sobre sus posaderas, echándose para atrás, cubriéndose el rostro desencajado por el miedo y la angustia de recibir otro golpe en cualquier momento; el ectoplasma perdió su color y se transformó en sal al momento que Rogaciáno se tambaleó agotado y tomó asiento en el suelo.

-Ya se terminó todo- dijo Roga dirigiéndose a ella -Nadie te lastimara sí tú no haces nada hostil-

Desconcertada, la espectro femenino rompió en llanto; en ese momento mi corazón se hizo pedazos pues nunca he soportado ver a una mujer llorar y menos aún, una mujer hermosa. Esa imagen no era la de una top model, pero si la de una mujer agraciada y joven que ocultaba un terrible pesar bajo la máscara de los finos rasgos de su rostro que poco a poco se distorsionaban a su verdadera forma, situación que ya para ese momento no me causo ningún sobresalto: lo primero fue ver como su cuerpo perdía volumen y unos grilletes aparecían en sus tobillos de la nada, formados de un metal negruzco u oxidado, las lágrimas que manaban de sus ojos color miel se convertían en costras blancas y frágiles, mientras uno de ellos se sumía dentro de la misma cuenca ocular hasta desaparecer juntó con el parpado que dejó el aspecto de haber sido cortado por navaja; los pómulos poco a poco quedaron más marcados al desaparecer las antes blancas mejillas, el ojo que seguía visible se hizo cristalino y el tabique nasal se abrió paso entre la piel hasta exhibir el cartílago astillado. El labio inferior parecía haber sido arrancado a mordidas dejando ver parte de la dentadura destrozada a golpes y ambos brazos estaban cubiertos de innumerables quemaduras -tal vez de cigarro o un cautín-

-¿Y ahora qué ocurre?- pregunté desconcertado.

-Nada extraño- respondió él con respiración agitada -Acaba de pasar por sus ojos todo su pesar-

-¿Pues qué le hiciste?-

-La engañé para que gastara su energía en tú contra- me dijo con una sonrisa de satisfacción a pesar de que estaba agotado -Sí no hubiera visto la posibilidad de que pudieras ganarle, hubiera interferido, ésta pobre mujer es sólo una alma en pena bastante lastimada- dijo -La he sanado un poco, la ayudare a resolver sus pendientes y desaparecer sus “Ataduras”-

-¿Y como harás eso?-

-Aún no lo sé, pero ya se me ocurrirá algo- esbozó una sonrisa bobalicona mientras se ponía en pie -Debemos de regresar o no alcanzaré transporte para llegar a casa-

-No seas culero, estás viendo lo que acabó de pasar ésta noche ¿Y ya te quieres ir?-

-Tienes razón ¡Soy un desconsiderado! Regresando a nuestra realidad iremos por unos Tacos-

-¿Tú vas a pagar?-

-Pendejo, hasta crees…- respondió mientras llegaba frente a mí y sin algún aviso, me dio una patada entre las piernas con toda la brutalidad de sus botas con casquillo.

Caí al piso con un intenso dolor en los huevos como nunca lo había sentido y espero no volver a sentir. Abrí los ojos y estaba en mi habitación “verdadera”, revolcándome en el piso debido al dolor, tanto que sentí arcadas y casi vomito; El Roga se levantó de la silla y otra vez caminó hacia a mí y me dijo:

-¡Ya levántate, no seas chillón!- entonces el cabrón me dio otros dos punta pies en las costillas sacándome el aire de los pulmones, soltó una escandalosa carcajada y entre las risotadas completó -¡Siempre quise hacer eso!-

Después de que logré incorporarme, salimos de la casa a comprar algo para comer: unos grasosos Tacos de suadero en la esquina de la calle -que yo tuve que pagar- Los pedimos “para llevar” y regresamos a comerlos en mi casa; fue hasta entonces que verifiqué el reloj, no había transcurrido tan siquiera una hora desde que Roga llegó a la casa, el cristal del espejo estaba roto aún dentro del marco y la temperatura había vuelto a la normalidad, las velas que él encendió ya se habían consumido en su totalidad pero lo desconcertante, era que el pabilo no estaba siquiera chamuscado más que en las puntas, mientras la cera estaba derretida y esparcida sobre la madera de la silla. Él se apresuró a limpiar todo haciéndome un comentario sobre la reacción de mi madre sí se enterara de lo que ocurrió allí. Después de comer y que todo regresara a la normalidad, pasamos un largo rato más escuchando música y platicando sobre comics hasta que decidió ir a su casa. Cuando se dirigía a la calle lo “encaminé”, se despidió de mi madre diciendo:

-No se preocupe Jefa, ya se solucionaron los problemas. Su hijo se rifo-

Recuerdo verlo alejarse caminando tranquilo, fumando un cigarro y hablando solo; aunque tengo la seguridad de haber visto una sombra proyectada junto a él al pasar bajo un poste de luz y volver la mirada para “pintarme cremas”.

No lo vi otra vez hasta dos semanas después, él no había asistido a clases y en repetidas ocasiones llamarón sus tías a mi casa preguntando sí no estaba conmigo, situación que no hubiera negado sí supiera que andaba de borracho o algo así. Regresó a la escuela bañado y afeitado aunque bastante más delgado, se podría decir que bajo diez kilos en esas dos semanas; también tenía nuevas cicatrices en los brazos, está vez más marcadas al igual que algunos arañazos bastante profundos en el rostro.

-¿Qué te paso güey?- le pregunté; no me respondió, sólo hurgó entre sus pertenencias y sacó una daga para mostrarla y volver a guardarla de inmediato. Después de eso, nunca se volvió a tocar el tema.

Llegó el verano y terminó el semestre en la escuela, recibimos calificaciones y él comentó que estaría ausente durante las vacaciones pero no dijo a donde iría de viaje. Cuando regresó y volvimos a vernos antes de regresar a clases, en una reunión en casa de Fausto, Rogaciáno se notaba drogado o ebrio, aunque no olía a alcohol, yo sabía que bebía en ocasiones pero no tenía el hábito de hacerlo con frecuencia.

-¿Ahora qué tienes?- le preguntó uno de los amigos que asistimos ese día.

Roga se metió la mano al bolsillo, sacó una cajetilla de cigarros, veinte pesos en monedas, dos billetes de a cincuenta, su encendedor, un juego de llaves, un pequeño frasco de plástico y una caja de pastillas, los vació sobre su mano, tomó un vaso con cerveza y las tragó de un bocado. Media hora después estábamos en la sala de urgencias en el hospital regional y sus familiares tardaron más de dos horas en llegar con una expresión de fastidio total; después de estabilizarlo, lo trasladaron al hospital psiquiátrico.
Después de aquella situación, toda la banda le “cargaba carrilla” con ese tema y aunque yo tenía una idea de que era lo que en verdad ocurría con él, también colaboraba de vez en vez con las bromas. Como ahora sabes, la combinación de los problemas psicológicos, emocionales, sobrenaturales y una mala actitud, terminó por reventar y Roga se perdió en algún lugar de éste mundo o cualquiera de los que existen.

.·.

-¿Qué se tragó Rogaciáno esa noche?- preguntó Yara un tanto adormilada.

-Varias pastillas de Diasepam y seis de Prozac, no lo suficiente para morir- respondió Hugo con una sonrisa, como sí recordara una anécdota divertida.

-Ya es hora de dormir, mañana tienes que ir a trabajar-

-Tienes razón, mañana debo levantarme temprano-

De ésta manera, Hugo y Yara fueron a dormir teniendo una noche reparadora, no sin antes verificar que la pequeña Juliana estuviese tranquila.

.·.

Una semana después, Hugo tuvo que salir a provincia para verificar una construcción a cargo del despacho de arquitectos donde trabajaba, provocando que se ausentara de casa durante varias semanas, llevó en su equipaje sólo lo necesario y entre estos artefactos, el teléfono celular con mucha música en formato digital y la vieja guitarra de madera pintada de negro, algo extraño, pues nunca la llevaba a ningún sitio.

El día en que regresó, a pesar de estar agotado tanto por el viaje como por las extensas jornadas bajo el sol en el ambiente “albañilesco”, lo primero que hizo fue abrazar a Juliana y pasar una ardiente noche de pasión con su pareja quien ya también lo extrañaba bastante, no sin avisar antes vía telefónica a su madre de que todo había salido bien y ya estaba en casa. Poco a poco comenzó a retomar el ritmo de su vida cotidiana en la ciudad, a pesar de todo, le rompía la rutina estar ausente aunque fuera por periodos breves de tiempo.

.·.

Una mañana de domingo, Hugo se dirigió al ensayo con el grupo de Death Metal donde tocaba la guitarra principal y componía su “Maldito Ruido”, con una idea en la cabeza y la vieja libreta que hacía algunas semanas atrás, sacó de una caja de cartón en donde encontró también varias cintas de audio viejas y sin darse cuenta, refrescó un poco sus conocimientos básicos de arquitectura al revisar los viejos planos, lo cual le permitió desarrollar su trabajo con mayor eficacia.

De camino al local de ensayo, escuchó en su dispositivo móvil The Silence de Gamma Ray y una vez más, los recuerdos se removieron en su él, trayéndole emociones ignoradas por su corazón, otorgando la inspiración necesaria para complementar una creación casi sublime dentro del género que había decidido ejecutar desde que aprendió a tocar la guitarra.

Tiempo después, cuando la canción quedó lista para exhibirla en público, se lamentó de saber que tal vez esa pieza nunca llegaría a un estudio de grabación pues el Heavy Metal y sus diversos estilos o sub-géneros, no son aceptados por la gran mayoría en México; recordó que Rogaciáno se dirigía a la gente normal como Eloi en tono despectivo. Esa misma tarde, recibió una llamada telefónica para invitar al grupo a tocar en un Bar no lejos de su casa, la cual confirmaron de inmediato.

Esa misma noche, Hugo regresó a casa con una amplia sonrisa en el rostro y al ver a Yara le dijo:

-Mi amor, la próxima semana tenemos “tocada” cerca de aquí y escucharas la nueva canción que compuse con la letra del poema de Roga-

La semana siguiente, se presentaron a la hora acordada en un Bar de mala muerte en el barrio más peligroso de la zona, pero con la seguridad garantizada por la lealtad incondicional que se ofrecen entre sí, aquellos que aman el Metal; aunque a decir verdad, nunca falta el acomplejado “mala copa” que pretende llamar la atención o desquitar su frustración de alguna manera. Ocurrieron algunos percances con el equipo de sonido y la luz se fue en cuatro ocasiones, pero al poco rato, todo continuó a buen ritmo hasta el turno de la banda de Hugo quienes se apresuraron a conectar los instrumentos y ecualizar su sonido lo más adecuado posible. Antes de iniciar con su repertorio, Hugo bajó del rudimentario escenario de madera para acercarse hasta Yara y decirle:

-Te amo y lo sabes, sólo te pido que escuches la letra de la canción con la cual cerraremos la presentación-

-Y tú sabes que siento lo mismo, lo que me extraña es que me pidas eso, siempre que te veo sobre un escenario, es para escucharte- sin decir más, ambos se dieron un tierno beso que provocó el revuelo de los presentes.

-¡Que tiernos!- gritó alguien.

-Yo quiero que mi vieja me apapache así- se escuchó otra voz seguida de escandalosas carcajadas y alguien bastante pasado de copas se subió sobre una mesa, levantó su tarro de cerveza y gritó:

-¡Que vivan los novios!-

-¡Que vivan!- respondió la muchedumbre de greñudos en su mayoría.

Sonrojado, Hugo regresó al escenario para comenzar su actuación, la cual fue un éxito, dejando un excelente sabor de boca entre el público quienes organizaron un brutal Mosh, haciendo volar por los aires algunos dientes y chisguetes de sangre emanados de alguna nariz delicada cuando tocaron algunos covers de Slayer, Sepultura y Cannibal Corpse pero el público tomaba un respiro cuando iniciaban con sus composiciones originales y sólo hacían Headbanging.

La melodía con la cual cerraron su presentación fue épica por no decir sublime -sí éste término pudiera aplicarse a la brutalidad del Death Metal- pero a nadie de quienes asistieron a ese Bar de mala reputación, olvidaría la manera de tocar de aquella banda “Mundialmente Desconocida”, de la cual no recordaban su nombre pero si la destreza de su guitarrista principal, la calidad de sus composiciones y nivel de ejecución, comparable sin recelo con aquellas leyendas de quienes hicieron tributos personales y potentes esa noche.

Yara regresó a casa sorprendida pues nunca había escuchado tocar la guitarra a Hugo de esa manera, a tal punto que ella también participó en la fiesta agitando su cabello con euforia aún en contra de su moral, mientras hacia una traducción mental de la letra de aquella canción titulada Vestida de Rojo:

Grita piedad a un cielo que no ves,
entre los callejones decadentes,
de una ciudad gris, negra de ti,
en la cual gobierna mi odio.

¡Tengo algo mejor!

Tus ojos en una caja de terciopelo
y tu hermosa sonrisa eternizada,
libre, reposada sobre mi pecho.

Vivirás un momento más,
sólo mientras recorro tu garganta
y la sangre surque el altar
                           [de Isis desvelada,
que da consuelo a las bestias
                                   [desatadas.

Y otra vez eres mía.

¡Aquí estoy!

Sumergido en los recuerdos,
del amor, la vida y mi agonía.

Soñando con mejores tiempos,
felicidad compartida por un abrazo,
pasión y lujuria fusionados,
sin conocer la raíz del miedo.

Te llevaste los sueños compartidos,
te llevaste la vida que en mí nacía,
despertaste a la máquina negra y fría,
que añora tú piel con toda ira.

 Tú carne se abre bajo mis pies.
¡Como uvas en vendimia!

¿Por qué me llama esa voz
reclamando cosas mías?
¿Por qué me vuelca el corazón
ante la frialdad de tus caricias?

¡El rojo te sienta bien!

Estoy atado con acero,
a los reinos del maligno sometido,
siempre estoy rabiando,
cual bestia en la selva del asfalto.

Te vi sola y en celo,
guerreando con el instinto infame,
que de los dos en una
                           [bestia inmunda,
la conciencia humana
                    [en rencor transmuta.

¡Pero tengo algo mejor¡

Nuestra sangre corriendo
a raudales de pasión y deseo,
tus costillas atravesando mi pecho
y el dolor, elevándome
                  [a la cima de los cielos.

La furia que a mí has otorgado,
el instinto dentro del hombre arraigado
y por Ares en ofrenda reclamando,
 ¡Dolor y muerte para el ser amado!  

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